Una decisión desesperada

1038 Words

—¿Estás bien? —Giorgio miró a Christine con preocupación, notando su actitud taciturna—. Ni siquiera has tocado tu bebida. La aludida suspiró. Ni siquiera se sentía con ánimos de salir de juerga el fin de semana, pero su amigo le había insistido tanto que terminó por aceptar. “Detesto ser tan débil,” se quejó. A esos pensamientos se le vinieron los recuerdos de aquel viernes, haciéndola estremecer de la cabeza a los pies por distintos motivos. Ya había pasado una semana y aunque la relación con su jefe no había mejorado ni empeorado, la condición de su padre sí iba de mal en peor. —Me rechazaron el préstamo —murmuró con un nudo en la garganta—. No sé qué voy a hacer ahora, esos trámites tardan mucho y lo menos que tengo es tiempo. Christine no le había dicho todavía a su mejor amigo

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