Tenía muchas horas encerrada, mi estómago gruñía, necesitaba salir y comer algo, posiblemente él no estuviera en casa, no deseaba enfrentarlo, me ruborizada al recordar todo lo que hicimos está mañana...necesitaba un baño urgente, salté de la cama y me dirigí al baño, luego de una prolongada ducha, dónde mi cuerpo notablemente se recuperó de la calentura, me vestí y salí de la habitación, claro trate de hacerlo con cuidado, parándome en cada esquina para saber si estaba despejado, así me mantuve hasta llegar a la cocina que por suerte estaba desierta.
Me disponía a destapar los calderos cuando una voz captó mi atención. –Tú. ¡ Zorra!... ¿Eres el nuevo entretenimiento? —Esas palabras me hicieron olvidar el hambre y me gire con asombro, para fijar mí vista en el origen de tan mal sanas ideas hacia mí.
Era una mujer alta, de cabello rubio, bonita si era, aunque la vulgaridad podía opacar cualquier belleza, apenas estaba vestida, casi toda su piel expuesta, la mitad de sus pechos al aire y que no decir de la mini falda, al acercarse a mí con aire desafiante creo haber visto sus partes, estaba horrorizada.
—Hey monjita. ¿Acaso eres sorda?, estoy hablando contigo. —Volvió a decir, ahora chasqueando los dedos para llamar mí atención.
—No, escuché perfectamente, pero no tengo por qué contestarte, no me llamo zorra, — di unos pasos hacia ella, para encararla, no tenía miedo. Me crié en un convento pero nunca he sido un eslabón débil, se perfectamente como defenderme.
—La monja tiene su carácter, sabes no me importa que te acuestes con Lexter, siempre y cuando recuerdes tú lugar, entiendo que eres nueva, pero es bueno que sepas que soy su mujer. Tú simplemente eres una de sus tantas putas. —Esas últimas palabras la escupió con una petulancia cínica, notaba el brillo endemoniado en sus pupilas. Puro veneno en el aire.
—No lo creo, si lo fueras vivirías aquí con él, dormirías en su cama, en cambio yo sí vivo aquí y si mal no recuerdo hace unas horas estaba entre sus brazos, y me decía lo mucho que me ama.
Hablé descaradamente, yo misma estaba sorprendida, pero algo me incitaba a no dejarme molestar por las cizañas de está desconocida, mis verdaderos sentimientos hacia Lexter me motivan a luchar, por él había decido quedarme.
—Mentirosa. —La rubia ardía de rabia, la sombra de su mano se fue acercando en dirección a mi rostro, sentí la fuerza tropezar con mi carne seguido del ardor. Nunca imaginé que la furia, el dolor pudieran transformarme a tal escala que mis sentidos de auto conservación se activaran, cerré los puños y los estampe en su mejilla muy cerca de su labio; al tiempo que tomaba un cuchillo y cortaba su antebrazo, la sangre empezó a brotar, se deslizaba por su piel, está acerco la herida a su labio y lamió, pude notar que sus ojos cambiaron de color, que rayos le pasaba, pensé.
—¡Te mataré…! —exclamó furibunda, lanzándose sobre mí, caímos al piso, giramos varias veces forcejeando, hasta que pude estar encima de ella, cerré los puños y de forma automática la golpeaban, luego tomé su rostro y lo estrellaba contra el piso.
—Déjame, ¡Auxilio…! —pero algo en mí no me permitía parar, en ese momento no era dueña de mis acciones.
Unos brazos me tomaron de la cintura para alejarme de su cuerpo, force para zafarme, me aventé hacia atrás, sentí sus huesos tronar al chocar con la pared que se desmorono al instante; aún nublada por la furia divisé otra sombra acercarse, me tomó entre sus brazos, él olor era como un sedante, todo volvió a calmarse en mi interior; mientras me desmayaba entre sus brazos.
Lexter
Después de lo ocurrido con Angélica está mañana la impotencia no salía de mi cabeza, todavía me dolía el m*****o por culpa del placer frustrado, para mí no era opción masturbarme, levantaría el castigo de Sharon y la llamaría, odiaba tener esa sensación...La monja me volvería loco, ya era tiempo de aclararle las cosas, era de mi propiedad, mañana mismo la llevaría al harén, no más buenos tratos con ella, estaba decidido.
Hice contacto con mi beta.
—Elioth. ¿Dónde andas?
—En la parte trasera de la fábrica Lexter, inspeccionando las plantas.—contesto inmediatamente.
—Cuando termines me traes a Sharon.
—Entendido.
Cortamos conexión.
