Capítulo 24

868 Words
Orión Un golpe en la puerta me hizo levantar la mirada, y cuando dije "Adelante", mis padres entraron. Mi madre y mi padre tenían una expresión de preocupación en sus rostros mientras tomaban asiento. —¿Qué está ocurriendo? —Preguntó mi padre. Les hice un gesto con la mano para que tomaran asiento. Sobre el escritorio, había dos carpetas que acababan de llegar mientras hablaba con la manada. Mi madre ahogó un grito y cubrió su boca con la mano, llevándose la otra al corazón al ver las fotos de la chica colgada en el árbol. —Este fue el mensaje que dejó el infiltrado —expliqué, sintiendo la tensión en el ambiente. Mi padre estaba visiblemente confundido. —¿La conocías? —preguntó con curiosidad. Abrí la segunda carpeta y mostré los documentos y fotografías encontrados en el auto que nos había seguido hace un tiempo. —Al parecer, me estaban observando. Ella está aquí —señalé a la chica de la foto con la que parecía estar coqueteando—. Es la misma chica que estaba en el bosque. Mi madre, aún en estado de shock, sostuvo la foto en la que estaba bailando con Octavia. —Creyeron que ella era tu compañera... —susurró, asintiendo a su propia afirmación. Mi padre, en cambio, levantó la vista, su mirada cargada de escepticismo. —¿Compañera? ¿Encontraste a tu compañera? ¿A nuestra Luna? —preguntó con un tono desafiante. Respiré profundamente antes de responder. —Sí, padre —dije con calma, anticipando sus siguientes palabras. Pero mi padre explotó en un arranque de furia. —¡¿Y no pensabas decírmelo!? ¡¿No pensabas decírselo a la manada!? ¡¿Dónde carajos, está ella ahora!? —gritó mientras se levantaba de golpe de su silla, ignorando el intento de mi madre de tocar su brazo. Le recordé mi posición con firmeza, sin ceder ante su enojo. —Te recuerdo, padre, que ahora soy tu Alfa. No puedes hablarme en ese tono —le dije con frialdad. Amaba a mi padre, pero eso no significaba que permitiría que me hablara de esa manera. Mi padre cerró los ojos y exhaló profundamente, tratando de controlar su ira. Finalmente, volvió a sentarse. —Lo siento, Alfa. Sabes lo importante que es tener a tu Luna contigo. Lo importante que es que ella ocupe su lugar en la manada para mantener el equilibrio... Asentí, comprendiendo su perspectiva. —Lo sé, padre. El problema es que Octavia no sabe que es una loba —revelé. Ambos me miraron con sorpresa en sus rostros. —¿Cómo?, ¿cómo es eso posible? —preguntó mi madre, desconcertada. —Sus padres son humanos. Ella y su hermana, que también es una loba, fueron adoptadas y vivieron toda su vida en una comunidad humana. No saben nada sobre nosotros. Sus lobas se comunican con ellas, pero aún no saben realmente quiénes son. Octavia es mi compañera. Sam, su hermana, es compañera de Lucas. Las bocas de mis padres se abrieron aún más, asombrados por la revelación. Aproveché su estado de shock para continuar. —Estos sujetos me estaban observando. De las fotografías que sacaron esa noche, las más claras son las de estas chicas. Por suerte, no se puede ver bien a Octavia. Pudimos averiguar los movimientos de estos sujetos y pensamos que volverán para observar. Si bien podemos deducir que secuestraron y torturaron a esta chica por aparecer cerca de mí en las fotos donde parecía que estábamos coqueteando, no tenemos pruebas reales de ello. —¿Qué hiciste con el cuerpo de la chica? —Mamá preguntó en voz baja, apenas un susurro, preocupada por lo ocurrido. —Le pedí a Lucas que lo llevara a la ciudad y lo dejara en un lugar donde lo encontrarían. La familia de ella merecía un cierre... —expliqué. Madre asintió, comprensiva, mientras papá ofrecía su apoyo incondicional. —Iré contigo a patrullar —dijo papá, captando mi determinación en mi expresión. Luego, se dirigió a madre—. Amor, volvamos ahora a casa para rastrear que no haya un intruso. Cuanto antes lo hagamos, antes regresaré para acompañar a Alfa en su patrulla. Madre estuvo de acuerdo con la decisión y se acercó a darme un cálido abrazo y un beso en la mejilla. —Pronto estará aquí, sana y salva —me susurró al oído con palabras de aliento. —Sí, madre. Espero con ansias que se conozcan —le respondí, agradecido por su apoyo. Luego, mis padres salieron de la oficina, y yo lo hice unos minutos después. Tenía que confirmar que no había un infiltrado en la casa de la manada; necesitaba asegurarme de que fuera un lugar seguro para traer a Octavia. Mi decisión era clara: llevaría el maldito infierno a las Sombras Oscuras por intentar aprovecharse de la vulnerabilidad de mi compañera. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario y mataría a todos y cada uno de ellos si algo le pasaba a Octavia. Rezaría a todas las deidades posibles para que eso no ocurriera. Mi mundo entero estaba en juego, y no permitiría que nada ni nadie amenazara la vida de mi compañera.
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