Capítulo 16

2634 Words
Orión Estábamos sentados en la sala con Lucas, Samuel y los tres entrenadores de la manada, discutiendo sobre las próximas pruebas para la graduación de los lobos que entrenaban en la casa de la manada. Las voces resonaban en la sala de conferencias, cada palabra era un eco de la importancia que otorgábamos a este proceso de selección. Mi mirada se mantenía fija en los informes que se encontraban dispersos sobre la mesa, analizando los resultados con una precisión casi clínica. Las pruebas para los jóvenes lobos debían ser un reflejo de sus habilidades, y no había margen para la debilidad o la indecisión. No me movía una pizca de emoción; simplemente, esto era un deber que debía cumplirse de manera eficiente. Si bien teníamos un sistema educativo fuerte, solo la primaria era igual a la educación de los humanos. En el secundario se profundizaba en el conocimiento sobre los lobos, las manadas, los territorios; podían optar entre diferentes cursos y especializaciones como medicina, estrategia militar, relaciones públicas, entre otros. Sin embargo, para los lobos de nuestra manada, la graduación era un rito de paso que debía superarse con destreza. Lo que era obligatorio para los lobos a partir de los 15 años era el entrenamiento físico en su forma humana. A esta edad, comenzaban a forjar sus cuerpos y habilidades, preparándose para los desafíos que enfrentarían en el futuro. La eficiencia y la disciplina eran las palabras clave en este proceso. Luego, una vez cumplidos los 18 años y con sus lobos ya despiertos, comenzaba la segunda tanda de entrenamiento que implicaba entrenar en forma de lobo. Los instintos se combinaban con la destreza física y mental, y el proceso se volvía aún más implacable. Estábamos evaluando las pruebas para aquellos que estaban por cumplir 18 años cuando un teléfono comenzó a sonar. La interrupción en la sala fue mínima, y nadie mostró un ápice de emoción. Como líder, debía mantener la calma en todo momento, incluso ante las distracciones inoportunas. Desde mi posición, alcancé a vislumbrar el rostro imperturbable de Lucas y la expresión seria de Samuel. No necesitábamos palabras para comprender que, en nuestro mundo, la manada siempre venía primero, y nuestras emociones personales quedaban relegadas a un segundo plano. —Número desconocido —murmuró Lucas, su voz resonando de manera tranquila y serena en la habitación. —Atiende y ponlo en altavoz —le indiqué, manteniendo mi compostura y expresión imperturbables, como siempre hacía en presencia de miembros de la manada. —¿Hola? —contestó Lucas con su voz fuerte y segura, atendiendo la llamada. —Hola, ¿Hablo con Lucas? —preguntó una voz femenina al otro lado del dispositivo. La voz se filtró como un eco distante en mi conciencia, pero mi rostro permaneció inmutable. —Sí, soy yo. ¿Con quién tengo el gusto? —respondió Lucas, manteniendo su tono de voz firme y seguro. —Soy la mamá de Sam. Me dijo que iría contigo al baile. Disculpe que lo haya llamado, pero como no lo conozco y no puedo asegurar que no es un asesino serial, me gustaría que pueda refutar tal idea. Observé a Lucas con un rastro de diversión en mis ojos, una emoción que apenas se asomaba por debajo de la superficie de mi rostro. Sus ojos revelaron perplejidad ante la inusual situación. Tomé el teléfono y presioné el botón de silencio, asegurándome de que la conversación se mantuviera privada. —Señores, ¿podrían darnos un momento? —solicité con voz firme a los entrenadores, quienes asintieron y abandonaron la oficina, dejándonos a solas. —¿Quién es Sam? —preguntó Samuel, su voz revelando una curiosidad aguda, mientras sus ojos se posaban en nosotros, esperando una explicación. Mi mirada se mantuvo fría y calculadora, mis emociones ocultas detrás de una máscara imperturbable. —Es la compañera de