El resto de la mañana lo pase en la oficina, revisando el estatus financiero de la fábrica, los de algunas inversiones en el país y el extranjero, todo andaba bien, mi capital estaba en aumento, eran buenas noticias...de ante mano lo sabía, tengo un excelente equipo de trabajo, encabezado por mi beta Elioth...la razón del escrutinio se debía a mi necesidad de ocupar mi mente en algo que no fuera la monjita, ni tan monja a juzgar por las reacciones tan apasionadas de su cuerpo, todo las caricias volvieron a mi mente; su reacción ardiente. Impulsivamente saque más papeles para despejar la mente de los recuerdos.
Pasadas las 4 de la tarde llego Elioth con Sharon. Está entro sacudiendo su trasero, seguido me plantó un beso el cual no rechacé.
—¿Algo más? —Pregunto Elioth.
—No, puedes salir pero quédate cerca.
El encuentro con Sharon no fue memorable, simplemente no tenía ganas de cogerla, al ver mi falta de motivación se hincó ante mí y saco mi m*****o que aún después de sus caricias permanecía algo flácido, a está no le importo aunque note su desilusión, lo entro en su boca sin reacción, para no terminar de matar su ego de mujer, comencé a pensar en mi monjita, al instante estaba como el acero duro... El semblante de Sharon cambio y lo chupaba con más placer hasta hacerme correr en su boca.
El alivio fue inmediato, camine hasta el baño de la oficina, me limpie y regrese dónde estaba ella, aparentemente inconforme.
—¿Es todo?. —Pregunto malhumorada.
—sí, puedes irte, —con el dedo le señale la puerta.
Antes de salir se detuvo para preguntar. —¿Es por ella? — No respondí, solo agarre un sobre y lo abrí para leer su contenido, ignorando la presencia de esta que aún me miraba con desconsuelo, Estaba de más contestarle, era lo suficientemente astuta para descifrarlo. Nunca le vendí sueños, a ninguna de mis amantes. Es bien sabido de la conexión que sientes hacia tú mate una vez lo encuentras; eso me estaba pasando para mí desgracia.
Esta marchó dejando atrás el sonido estridente de la puerta al cerrarse. Me conecte con Elioth para que estuviera al tanto.
—Elioth, Sharon salió de la oficina hace menos de dos minutos, espera que salga y llévatela.
—Ok Lexter, estoy en la entrada esperándola, aun no sale.
—Entra y búscala, ya era tiempo de haber salido.
—Entendido amigo.
Cortamos conexión
No quería a Sharon merodeando por la casa, era una loba herida en ese momento, podía hacerle daño Angélica si se topaban. Mejor ni pensar en esa posibilidad. Mis temores se hicieron realidad cuando sentí gritos, salí de la oficina, el olor de Angélica estaba por todas partes, me deje guiar por dónde estaba en mayor intensidad, la cocina, corrí hacia allá, antes de llegar escuché un desplomé.
—¡Angélica…! —Grite, mataría a Sharon si le hizo daño, aunque después tuviera que enfrentarme a su hermano y toda su manada, también los mataría.
Al llegar a escena, encontré algo opuesto a mis temores, Angélica se soltaba de los brazos de Elioth, quien yacía desplomado junto a la pared destrozada. Está se trató de lanzar para seguir golpeando a Sharon que estaba mal herida, la sangre estaba por todos lados, la tomé antes de que volviera a golpearla...Su furia no era normal, tampoco la fuerza, mi lobo tuvo que ayudarme a contenerla hasta que se desmayo en mis brazos.
La llevé a la habitación seguido por doña Sofía, le pedí que le quitará la ropa y limpiará cualquier rastro de sangre, la revise bien, no tenía rasguño, ni moretones, no encontraba explicación a su fuerza, era una simple humana, debía buscar respuesta, algo extraño pasaba.
Baje inmediato y me encontré a Elioth esperándome, apenas se estaba recomponiendo, parecía que tenía el hombro dislocado.
—¿Qué fue todo esto? —Mí asombro no dejaba de pasar.
—La encontré golpeando a Sharon, casi la mata. —Dijo mi beta desconcertado, todavía se notaba el dolor en su rostro.
—Algo extraño pasa con Angélica, su fuerza no es normal.—Decía mirando el piso, aún lleno de sangre y algunos escombros.
—Claro que no es normal, recuerda que Sharon es la loba más fuerte de toda la manada, soy un beta y me derribo, lo normal sería que Sharon la hubiera lastimado.
—Tienes razón. –Respondí, algo pensativo. Aunque por otro lado me alegraba que mí mate no fuera tan débil como pensé en un principio. Era fuerte, debía descubrir ese misterio.