Capítulo 7

2627 Words
Octavia Exhalé profundamente mientras miraba mi reflejo en el espejo de la pequeña tienda de tatuajes. A mi lado, Sam, mantenía una sonrisa traviesa en el rostro. El tatuador, un tipo con una gran cantidad de tatuajes en sus brazos, preparaba su equipo en silencio, listo para plasmar el diseño que había elegido en mi piel. —No puedo creer que realmente me hiciste hacer esto —le murmuré a Sam con un deje de incredulidad en mi voz. Mis ojos reflejaban una mezcla de emoción y ansiedad mientras sostenía la imagen del tatuaje en su mano. Sam cruzó los brazos y me lanzó una mirada ligeramente retadora. —Necesitabas hacerlo, Octavia. No parabas de hablar de ese sueño, y sé que te ha marcado profundamente. Nunca te había visto tan enfocada en algo como eso. Como tu hermana y mejor amiga, tenía que hacer algo al respecto. Rodé los ojos con una sonrisa. —Jajaja, y ¿llevarme al lado oscuro de la luna fue tu forma de "hacer algo al respecto"? —Obvio, tú nunca lo hubieras hecho por tu cuenta. —Sam asintió con solemnidad fingida. El tatuador se acercó y miró el diseño que sostenía en mi mano. —¿Lista para empezar, cariño? Asentí, aunque mis manos temblaban ligeramente. —Vamos a hacerlo. Tal vez esto me ayude a descubrir la verdad detrás de ese sueño. El tatuador comenzó a trabajar en el diseño: un tatuaje de un solo trazo en mi costado izquierdo. Una mano masculina tocaba una luna llena con una delicadeza inusual, como si fuera un gesto de reverencia. Junto al diseño, palabras unidas decían "Tu Luna". El tatuaje se trazó con precisión, y sentí una mezcla de nerviosismo y emoción mientras la aguja de tatuaje entraba en contacto con mi piel. El zumbido constante de la aguja de tatuaje llenó la pequeña tienda, y cerré los ojos, enfocándome en la sensación aguda y el hormigueo que se extendía por mi costado. Cada línea trazada, cada curva de la mano y la luna, la transportaba un poco más cerca de la conexión que había sentido en esos sueños. Sam, siempre presente, mantenía una conversación tranquila con el tatuador para mantener el ambiente relajado y distraerme del dolor. Me concentré en mi respiración, inhalando profundamente y exhalando lentamente para mantener la calma. Mientras el tatuador avanzaba en su trabajo, reviví algunos de sus sueños más vívidos. Había fragmentos de ellos que me habían dejado una sensación de asombro y deseo de comprender el significado detrás de la imagen. Era como si una parte de mi se hubiera fusionado con la luna y esa mano misteriosa. La conexión que sentía no tenía sentido, pero era innegable. El proceso de tatuaje se sintió eterno, aunque en realidad solo pasaron unos minutos. Finalmente, el tatuador retiró la aguja y limpió mi piel. Con manos cuidadosas, aplicó una capa de ungüento curativo y cubrió el tatuaje con una venda estéril. Abrí los ojos y miré mi reflejo una vez más. La imagen estaba ahora permanentemente grabada en mi piel, una promesa y un enigma al mismo tiempo. —¿Estás bien, hermana? —preguntó Sam con preocupación en su voz, notando el brillo en mis ojos. Asentí con gratitud. —Sí, estoy bien, Sam. Gracias por hacerlo posible. El tatuador me entregó un conjunto de instrucciones para el cuidado del tatuaje, y salimos de la tienda, sintiéndome ligeramente mareada por la experiencia. El aire fresco del parque nos recibió con una brisa suave que llevaba consigo el olor a tierra húmeda y césped recién cortado. Los rayos del sol de la tarde se filtraban a través de las copas de los árboles, creando un mosaico de luces y sombras en el sendero que cruzaba el parque. El sonido de los pájaros cantando y el murmullo distante de las personas que disfrutaban del día llenaba el aire con una sensación de calma. Observé el paisaje, sintiendo la conexión con la naturaleza que siempre me reconfortaba. La brisa acariciaba mi piel y el tacto de la venda sobre su tatuaje me recordaba la decisión que había tomado. Después de unos minutos de caminata tranquila, hablé suavemente. —Bueno, ahora lo único que quiero recordar es tomar los analgésicos, limpiar y curar este tatuaje, luego ir tranquilamente a la cama. Sin embargo, la respuesta de Sam me sorprendió y me hizo saltar en el lugar. —¿Cama? Jajaja, no, eso no es posible. Nos vamos de fiesta hoy. Te dije que vamos a comprobar la discoteca que vimos esta mañana para la fiesta de graduación y además... Liam y Alec nos acompañarán, así que nos vamos de inmediato a casa para prepararnos. —No pude comprender cómo Sam había pasado de hablar suavemente a chillar mientras explicaba los planes de la noche. La sorpresa me tomó por completo desprevenida, y una mirada de desconcierto cruzó mi rostro. Sam tenía la capacidad de cambiar de tono y emoción en un abrir y cerrar de ojos, y esta vez, su entusiasmo por la fiesta había alcanzado un nivel audible que era difícil de ignorar. "Solo habla menos y piensa más, por lo visto aún no nos vamos a la cama..." suspiró Darcy. "Mierda", maldije por lo bajo, sintiéndome atrapada en una situación que no deseaba en absoluto. "Vocabulario, Octavia, por favor," me reprendió Darcy, recordándome su tendencia a expresarme con groserías en momentos de frustración. ¡Oh genial!, ahora mi "conciencia" autonombrada Darcy me reprende por mi vocabulario, ¿Dios, qué karma vengo pagando?, me lamenté, sintiéndome aún más atrapada por las demandas de su conciencia interna. "En realidad es Diosa, no tenemos un...," comenzó Darcy a corregir antes de que la interrumpiera, ya no estaba de humor para discutir sobre su identidad interna en ese momento. —Bien, Sam, salgamos, necesito aclarar mi mente, creo que está llena de cosas con las que no quiero lidiar en este momento —casi grité, levantando las manos con exasperación. Mis emociones estaban a flor de piel, y sentí que mi mente estaba abrumada por pensamientos y preocupaciones. —Bien, por qué ya tengo la ropa que nos vamos a poner, y los chicos nos esperan en el club en... —Sam miró su teléfono —sí, bueno, en media hora. —¡¿Media hora?! —expresé mi sorpresa e incredulidad. La noción del tiempo parecía haberse desvanecido en medio de todo el caos y la confusión. —Seee, creo que perdimos la noción del tiempo... ¡Yey! —Sam respondió con un tono despreocupado, aunque sabía que no esperaba una respuesta. Me ofreció una sonrisa que mezclaba diversión y disculpa, consciente de la tensión en la atmósfera. Estaba atrapada en un torbellino de pensamientos y emociones, y sentía que estaba al borde de la locura. Mientras caminábamos hacia nuestra casa, una conversación interna con mi "conciencia" llamada Darcy me hizo sentir aún más desequilibrada. "Dios, ahora comprendo por qué estoy loca..." murmuré internamente, reconociendo mi propia confusión y desorden mental. "Es Diosa..." la corrigió Darcy, lo que desencadenó una reacción de mi parte. "¡Ya cállate, Darcy! No Darcy por la noche, por favor," casi grité, incapaz de soportar la charla interna en ese momento. "Está bien," respondió ella con resignación, y sentí como si mi propia conciencia me hubiera puesto los ojos en blanco. La situación se volvía cada vez más absurda y surrealista, y ya comenzaba a cuestionar mi propia cordura. A pesar de todas las distracciones y confusiones, logramos llegar a casa en tiempo récord, milagrosamente estando listas para la fiesta que se avecinaba. —¿No te parece mucho? ¿O más bien poco? —cuestioné la elección de la ropa que Sam me eligió. Mi vestido era un deslumbrante azul zafiro, ceñido al cuerpo, con un escote tan pronunciado que parecía desafiar la gravedad. Los tirantes, delgados y elegantes, parecían a punto de romperse en cualquier momento, y el vestido era tan corto que apenas cubría mi trasero. Cada movimiento que hacía parecía una invitación a la provocación, y me sentía expuesta y vulnerable. —Vamos, no seas así, es tu fiesta de cumpleaños, necesitas verte como la cumpleañera más sexy de la ciudad. Además, vamos casi a juego —dijo Sam, haciendo una seña a su propio vestido. El suyo era similar al mío en cuanto al estilo, pero de un verde intenso que resaltaba su piel bronceada. No tenía tirantes, lo que acentuaba su escote y daba la impresión de que estaba a punto de caerse, pero Sam tenía la confianza para llevarlo sin problema. Ambas nos veíamos deslumbrantes, eso no lo podía negar. —Dios mío, me siento tan desnuda —murmuré para mí misma, notando lo ceñido y revelador que era el vestido azul zafiro. "Diosa," susurró Darcy en mi mente. "Ahora no, Darcy, ahora no," le contesté en silencio. "Estás muy guapa de verdad, deberías mostrar las curvas más a menudo... Aunque posiblemente eso no le agrade a nuestro compañero..." insinuó Darcy de manera pícara. "¿Qué demonios quieres decir con 'compañero'?" pregunté con perplejidad, sin comprender a qué se refería. "Vocabulario, Octavia," me regañó Darcy, mostrando su irritación, lo que me pareció increíble. Mi propia conciencia me estaba corrigiendo y, además, parecía estar molesta por mi elección de palabras. —Vamos, los chicos están en la cola mientras nos esperan. No olvides los tacones, Vi. —¿Cómo podría hacerlo? —respondí con una sonrisa mientras echaba un vistazo a los altos tacones que había dejado en el suelo, cerca de la puerta. Salimos de casa, nos subimos al auto y Sam condujo hasta el club. Por suerte, solo escuchamos música en el camino. Darcy se mantuvo en el fondo de mi mente, y Sam y yo cantábamos a dúo con complicidad mientras sonaban las canciones de la radio. Las notas de la música nos envolvieron, y nuestros corazones latían al ritmo de la melodía. Llegamos al club, un lugar con luces de neón y música estridente que se podía escuchar desde la calle. Corrimos hacia Liam y Alec, quienes estaban en la entrada, ansiosos por entrar. El ambiente en el club era vibrante, con una multitud de personas disfrutando de la música y el baile. Sabía que Sam estaba saliendo con Alec desde hace unas semanas, aunque ella lo describía como algo no muy serio. Sin embargo, no podía evitar notar el brillo en sus ojos cada vez que nos reuníamos los cuatro. Era un secreto a voces. Por otro lado, estaba Liam, el inseparable amigo de Alec. Desde la primera vez que lo vi, sentí una atracción hacia él, aunque eso solo era conocido por Sam. "Ni se te ocurra involucrarte con él. Nuestro compañero...", me reprendió Darcy con un gruñido, como si fuera mi madre. "Detente, Darcy. Deberías ser mi conciencia, no mi madre, y ella tampoco es tan pesada...", le respondí enojada. —Hola Vi, ¿cómo estás? Estás guapísima —balbuceó Liam, tartamudeando. Miré a Sam de reojo en el momento en que ella rodó los ojos y sonrió divertida. "¿Te estás burlando de mí?" La miré con desconfianza en los ojos. Sam abrió los ojos como platos, no comprendí su reacción hasta que... "¿Me acabas de hablar a la mente?" Chilló ella en mi mente tan fuerte que tuve que taparme los oídos, sintiendo una oleada de horror recorriéndome. "Mierda, Sam, más bajo, ¿sí?" Le respondí apretando las manos en mis sienes, incapaz de ocultar mi incertidumbre. "¿Me estás jodiendo? Estamos hablando de mente a mente, mira mis labios, no los estoy moviendo... ¡Oh mierda! Los chicos nos están viendo raro... Deja de actuar como