Capítulo 9: Cuéntame sobre los Fray

1521 Words
— La mujer que les enseñó el arte de la magia de los títeres guardianes es conocida como Madame Hester, una bruja de un rango muy alto en el mundo terrenal y espiritual.— me respondió. Estaba algo confundido al no saber nada que de encontrarse fuera de mi familia, pero aún así quise aclarar mis dudas preguntándole más cosas a Alepoú. — ¿Sabes como conoció a la familia Fray?. — Claro, eso es sencillo de responder. Según el señor Tristán, dijo que Madame Hester se acercó a ellos por la amplia variedad de libros antiguos que resguardaba la familia Fray con tanto recelo.— suspiró con pesadez y con una expresión que demostraba su cansancio siguió hablando.— tu tataratatarabuela no quiso prestarle un libro, así que Madame Hester se ofreció enseñarles algo a cambio y... aquí estoy frente a ti gracias a eso. Por su respuesta comencé a preocuparme, pero antes de sacar conclusiones apresuradas traté de articular algo para calmar mi mente inquieta que comenzaba a divagar poco a poco por las teorías conspirativas que brotaban como cascada. — Alepoú, los libros...— aún temeroso por la respuesta que podía darme, le pregunté directamente para sacarme de dudas.— ¿de qué son?. Al escucharme su cansancio pareció abandonar su cuerpo y con los ojos bien abiertos de la sorpresa por mi repentina respuesta dijo;.— ¡¿Los libros?!.— por unos instantes guardó silencio a lo que había tomado como si no fuese a contestar mi pregunta pero cuando su semblante se relajó soltó un suspiro para luego mirarme directamente.— eran variados. Recuerdo vagamente ver al señor Tristán y a su hermano gemelo vagar por aquella gran habitación que se encontraba dividida en secciones que consistían en: medicinales, de magia, relatos, leyendas, archivos del mundo espiritual y sus divisiones, religiones, lenguas de todo el mundo, astronomía, sobre los registros de las familias de todo el mundo que cuentan con dones como los tuyos, libros sobre espíritus... no sé si sea todo, pero es lo único que recuerdo haber visto de las pocas partes a las que ellos entraban para estudiar. — ¿Mi tío tenía un gemelo?.— le pregunté tratando de ocultar mi sorpresa ya que mi madre solo había mencionado que dos de sus hermanos habían fallecido, el mayor y el menor que seguía de ella. — ¿Te sorprende eso?.— me respondió con esa pregunta, a lo que solo asentí.— vaya, creí que te sorprendería la cantidad de información que guarda la familia de tu madre pero... te sorprende más un familiar nunca antes mencionado.— dijo a la vez que alzaba una de sus cejas. — Alepoú... si no se nada de la familia de mi madre, es por que ella lo ocultó como si fuese algo que no quisiera recordar.— con algo de molestia cerré mis ojos y con un nudo en la garganta traté de seguir explicando para no darle la impresión de ser un ignorante por los asuntos de la familia Fray.— ella me alejó de ellos cuando tenía cinco años y me llevó con mi familia paterna para seguir la tradición a pesar de que nos odian a los dos. — Lo siento.— se disculpó con una clara expresión de arrepentimiento.— no sabía que eso había sucedido. Si yo hubiese estado ahí o el títere de tu madre... eso no hubiese sucedido. — Me odian solo por ser hijo de un Fray, no es tu culpa ni de nadie....así que no te disculpes por algo que no puede ser cambiado. — Mira... tengo vagos recuerdos antes de que el señor Tristán y su gemelo Fraust fallecieran. No recuerdo que sucedió en ese momento ya que nos sellaron a mi y al otro títere, pero lo que si se es que... los Castelia tienen envidia de que los Fray hayan sido visitados y bañados por la sabiduría de la gran bruja Madame Hester. Ellos quisieron acabar con el gran tesoro solo por eso... hubo una disputa y se crearon más títeres pero... algo sucedió y mis recuerdos de esos días están borrosos. Todo comenzaba a tomar sentido en mi mente, pero algo no estaba cuadrando, había una pieza faltante para las desgracias que habían ocurrido en ambas partes. Creía que Alepoú sería quien me daría todas las respuestas para armar el rompecabezas incompleto que había descubierto por haber escuchado el alma prisionera de mi tío. Al parecer, debía comenzar mi búsqueda y entrenarme más para enfrentar cualquier obstáculo que pudiera aparecer en el futuro no muy lejano. — Alepoú, ¿sabes de magia?.