Lucas, la encontró ayer... —Revelé por Lucas, agregando información relevante a la conversación. Observé el rostro de Sam, que pasó por un rápido ciclo de emociones, de confusión a comprensión, y luego de vuelta a la confusión. Mantuvo su boca abierta en una expresión de sorpresa y descreimiento. Levanté los hombros en un gesto indiferente. Después de todo, no sabía mucho sobre el baile y no había estado involucrado en los preparativos. —Ella me invitó para que sea su acompañante en su baile de graduación esta noche. Es más, Orión será el acompañante de su hermana, que casualmente también es su compañera —informó Lucas con una actitud despreocupada, realizando un gesto con la mano para minimizar la importancia de la situación. Luego, le guiñó un ojo en mi dirección, y no pude evitar esbozar una media sonrisa, aunque mis emociones seguían en segundo plano. La noticia me dejó visiblemente sorprendido e inquieto. Mi temperatura corporal pareció aumentar de repente, y noté que mis manos estaban sudando. Afortunadamente, estaba sentado, ya que mi cuerpo parecía debilitado y vulnerable. Suspiré internamente, consciente de la complejidad de las relaciones humanas, en especial cuando se entrelazaban con el mundo de la manada. —¿Hola? —continuó la voz de la madre de Sam al otro lado de la llamada. —Sí, disculpe —respondió Lucas, retirando el teléfono del modo silencio y volviendo a hablar con amabilidad y cortesía— Dígame, señora, ¿qué necesita que haga por usted? Si es necesario, puedo enviarle una foto de mi licencia de conducir y mi carné de identificación. No hay problema. —Bueno, eso servirá. También me gustaría poder hablar con uno de sus padres, si no es molestia. —No hay ninguna molestia en absoluto. Si me da unos minutos, mi padre hablará con usted —aseguró Lucas con su habitual serenidad y respeto. —Claro que sí, no hay problema. —La voz de la madre de Sam sonaba aliviada, como si estuviera satisfecha con las precauciones tomadas. Una vez que la madre de Sam cortó la llamada, miré a los entrenadores, que esperaban en silencio afuera de la oficina. Con un gesto amable, les agradecí por su paciencia y los invité a regresar. —Disculpen la interrupción, señores. ¿Podemos continuar con la discusión sobre las pruebas de graduación? —pregunté, retomando la reunión como si nada hubiera ocurrido. Mis habilidades de mando y liderazgo volvieron a emerger, y los entrenadores asintieron, reanudando la conversación. Mientras tanto, en un rincón de la habitación, Samuel me observó con interés. Había notado el cambio en mi actitud, mi disposición a que Lucas complaciera a la madre de Sam. Sabía que había un vínculo especial entre mi compañera y yo, y posiblemente se preguntaba si ese vínculo podría estar cambiando al lobo. Por mi parte, mantenía mi expresión imperturbable, pero mi mente estaba en otro lado. Había aceptado ser el acompañante de la hermana de Sam para complacer a Lucas y para demostrar que estaba dispuesto a adaptarse a las costumbres humanas. Sin embargo, en el fondo, me sentía inquieto por la situación. No sabía qué esperar de la noche que se avecinaba, ni cómo reaccionaría mi compañera ante mi presencia. Pero estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío para estar al lado de ella otra vez. *** Mientras Lucas conducía hacia el lugar del baile, no pude evitar expresar mi curiosidad y sorpresa: —¿En qué momento me ibas a informar de esta cita? —le pregunté, buscando una respuesta que saciara mi necesidad de control sobre la situación. Lucas me lanzó una mirada cómplice y respondió: —Vamos, quería que fuera una sorpresa. Solo tenía que hacer que te vistieras bien y quisieras salir conmigo... Rodé los ojos ante su respuesta, aunque en realidad estaba encantado con la sorpresa que me había preparado. Volver a ver a mi compañera era todo