Sierra
Me desperté de otro sueño tranquilo, ya van 4 días seguidos, pero esta vez con un brazo musculoso rodeando mi cintura. No me importaba tanto, o si lo hacía, “soy una adulta que puede elegir dormir en el sofá”, según Brandon. Pero no quería eso.
Me gustaba despertar en una cama de verdad y realmente me gustaba sentir que era querida. Me gustaba sentir el tacto de otra persona, me gustaba tener a alguien con quien hablar. Todavía no se ha decidido cómo Brandon parece quererme. A veces era totalmente platónico e indiferente hacia mí, otras veces su hombría muy erecta tratando de liberarse de sus pantalones hablaba por sí misma.
Ha pasado una semana desde que Brandon “me marcó”. Mi cuello ha sanado desde entonces, dejando dos marcas de mordida falsas. Después de mucho debate con mi lobo, finalmente acordé que el marcarme era lo mejor, aunque podría haberlo hecho de una manera diferente y más consensuada. Aun así, todavía no confiábamos en él.
Para mi sorpresa, Luna Tammy hizo que alguien dejara mis cosas. Continúan fingiendo que soy su hija a la que aman y cuidan. De hecho, estaba funcionando bastante bien a mi favor. Ahora tengo un nuevo guardarropa. No pude evitar que una sonrisa maliciosa se dibujara en mi rostro al pensar en eso.
—¿Por qué estás tan feliz esta mañana? —murmuró Brandon desde debajo de su almohada, uno de sus ojos marrones se abrió para mirarme.
—Oh, no es nada, solo estoy apreciando ser la hija de un Alfa de nuevo —dije con una pequeña risa.
—¿De nuevo? —preguntó, sentándose. —No me dijiste que eras la hija de un Alfa—. Su tono cambió de somnoliento a alerta en medio segundo.
Mi sonrisa desapareció. Todos mis recuerdos inundaron mi mente. Diosa, los extrañaba tanto.
—Ya no importa, todos se han ido —respondí. Sentí que las lágrimas amenazaban con caer.
—Espera, dijiste que eras una esclava… —preguntó.
—Yo era la hija de Alpha Andrew de la manada Clear Water. Nuestra manada fue atacada hace muchos años. Soy la única sobreviviente que yo sepa. Dudaba mucho que alguien más haya logrado escapar. Alpha Carl me encontró y me llevó al orfanato hasta que alcancé la mayoría de edad. Cambié esa noche, pero nunca desde entonces. Nadie me cree cuando se lo cuento. De todos modos, debido a que no cambié a los 16 como la mayoría, me convirtieron en su sirvienta, ya que, según ellos, no era capaz de hacer otra cosa —admití sintiéndome muy avergonzada. Nunca le había contado esto a nadie, al menos no a alguien a quien le importara.
Jugué con mi cabello, evitando la mirada perdida de Brandon.
—Lamento tu pérdida —respondió, pareciendo estar sumido en profundos pensamientos—. ¿Por qué no salimos y hacemos algo divertido esta noche? Es sábado después de todo. No tengo entrenamiento por la mañana y tú ni siquiera has salido de la casa aún. Vamos a animarnos.
—¿Sí? ¿Como qué? —Me emocioné.
—¿Hay algo que te gustaría hacer? Supongo que no has tenido mucha opción en los últimos años —dijo.
Pensé por un minuto.
—¡Ya sé! —exclamé.
***
Tres horas después.
—Ya sabes, cuando dije que podías elegir lo que querías hacer, no pensé que morir de hipotermia estaría en la cima de tu lista.
—Bebé grande, eres un lobo, ¿no? El frío no debería afectarte tanto. —Le lancé una mirada y seguí nadando.
—Sí, pero es octubre, el agua está helada, lobo o no. —Se estremeció—. Estaba pensando en algo como cenar, ver una película, tomar una cerveza o algo así. Supongo que debería ser más específico y excluir la hipotermia de la lista.
—Mi madre siempre solía decir que la naturaleza tenía propiedades curativas y siempre me ha encantado el agua. —Cerré los ojos y floté boca arriba, abrazando el frío—. Esto es exactamente lo que necesitaba.
—Podríamos haber hecho nudismo, al menos habría sido una vista mejor —se burló.
—No seas pervertido.
