Octavia Sentí el golpe antes de ver el movimiento. Un momento estaba de pie detrás de papá, y al siguiente, estaba en el suelo. El impacto me sacudió, el dolor en mi mejilla era agudo y punzante. Mi piel estaba erizada, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. El miedo se apoderó de mis sentidos, y mi mente se nubló por un instante. La adrenalina corría por mis venas, y una sensación de vulnerabilidad me invadió. Cuando levanté la vista, mi atacante estaba sobre papá, sus manos envueltas en su cuello. La desesperación se apoderó de mí, y no tuve tiempo para pensar. Actué por instinto, con una mezcla de miedo y valentía. Salté del suelo y alcancé uno de los palos que estaban junto a la fogata. Con cada latido de mi corazón, sentía la tensión en el aire. La madera del palo era áspera b