Bianca mordía su labio con fuerza reteniendo una carcajada. Jamás imaginó ver a Liam siendo regañado e ignorado en la manera que lo hacía ahora. —¡Abuela! ¿Iremos por helado? Todos almorzaban de forma entretenida y llena de paz, al menos Bianca y Leo lo estaban disfrutando. Inmediatamente los ojos del pelinegro se entrecerraron mientras golpeteaba el interior de su mejilla con molestia. Atenta a cada movimiento del pelinegro, la chica casi suspira. Demasiado guapo. —¿Quien te dejó entrar?— preguntó de forma brusca, su madre ni siquiera pareció inmutarse. —No me habías dicho que habías contratado una niñera tan linda y adorable, de saberlo estaría aquí todas las mañanas para conversar— Bianca se sonrojó y no pudo evitar sonreír satisfecha. Pero a Liam seguía sin hacerle gracia. —¡B