—Bueno, dado que ya me explotaron los testículos azules, lo doy por terminado. Tómate tu tiempo, pero yo me estoy secando. —Fue a buscar una toalla que dejamos en el borde de la orilla del río.
—Solo estaré unos minutos más —llamé. Me tomé un momento para apreciar el paisaje una vez más. No se comparaba con mi manada, ni de lejos, pero era algo.
El río solo tenía unos pocos pies de profundidad en esta sección, las aguas ligeramente turbias aún por nuestra intromisión. Había grandes rocas grises a ambos lados de la orilla. Algunos árboles estaban cerca, habiendo perdido la mayor parte de su vivacidad, cediendo al cambio de estación. El cielo se estaba volviendo gris y nublado. Si tuviera que adivinar, la lluvia vendría pronto.
Salí del agua y encontré a un Brandon enojado sentado en una de las grandes rocas grises, luchando por secarse.
—Gracias —dije mientras me sentaba a su lado, acurrucando mis rodillas contra mi pecho y envolviéndome en la toalla.
—La próxima vez yo elijo lo que haremos.
—Me refiero a todo. Me protegiste...
—Voy a detenerte ahí mismo. Me dieron órdenes de hacer un trabajo. Eso es todo lo que es; un trabajo. No soy una buena persona y no soy tu amigo.
—¿De alguna manera te ofendí? —pregunté, desconcertada—. Tus emociones me están causando un latigazo.
—Necesito una cerveza —dijo, levantándose para irse—. Vamos.
“Cabrón” Sienna escupió.
Rodé los ojos pero inevitablemente me levanté y lo seguí de regreso a casa. Fue un paseo tranquilo de vuelta, ambos rumiando algo aparentemente. Rápidamente nos vestimos con ropa seca y salimos. Me aseguré de llevar una bufanda para esconder mi cuello. Aún no era fan de mi nueva marca falsa, incluso si me mantenía a salvo por el momento.
Diez minutos más tarde, nos acercamos a una cabaña con letreros de neón iluminando la fachada del edificio. “Neal's” estaba escrito en el costado, pintura blanca desprendiéndose y revelando los bloques de ladrillo rojo debajo. Recuerdo vagamente haber pasado por este lugar una o dos veces cuando vivía en el orfanato. Estoy bastante segura de que me distraje soñando despierto y me alejé, afortunadamente mi lobo me guió de regreso a salvo.
—Aquí, diviértete —dijo Brandon, dándome un billete de veinte.
—¿Para qué es esto? —pregunté.
—Ve a comprar una bebida, relájate un poco. Te encontraré más tarde —dijo antes de desaparecer entre la multitud.
“Guárdalo” ordenó mi lobo.
“De acuerdo mandón, de todos modos no iba a gastarlo”.
Guardé el dinero en el bolsillo de mis vaqueros y caminé más adentrándome en el bar lleno de gente. Finalmente encontré un asiento libre en la barra y pedí agua a un bartender poco impresionado.
Empecé a observar a la gente. Vaya que eran interesantes. Vi a varios hombres intentar hacer avances hacia algunas de las lobas, algunos tuvieron éxito y prácticamente salieron corriendo del bar, mientras que otros fueron rechazados y pasaron a la siguiente persona disponible. Luego estaban los animales de fiesta, aquellos que pasaban toda la noche bailando frenéticamente en la pista de baile, algunos incluso se rozaban de forma sugestiva. Demasiada exhibición pública de afecto para mi gusto. Me volví hacia la barra, sorbiendo mi agua y mirando todas las botellas medio vacías de licores caros que se acumulaban contra la pared trasera, preguntándome si debería buscar a Brandon.
—Del chico de allí —dijo el camarero, deslizando una bebida hacia mí.
—¿Eh? —Miré a mi alrededor para ver a quién se refería.
—A ti, chica del agua. Ese chico allá en la esquina te compró una bebida —dijo mientras limpiaba un vaso con una forma elegante.
—¿Por qué estaría haciendo eso? —pregunté.
Rodó los ojos y se alejó.
—Cuando alguien te compra una bebida significa que le gustas —dijo una loba sentada a dos asientos de distancia de mí. —Bébetela—. Sonrió antes de echarse un trago de su vaso.
—¿Alguien gusta de mí? ¿Cómo pueden si ni siquiera me conocen? —pregunté.
