Sierra —¡¿En el reino?! —pregunté mientras Edward prácticamente me arrastraba al auto. —Sí. Pero algo no está bien con ellos. Estarás segura en la casa del lago, nadie sabe que estás ahí. —Saltó al asiento del conductor después de asegurarse de que yo estuviera dentro. —Me preocupo por ti. ¿No puede ir alguien más? —No, cariño, tengo que ir. Volveré contigo. No te preocupes. —Apretó mi mano. Aunque sus palabras eran reconfortantes, irradiaba miedo y ansiedad. Lo podía sentir a través de nuestro vínculo de pareja. Estaba ocultando algo. No pasó mucho tiempo antes de que llegáramos a la casa, Jackson me encontró en el auto y me escoltó a la casa donde cerró todo y apagó la mayoría de las luces. *** —¿Podrías dejar de hacerlo? Me pones nerviosa —dije a Jackson, quien había chequeado l