Xander tuvo una sensación de euforia en su pecho, aunque se limitó a asentir sin ninguna expresión en particular.
—Bien, entonces hablemos de las condiciones de este acuerdo —señaló fríamente el sofá.
Xander podía notar lo nerviosa que se encontraba, pero al final esa mujer iba a ser suya. No en vano había hecho que a su antigua asistente la mandaran a otro piso y que a ella la pusieran en su lugar.
Tenía planes para Christine y de ninguna manera renunciaría a ellos.
—¿Cuáles son esas condiciones? —se atrevió a preguntar.
—Escúchalas muy bien, porque son inquebrantables —dijo él, serio—. La primera, vas a pertenecerme por un año entero a partir de la fecha.
Ella se limitó a asentir, tragando saliva.
—La segunda, estarás disponible para mí cuándo, dónde y cómo yo lo desee —ella se hu