—No lo pienses demasiado, cariño, solo bebe. ¡Salud! —dijo, chocando su vaso con el mío.
—Umm, de acuerdo. —Levanté el vaso hacia mis labios y di un sorbo tímido. Lo que fuera que fuese, me quemó al bajar, pero me dejó una sensación cálida por dentro.
—¡Trágala, chica! —animó la loba, inclinando el vaso más alto, haciéndome beber más.
Sentí un ligero mareo una vez que terminé. Creo que escuché al camarero llamarme “novata”, lo que sea que eso signifique. Afortunadamente, la sensación de mareo no duraría mucho. El metabolismo de los hombres lobo era el doble que el de los humanos, así que se necesitaba más para emborracharnos o drogarnos, o eso aprendí en la escuela.
—Soy Amber, por cierto —se presentó, sus palabras algo arrastradas.
—Sierra. Es un gusto conocerte.
“¿Lo es?” Sienna intervino.
Tuve una conversación trivial con Amber, eventualmente cediendo y gastando el dinero que Brandon me dio en una hamburguesa gigante y papas fritas. El hombre que me compró una bebida envió otra, que le di a Amber.
—Conseguiste una bebida, ¿eh? Buena chica. Vamos. —Brandon sonrió, parecía inestable de pie y olía a humo.
Nuestro paseo de diez minutos de regreso a casa duró el doble debido a que Brandon me utilizó como apoyo. Se había divertido demasiado, de eso estaba seguro. De alguna manera logré quitarle los zapatos y los pantalones y ponerlo en la cama. Él lo hizo por mí una vez, al menos yo podía hacer eso por él.
—Mmm, ven aquí —dijo.
—¿Qué? —pregunté, dando un paso más cerca.
Agarró mi mano y me atrajo hacia él, sentándome sobre sus caderas.
—Qué pérdida. Una esclava como tú no debería ser tan hermosa.
Inhalé bruscamente, su comentario despectivo me tomó desprevenida. Intenté moverme de encima de él, pero su agarre se apretó aún más.
—¡Déjame ir! —grité, logrando liberar uno de mis brazos de su agarre.
—Vamos, sé una buena esclava y ponte de rodillas.—dijo, volteándonos para que él estuviera ahora encima de mí, aplastándome con su enorme peso. —O mejor aún, pon tu espalda—. Su boca se estrelló contra la mía, intenté empujarlo pero eso solo pareció excitarlo más, en un movimiento rápido tenía ambas manos sujetas por encima de mi cabeza en una de las suyas. Su mano libre se deslizó debajo de mi camisa y sujetador, sus dedos comenzaron su asalto a mis pezones.
—¡Detente! —grité, mordiendo su labio lo suficiente como para hacerlo sangrar. Sorprendentemente tenía buen sabor.
Se alejó de mí, y se frotó los labios con su mano libre, revelando sangre en sus dedos. Sus ojos ahora completamente negros recorrieron mi cuerpo con lujuria.
—Así que nos gusta brusco. —Su voz era ronca, su pecho jadeando por el aire. —Puedo ser brusco—. Sus ojos brillaban con un destello que nunca quise volver a ver. Sacó una garra y la arrastró por mi mejilla. Sentí lágrimas empezando a caer.
—Por favor, detente —supliqué.
—Tu cuerpo lo desea, simplemente tómalo — respondió él.
Usó su garra para arrancarme los pantalones, dejando al descubierto mis bragas.
—Me pregunto cómo sabrás. Descubramos, ¿de acuerdo? —Metió sus dedos debajo de mis bragas y los deslizó entre mis pliegues húmedos—. Mmm, ya estás tan mojada.
Moví las caderas en protesta.
—¡Suelta!
Ignorando mis protestas, él rasgó mis bragas de un solo movimiento. Nos acomodó para mantener mis piernas separadas y comenzó a masajear mi clítoris.
—No te preocupes, me aseguraré de domarte, por delante y por detrás —dijo mientras movía sus dedos para masajear mi entrada trasera. Algo se rompió en mí en ese momento, algo salvaje, una energía cruda que nunca supe que tenía.
—¡DIJE QUE PARES! —Mis manos se liberaron y una ráfaga de color rojo salió disparada hacia Brandon, haciéndolo volar por la habitación. Aproveché la oportunidad para correr fuera del dormitorio, atravesar el pasillo hasta la oficina de Brandon. Cerré la puerta detrás de mí y empujé el escritorio contra la puerta. Y entonces, lloré.
