Capítulo 47
Un intruso
Así que no se atrevió a seguir pensándolo demasiado por temor a enloquecer; se puso de pie y miró con un poco de desánimo su cuerpo que solo estaba cubierto con un pequeño albornoz de seda propiedad del hotel, evidentemente fue lo mejor que pudo conseguir este hombre en ese momento además del montón de artículos de tocador femeninos, es un alivio por lo menos sentir que su cuerpo no huele a gel de ducha masculino; pero eso no le ayudó a sentirse menos avergonzada por tener que salir vestida de esa manera siendo una princesa…
Aunque estaba avergonzada no estaba ni un poco arrepentida de haber abandonado el banquete… su mente ya había comenzado a hacerse de nuevo una maraña, hasta que escuchó una débil carcajada masculina en sus oídos
“jajajajajaja, vamos… no pued
