—¡Christine! Xander corrió detrás de ella sin pensarlo, sumamente preocupado. Ella a duras penas llegó al sanitario, cuando soltó todo en la taza del baño, sintiendo que las piernas le flaqueaban. Sintió que alguien se colocó detrás, pero no pudo ver y volvió a vaciar el estómago hasta que le lloraron los ojos. —Iremos al médico, nena —dijo Xander, sosteniendo su cabello. —N-no… —susurró ella, tomando aire y pasando una mano por su frente—. No es nada, ya me siento mejor. —Pero… —No te preocupes, no quiero pasar mis días de vacaciones en un hospital —fue hasta el lavamanos, enjuagando su boca—. Esa maldita comida… —Podemos ir a otro lugar si quieres —sugirió él. —Estaré bien —sonrió apenada—. La verdad es que el hambre se me quitó. Recordó a la camarera e hizo una mueca de incom