lo que deseaba, y cualquier estrategia de Lucas para lograrlo era más que bienvenida. —Es agradable verte sonreír de nuevo, hermano. Me alegra que la hayas encontrado. —no pudo evitar comentar Lucas Sonreí ante su comentario. Estaba increíblemente feliz con la idea de volver a verla. Ella había ocupado mis pensamientos desde que supe que era mi compañera, y saber que finalmente estaría con ella de nuevo me llenaba de alegría y anticipación. —Estoy ansioso por volver a verla. Gracias, Lucas, esto no sería posible si no fuera por ti —le agradecí sinceramente, sintiendo gratitud por su apoyo. Lucas respondió con calma y devoción: —Haría cualquier cosa por ti, Alfa, y más aún si eso significa agregar a mi futura Luna en la ecuación. Mis pensamientos se volvieron a mi chica mientras sonreía. "Futura Luna". La idea de que ella sería mi compañera y futura Luna llenaba mi corazón de calidez. La noche que se avecinaba sería un paso más en nuestro camino juntos. "Si no te comportas como un idiota hoy..." murmuró Ciro con su usual tono sarcástico. Opté por ignorar su comentario, centrándome en las tareas que requerían mi atención como Alfa. Establecí una conexión mental con los lobos que patrullaban la frontera del territorio, dándoles instrucciones de aumentar la vigilancia durante nuestra ausencia y asegurándome de que estuvieran al tanto de nuestra salida. El viaje transcurrió en silencio durante un par de horas hasta que finalmente llegamos a nuestro destino. Reconocí la discoteca al instante; era el mismo lugar donde la conocí. Lucas estacionó el auto en el estacionamiento de enfrente mientras, sentado a mi lado, miraba distraídamente su teléfono sin apartar la vista de la pantalla. —¿No te ha escrito aún? —pregunté con curiosidad, notando su expresión absorta en la pantalla. —¿Eh? Ahhh, no, no estoy esperando un mensaje —respondió con un tono evasivo. Decidí indagar un poco más: —¿Qué es tan entretenido que no apartas la vista? —me asomé por encima de su hombro y vi que tenía el mapa abierto en su teléfono. Un icono con el rostro de Sam aparecía en la pantalla. —¿Qué mierda es eso? ¿Tienes su ubicación? Lucas pareció un poco sorprendido por mi pregunta, pero finalmente reveló su secreto con una sonrisa ladeada: —Bueno... es que aprovechando que tenía su número de teléfono, vinculé la información de su ubicación con la mía. En realidad, ella no me puede ver, pero yo sé dónde está ella siempre. Sacudí la cabeza, incrédulo, y suspiré: —Me voy a atrever a preguntar... ¿cómo has conseguido que te diera voluntariamente su ubicación? Lucas rio entre dientes, disfrutando de mi asombro: —¿Voluntariamente? —rio aún más —le envié una foto con un código. En cuanto la abrió, se descargó el software en su dispositivo y voila —movió sus manos con énfasis —tengo su ubicación en mi teléfono. Negué con la cabeza, asombrado por la destreza tecnológica de Lucas, aunque no pude evitar sentir que se adentraba en un territorio problemático al violar la privacidad de su compañera. —No me mires así, solo lo hice para saber dónde estaba en caso de peligro —explicó Lucas, defendiendo su decisión de rastrear la ubicación de Sam. —Si... claro —respondí de manera escéptica, pero no insistí en el tema. Lucas continuó: —Mira, si no, aún no han salido de su casa. Así que entremos a esperarlas, ¿quieres? —Se bajó del auto y caminó hacia la entrada de la discoteca. Lo seguí adentrándonos en el local. Lucas eligió una mesa apartada de la puerta, pero con una visión amplia del espacio, siempre alerta a su alrededor. Sentí la ansiedad por el próximo encuentro con mi chica comenzar a apoderarse de mí. Hasta ese momento, solo la había visto en dos ocasiones y nuestro primer encuentro no había terminado muy bien. ¿Me recordaría ella? ¿Sentiría la misma conexión que yo? ¿Me aceptaría? ¿Se iría