Orión Estábamos sentados en la sala con Lucas, Samuel y los tres entrenadores de la manada, discutiendo sobre las próximas pruebas para la graduación de los lobos que entrenaban en la casa de la manada. Las voces resonaban en la sala de conferencias, cada palabra era un eco de la importancia que otorgábamos a este proceso de selección. Mi mirada se mantenía fija en los informes que se encontraban dispersos sobre la mesa, analizando los resultados con una precisión casi clínica. Las pruebas para los jóvenes lobos debían ser un reflejo de sus habilidades, y no había margen para la debilidad o la indecisión. No me movía una pizca de emoción; simplemente, esto era un deber que debía cumplirse de manera eficiente. Si bien teníamos un sistema educativo fuerte, solo la primaria era igual a la