— le pregunté algo esperanzado. — Claro, soy casi energía pura y encantos.— me respondió con una gran sonrisa.— pero si quieres que te enseñe más conjuros y rituales... debes cumplir con tu parte de darme ropa nueva. — Lo haré si respondes unas ultimas preguntas más que tengo.— el me miró con preocupación pero resignado suspiro para hacerme una seña para que prosiga.— Bueno, ¿Recuerdas dónde ésta la casa de los Fray? Mi pregunta le hizo desviar la mirada, parecía no querer responder pero al final terminó cediendo al ver el mechón de pelo que había atado y dejado a un lado de mi mesita de noche. — Lo último que supe es que vivían a casi 10 cuadras de la hacienda de los Castelia. Pero... también se que los Fray tenían una hacienda en las montañas, así que... si no viven en el pueblo, puede que estén ocultos ahí.— mencionó a la vez que se levantaba del suelo para comenzar a caminar hacia la ventana para ver a las montañas.— aunque se dice que no puedes llegar fácilmente hasta ellos si no tienes algo de esa familia.— al darme tal advertencia se giró para mirarme con cierta preocupación. — Alepoú, te tengo a ti, mi apellido y la sangre que recorre por mis venas. Eso será más que suficiente. — Pero... ¿quieres ir allá para visitar a tus abuelos? — Si, además... quiero que me enseñen y cuenten más sobre ellos. Quiero que su legado permanezca.— al responderle, me acosté en la cama para quedar al lado de mi cuerpo que se encontraba en una especie de sueño profundo.— oye, puede que esto sea algo que no conoces pero igualmente quiero preguntarte.— la dije mientras mantenía mi mirada en el techo. — Oh, claro. Puedes preguntarme, pero sabes que yo decido si responder o no dependiendo de lo que se.— me habló para después sentarse en la orilla de la cama. — ¿Conoces el nombre real de Madame Hester?. — Eso es fácil, tus abuelos les hacían ese tipo de preguntas a tus tíos y a tu mamá. Madame Hester se llama en realidad Eileen, sus apellidos no me los se pero lo que si se de ella es que nació en España, no se exactamente en que parte. Ama viajar y los lugares tranquilos llenos de vegetación y corrientes de agua. Habla latín, español, catalán, francés, náhuatl, Inglés, griego, chino.... aunque no se si hable más idiomas el día de hoy. Escucharlo decir eso, le interrumpí para desvanecer mi duda que había surgido con los datos que conocía de esa bruja tan talentosa.— ¿Cómo que al día de hoy?, esa mujer debe haber fallecido ya. — Jajaja, es una mujer longeva.— con una sonrisa me respondió.— y no quiero que me preguntes el por qué, porque ni yo se.— me dijo para evitar que no preguntase más respecto a un tema que podría ser oscuro.— bueno, retomando lo que se de ella es que... conoce muy bien el vudú, la magia oscura y blanca, los rituales de las diferentes culturas de brujas en el mundo, sabe usar las runas, crea barreras con cuarzos y con las gemas hermosas hace conjuros sencillos, incluso hay rumores que ella creó más de mil títeres que tienen el papel de elegir a personas con características especiales y descendientes de brujas y hechiceros para porteger. Es muy poderosa, tanto que puede sanar cualquier herida pequeña o grave con un simple conjuro en el mundo terrenal. — ¿Y ella es muy conocida? — Nop, solo la conocen los expertos en estos temas. Se dice que ella les lanzó un hechizo a cada persona que la conoce para que solo pueda hablar de ella con brujas o hechiceros por que no quiere ser utilizada por los demás que buscarían hacerle daño a ella o hacer daño con sus hechizos que usa para el bien y deshacer la maldad. — Alepoú... me estás motivando a ir lo más pronto posible a la casa de los abuelos.— le dije sin despegar mi mirada del techo. — Si quieres vamos mañana, pero.. primero debes darme nueva vestimenta y volver a tu cuerpo. — Cierto, eso es lo más importante. Pero... no sé cómo regresar.— hablé algo avergonzado. — Ya veo por que el señor Tristán me dejó a tu lado.— suspiró.
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