conmigo? Las preguntas llenaron mi mente, distrayéndome del entorno. Fue entonces cuando una voz femenina me habló, llamándome de vuelta a la realidad. —Eres tú —dijo la chica, una rubia de ojos azules y tez pálida. Vestía un vestido escotado y ajustado que realzaba sus curvas. A su lado, su amiga, una pelirroja de cabello largo y rizado, con ojos verdes, llevaba un vestido igual de llamativo. Ambas exudaban una actitud segura y coqueta. —Esta es una fiesta privada, ¿lo sabías? —Lo sé —respondí, tratando de sonar amable, aunque en mi interior crecía la incomodidad. —¿Vienen de acompañantes? —preguntó la rubia, mirando a Lucas con una sonrisa insinuante. —Sí, nuestras compañeras llegarán en cualquier momento —le respondió Lucas, sin apartar la vista de su teléfono, mientras sus ojos mantenían una expresión fría. Vestía con elegancia, con un traje n***o que realzaba su porte distinguido. —¿Y quiénes son las afortunadas? —preguntó la pelirroja, haciendo un puchero con los labios, mientras sus ojos verdes parecían evaluarnos. —Sam y su hermana —le dijo Lucas, y la expresión de las chicas cambió instantáneamente a una de repulsión. La rubia tenía un rictus de desprecio en su rostro. —¡¿Están bromeando?! —exclamaron al unísono, y pude ver que sus rostros se crispaban por la sorpresa. —¿Perdón? —pregunté, intercambiando una mirada con Lucas. La atmósfera se volvía tensa y hostil. —Esas chicas son unas zorras —dijo la rubia, con un tono despectivo, y su amiga asintió en acuerdo. Su mirada se posó en mí y pude sentir cómo evaluaba cada uno de mis movimientos. —Te pediré, de la manera más amable, que no vuelvas a llamarlas así —advirtió Lucas, su voz baja y amenazante. Sus ojos brillaban con un matiz peligroso. —Si se aburren con las perdedoras, pueden buscarnos, chicos —dijo la pelirroja mientras tomaba el brazo de su amiga, y ambas se retiraban de nuestra vista, dejando un rastro de perfume dulce a su paso. —Ja, ¿se creen mejores que nuestras compañeras? —dijo Lucas con desdén, y su rostro mostraba un ceño fruncido. —Son tontas siquiera por pensarlo —respondí, y sabía que en mi voz resonaba una mezcla de incredulidad y fastidio. —Llegaron —susurró Lucas mientras levantaba una mano para saludar a las chicas. Levanté la vista y me encontré con la mirada de mi chica, que mostraba incertidumbre en sus ojos. Mi pulso se aceleró, y mi corazón latía con fuerza. Mis emociones se desataron cuando la vi. Las palabras eran insuficientes para describir la oleada de sentimientos que me invadió. La temperatura parecía aumentar de golpe en el interior del local, como si el aire se hubiera vuelto más denso y cálido. Cada paso que se acercaba hacia mí, mi ansiedad crecía, pero también la emoción de volver a tenerla cerca. Mi corazón latía desbocado, y podía sentir cómo las gotas de sudor perlaban en mi frente. Los recuerdos de nuestra última interacción se entrelazaron con la imagen en movimiento de ella acercándose. Su cabello oscuro recogido en un moño le daba un aire de elegancia y sofisticación, y sus ojos celestes parecían brillar con una luz propia. Su cuerpo era un equilibrio perfecto entre elegante y curvilíneo, una obra maestra de la naturaleza. El tiempo parecía detenerse mientras nos mirábamos. Las emociones eran abrumadoras, y una sensación de unidad y pertenencia se apoderó de mí. Tenía en frente a la persona que había estado buscando desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez. La misma conexión y atracción que sentí entonces se avivó con fuerza, como un fuego que no podía ser contenido. Cuando finalmente llegó junto a nosotros, la sonrisa que me dedicó iluminó mi mundo. Cada segundo que compartimos solo aumentó mi certeza de que ella era la persona que había estado esperando toda mi vida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD