Esa noche fue un infierno. Marcus apenas durmió y comió, sufría una erección prácticamente constante desde que salió del club la noche anterior. Cuando se dirigió al trabajo sin embargo se sentia un poco mejor, sabia que la veria ese día. Se sorprendió de encontrar su mesa vacía cuando llegué. “Qué raro”, pensó, ella casi nunca llegaba tarde. Entró en su despacho y empecé a poner las cosas en orden para empezar el día. Quince minutos después estaba hablando por teléfono cuando escucho que la puerta exterior se cerraba de un portazo. Bueno, sin duda ella no lo iba a decepcionar; escucho que se cerraban de golpe cajones y archivadores y supe que iba a ser un día interesante. A las diez y cuarto lo interrumpió su intercomunicador. —Señor Coleman —su voz tranquila llenó la habitación y a
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