***
Debo haberme quedado dormida en algún momento. Me desperté con el sol brillando en mis ojos a través de la ventana. Los acontecimientos de ayer inundaron mi memoria y me senté inmediatamente. Estaba todavía medio desnuda, el escritorio aún actuando como un escudo contra la puerta, la casa estaba en silencio.
Miré el reloj, eran un poco después de las 5 am. Brandon suele levantarse a las 6 am para liderar el entrenamiento. ¿Fue realmente anoche la influencia de drogas y alcohol? Si es así, nunca quiero estar cerca de alguien así de nuevo. Espero que Brandon despierte sobrio y que las cosas vuelvan a la normalidad.
“Ni por casualidad”, dijo Sienna sin expresión. “Es un pedazo de mierda, casi se lleva lo que le pertenece a nuestro compañero”.
La oficina de Brandon lucía vacía, inusualmente vacía. Paredes desnudas, un escritorio de metal sin nada encima, una silla giratoria, una estantería de madera sin libros, una silla tapizada verde y una mesa auxiliar de madera con un pequeño cajón. Cuando el Alfa Carl entregó los expedientes de los guerreros, Brandon me dijo que no se me permitía entrar en su oficina por razones de privacidad.
Después de unos minutos, mi curiosidad se apoderó de mí. No tardé mucho en encontrar la llave del cajón del escritorio que estaba escondida en el cajón de la mesa auxiliar al otro lado de la habitación.
Desbloqueé su escritorio y comencé a revolver todo. El primer cajón era pequeño y estaba lleno de notas adhesivas y algunos bolígrafos y lápices. Parecía haber un archivo sobre cada m*****o de la manada. Qué interesante. Busqué primero el de Heather, y por supuesto, estaba desaparecido. Qué perfecto.
Me pregunté si tendría un archivo yo misma. Rápidamente fui a la sección 'W' y hojeé los papeles. Nada. Lo suponía. Fui al último cajón. Solo había unos pocos archivos en él. Los saqué y comencé a hojearlos. Me detuve cuando encontré un archivo con un símbolo que coincidía con el tatuaje de Brandon.
“Sienna, ¿qué estoy viendo?”, pregunté.
“No estoy segura, pero tengo un mal presentimiento...”
Abrí el archivo y comencé a hojear los papeles.
Juro solemnemente cumplir con las leyes establecidas… Mantener una línea de sangre pura. Eliminar a todos los híbridos y a quienes los protegen.
Firmado, en este día, Brandon Turner 26/05/08.
—¡Diosa mía! —Me tapé rápidamente la boca, esperando que él no me escuchara. Busqué entre más papeles y encontré un mapa. En él estaban marcadas ubicaciones de manadas, algunas estaban tachadas, otras circuladas. Busqué durante un minuto antes de encontrar una que me rompió el corazón. “Aguas claras”, una gran “X” la cubría.
“¿Qué vamos a hacer?”
“Necesitamos irnos de aquí, por si no lo recuerdas, anoche disparaste a ese asqueroso a través de la habitación. La última vez que lo comprobé, los hombres lobo normales no pueden hacer ese tipo de cosas, dijo Sienna con mucha convicción”.
—Sierra —llamó Brandon.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Rápidamente doblé el mapa y lo metí en mi sujetador.
—¿Qué quieres? —le respondí bruscamente.
—¿Por qué estás en mi oficina? ¿Qué pasó anoche? No recuerdo haber llegado a casa —dijo a través de la puerta.
—¿No recuerdas la noche pasada? —pregunté incrédula.
“Esto podría ser nuestra única salvación”.
Mi loba tenía razón.
—¡Ve a buscarme ropa primero! —grité.
—¿Ropa? ¿Por qué necesitas ropa? —preguntó.
—¡Solo hazlo!
Un minuto después, hubo un golpe en la puerta. Moví el escritorio con cautela y abrí la puerta un poco para agarrar la ropa. Me vestí y lo más silenciosamente posible guardé los archivos y volví a cerrar el escritorio, poniendo la llave en su hogar no tan secreto.
—¿Puedo entrar? —preguntó.
Me tomó un momento, pero acepté a regañadientes.
—Está bien. —Desbloqueé la puerta y al momento siguiente él entró caminando.