una loca, por favor," continuó Sam con una mezcla de sorpresa y preocupación en sus ojos. "Deja de responderme entonces," le dije con un escalofrío recorriendo mi espalda. —Chicas, están muy hermosas las dos, ¿podemos entrar ya? Están actuando muy raro compartiendo esas caras extrañas como si estuvieran hablando de algo que no comprendemos. —sí, a veces Alec era un idiota. —No somos raras, y sí, estamos hermosas así que mejor entremos a tomar algo... Bien fuerte por favor —Sam le hizo frente, me tomó del brazo y juntas entramos a la discoteca. La atmósfera en la discoteca era vibrante y llena de energía. Las luces de colores parpadeaban y la música retumbaba en nuestros oídos. El ambiente estaba repleto de jóvenes bailando y riendo, y el olor a sudor y alcohol impregnaba el aire. Alec se comportaba como si fuera el rey del mundo, y yo sabía que era un poco insoportable. Sam tenía la habilidad de enfrentarlo con una mezcla de diversión y confianza, algo que siempre me hacía admirarla. Estábamos en la zona exclusiva, solas, sentadas las dos, esperando a que los chicos nos trajeran un trago cuando Sam finalmente se animó a hablar. —¿Qué diablos nos pasó afuera? —habló Sam nerviosa, sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y temor. —No lo sé, fue extraño, pero a la vez, gratificante. —murmuré, sintiendo una punzada de intriga mezclada con confusión. —¿Estás loca? Las personas pensarán que somos raras si nos oyen hablar de esta manera... —En realidad, nadie más lo sabe, Sam. —dije soltando un suspiro de resignación—. Si aprendemos a hablar de esta forma sin hacer caras extrañas, creo que podría ser genial. Tendríamos nuestra privacidad para platicar... —Espera un momento, Vi, ¿cómo es que estás tan tranquila con esto? Se supone que yo soy la que se toma las cosas extrañas y raras con tranquilidad, tú siempre te desesperas por conocer a fondo lo que pasa... —Cálmate ya. —le murmuré poniendo una mano en su antebrazo que ya había levantado mientras hablaba—. Solo escucha. He pasado todo el día discutiendo con esta voz en mi cabeza que dice llamarse Darcy, sí, puede que esté volviéndome loca, pero no es un Pepe Grillo en mi cabeza, se siente diferente, es como si fuera su propia conciencia... —bajé la voz a medida que comprendía lo delirante que sonaba todo. —Entiendo, Vi. Mi Pepe Grillo acepta que la llamé así, aunque se presentó como Nessy. —¿Tú también puedes escuchar esa voz en tu mente? —Sí. —suspiró—. Desde mi cumpleaños, no ha estado tan activa como la tuya... como Darcy, pero ha estado allí. No podía creerlo. ¿Eso significaba que no estaba volviéndome loca? "No estás loca, Octavia." La voz de Darcy se escuchó como si estuviera a varios kilómetros de distancia en lugar de en mi mente. Sam y yo intercambiamos miradas, y finalmente, ella habló. —Bien, llegados a este punto, voto por dejar de hablar de esta... locura, por así decirlo. Bueno, no sé cómo nombrarlo, pero lo retomamos más tarde. Ahora necesito ese maldito trago. —Concuerdo con eso, hermana. —Le respondí, buscando con la mirada a Liam y Alec, quienes se habían ido hace unos 15 minutos. Realmente no me sorprendió lo que vi—. Están en la barra, coqueteando con Adriana y Gala... —¡Oh no! Eso no va a ocurrir. —Sam se levantó tomando mi mano, y pasamos junto a un mesero que llevaba unos tragos a alguna mesa. Sam le arrebató dos sin que se diera cuenta. Me tendió uno de los vasos, y los tomamos de un trago antes de continuar nuestro camino hacia la pista de baile. La música envolvía el ambiente, y nos dejamos llevar por el ritmo, disfrutando de la noche y olvidando, al menos temporalmente, la extraña conexión mental que compartíamos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD