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Insólito encuentro

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Presenciará en la habitación equivocada un asesinato del cual ella intentará escapar sin ser vista, al descubrir que no solo debe proteger su vida, debe volver a su pasado que creyó olvidar y superar, evitando hacer caso omiso a sus sentimientos y emociones causados por Sebastián Gedri, al aceptar el trato del que él podría convertirse en un judas al saber su pasado y mostrar quien es en verdad, involucrando ambos a sus familias, amigos y su amor insólito.

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Capítulo 01: Tarjeta 614.
Emilia es una chica muy independiente, pero reservada, nació en una pequeña ciudad de una familia muy conservadora, una vez que termina el bachillerato sale de su ciudad natal para vivir y trabajar en la gran ciudad. Emilia sale de vacaciones está feliz, pues, tiene muchos planes a la mitad de sus vacaciones ha planeado ir a una convención de comics, pues, es fanática de ellos ha comprado su boleto en la estación para ir y visitar la ciudad Aluciad lugar donde se presentará en el evento del aniversario anual del show Raficas. La madrugada del viernes Emilia se levanta, cambiándose el pijama por vaqueros de cintura alta con su polera roja y tenis del mismo color, se hace una coleta. De pronto oye el claxon de su Uber que pidió horas antes. Sale de prisa con la mochila a su espalda y su maleta de ruedas, al llegar ve bajar al hombre que la ayuda a subir su equipaje a la cajuela, suben al auto para ir a la estación del autobús que la llevara. Mira por la ventana el millón de carros detenidos por el semáforo, rojo también ve a una mujer vender churros y al muchacho limpiacristales que su chofer niega amablemente su servicio. Al llegar a la estación del autobús bajan y le entrega su equipaje a lo que ella paga y agradece, entrando y dirigiendo sé por el pasillo, ve una cafetería abierta, mira el reloj de su muñeca siendo que faltaba media hora, decide entrar y comprar su café americano para despertar. Llega a la sala de espera tomando asiento para escuchar la salida hacia la ciudad, Aluciad, sopla y toma su café, mientras revisa su Messenger teniendo a la mano su hoja impresa donde se muestra su boleto que adquirió con el número de asiento. Escucha la conversación de una niña que habla con la señora mayor que nota, es su abuela, las escucha reír, siente su pie dormido, se levanta terminando su café para tirar el vaso en el bote de basura, camina yendo a las puertas de cristal dejando sus cosas sin quitar le la vista. Mueve los pies al escuchar sonar y vibrar su móvil mira y ve que es su amiga Keren contesta: —Emi. —Buenos días, Keren ¿Cómo estás? —Bien, Emi trabajando, tengo muchas ganas de verte. —Qué bueno si ya estoy en el aeropuerto falta poco para salir. —¿Te hospedarás en Derrapen? —No ya, reserve en ambos mundos. —Es un buen hotel Emi cuando estés acá me llamas para que vayamos a comer y después a la discoteca. Emilia rueda los ojos al escuchar eso, siendo que no tiene pensado salir a la discoteca, pero por suerte llevaba ropa extra y dice: —Kenia solo voy de entrada por salida. —Emi no me digas eso. —Lo siento, Pero ya voy a abordar, te llamo cuando llegue adiós, amiga. —Adiós. Toma la mochila y su maleta, se dirige a la puerta correspondiente donde una mujer uniformada recibe los boletos deseando un buen viaje a cada pasajero, la cola es algo larga en la que ella se forma. Va detrás de una mujer mayor con su bolsa grande rosada y su caja de cartón bien sellada y con mecate, detrás de ella un adolescente con su mochila campera charlando con el otro chico sobre ir a al río de los sapos, recomendación de su hermano. Los ve mirando de reojo y ríe al ver el cabello de ambos de que apenas se levantaron y se peinaron. —Señorita su boleto. —pide amablemente y rápido. Ella se lo entrega, lo revisa para después desear le un buen viaje, va hacia donde se encuentra el chofer que recibe los diferentes equipajes de los pasajeros guardándolo en la cajuela que se encuentra a la esquina. Verifica que con la engrapadora de números que lleva a la mano etiquete su maleta y le entrega su ticket, al tomar lo y dar se cuenta que le toco el número seis sube buscando su número de asiento, que con suerte está junto a la ventana. Su acompañante de alado es una mujer de pelo blanco con huipil bordado, empieza a avanzar. Saliendo del estacionamiento manejando para salir de Terráqueo, van atreves de la carretera, ella mira la ventana con sus audífonos puestos, escuchando música de su iPod, mira el paisaje de montañas, terrenos baldíos, casas y campos de siembra. Cuando ve a lo lejos un cerro incendiarse, las llamas son fuertes y el humo gris que aumenta, se da cuenta de que su compañera de viaje también lo ve, ella apaga su música y baja sobre sus hombros los audífonos, establecen una conversación agradable. Le habla de que irá a ver a su hija y nietos, en cambio, Emilia le habla sobre el Show Raficas que será en el lugar Quinto Nadaría porque es fanática de las historietas. En eso miran hacia arriba donde está una pantalla encendida, comenzando una película de acción, ambas dejan de hablar mirando la película, se escucha que en el televisor que se encuentra más adelante también está, pero algo atrasada. No sabe en qué parte se quedó dormida y despierta al girar la cabeza le duele su cuello. —Debí dormir mal acomodada. —se dice así misma. Ve por su ventana que se encuentran en Cándano, no faltaba mucho en llegar, suspira de emoción reconociendo que su autobús salió a las 12:15 am, se quita su coleta para peinar su cabello con el cepillo que saco de su mochila haciéndose una media cola con su liga. Saca el celular, se pone a jugar con él, cuando escucha la voz del conductor en las bocinas redondas anunciado que llegaron a Aluciad agradeciendo por elegir su transporte. Mira el reloj de su muñeca, efectivamente habían llegado a las 08:45 am todos los pasajeros se levantan, las pláticas de extraños comienzan, pero ella solo se ocupa ignorándolas. Tomando su mochila su plan es llegar al hotel, descansar y dormir, ella camina detrás de la señora, ambas bajan para ir por sus respectivas maletas. Emilia toma la suya, se despide de la señora saliendo del lugar cuando decide irse en camión, sube y se sienta, siendo que está lleno por los estudiantes, al ver que ya está cerca de su hotel, anuncia su parada y se detiene, ella baja y solo debe caminar una cuadra. Al llegar al hotel un joven mozo la recibe, le parece universitario, se presenta como Rodrigo subiendo su maleta a su carrito mientras la señorita de recepción dando le la bienvenida. Y le entrega su tarjeta blanca con la imagen plasmada de la silueta de una llave amarilla que se lee ENTER y al reverso su número de su respectivo cuarto quinientos dieciséis. Al subir y salir del ascensor tropieza con un hombre de estatura media que la tomo del brazo, al quitarse sus lentes oscuros y ver caer a Emilia. —Disculpe, ¿está bien? El hombre habla enseguida sin soltarla, recorre su vista al verlo con un casual outfit de tonos grises y negros, mira ese par de ojos cafés y rostro angelical sonriendo, no muy gordo cabello fresco, color marrón corto, le calcula unos 42 años Emilia sonríe. —Sí, gracias. —responde apenada enseguida. El sujeto lee las letras blancas de su polera “nadie me ha podido imitar”, para que luego cada uno siga su camino, el hombre se queda dentro del elevador. Caminaba junto con el joven botones que la guio a su habitación, ve ella que toca la puerta con sus nudillos, enseguida al no tener respuesta alguna, abre el muchacho de 20 años cabello n***o bien peinado y habitualmente con su elegante uniforme y chaqueta de tonos oscuros, con brillantes lista de botones de metal, encendiendo la luz. Permitiendo entrar al huésped, ella miró la textura de madera barnizada del piso, el concepto del lugar moderno, vanguardista e innovador, decorada elegantemente, él ya había recogido las cortinas, visualiza los matices cafés que es básicamente un naranja obscuro. Sus ojos marrones claros expresan su emoción, Roberto le muestra el balcón que da vista a la plaza, mira a su clienta con una sonrisa que se dibujó en sus labios, atenta, escucha los funcionamientos de luces, el aire acondicionado, teléfono de la habitación, la calefacción, el minibar y televisor. Por último, el fajín acomodo el equipaje en el lugar correspondiente de la reposamaleta plegable de madera, retirándose del cuarto. Emilia solo se acostó a la cama king, para después quitarse los tenis rojos, vuelve a recostarse, hace un puchero al recordar haber tomado ese café americano, fue una mala decisión, siendo que su cabeza sería un caos si despertaba muy tarde. Al final se quedó dormida, pues, el viaje había sido cansado. Eso de las cinco de la tarde despierta, gira la cabeza al ver la puerta deslizada abierta, disfrutando del viento que entraba y gozando de la panorámica que se veía toda la ciudad era espectacular. Regresa a la cama se queda un rato más, tomando de la mesa de noche su teléfono leyendo su w******p, saludando a uno que otro contacto para después mirar sus r************* , en el cual descubrió algo que la emociono al saber que el actor de doblaje de su personaje favorito el guasón estaría presente. Decidió levantarse yendo por su maleta sencilla que siempre usaba, su viaje era de entrada por salida, poniendo la encima de la cama, deslizando el cierre ya abierto de par en par, llevaba lo indispensable para evitar llevar exceso de equipaje no piensa quedarse mucho tiempo. A lo que saca y acomodar su par de zapatillas azules altas con tallado de agua, al igual que sus botas y la ropa que tiene muy bien guardada en una bolsa trasparente con cierre deslizante, no desea que se dañe para así llevar la bien el día planeado que usara su traje. Mira el interior del armario dividida en secciones con sus pertenencias anteriores, que figuran sin hacer falta su vestido azul corto colgado en un perchero, unos jeans negros doblados en un cajón, al igual que su blusa delgada gris de pequeños pétalos, cierra ambas puertas plegables de madera. Al ver el marco del mismo material que divide la puerta del cuarto del baño entra mirándose al espejo levantando su cabello simulando una coleta para después dejar la suelta, baja la mirada viendo la barra de madera y lavabo blanco, que a sus lados estaban algunos productos cosméticos gratis del hotel. Toma el botecito con líquido transparente de champú y toallitas húmedas blancas, los deja donde estaban y abre la llave del agua para refrescar su cuello. Pone sus manos mojadas en su nuca haciendo círculos al recordar haber dormido en esa horrible incomodidad del asiento de pasajero no fue lo mejor, entra a la ducha a refrescarse, sale. Toma entre sus dedos, la parte derecha de su cabello delantero pensando que mañana tenía una cita, vuelve a la cama tomando el control remoto cambiando los canales y sacando de los pequeños bolsos de su maleta la libreta de autógrafos y su cámara fotográfica. Escucha y ve la serie animada de unos hermanos que visitan a sus tías en un pequeño pueblo con extraños misterios, mientras abre y lee las páginas verificando cada firma de cada actor que ha obtenido. Al terminar dejo encendido la TV y sale al balcón, mira los alrededores vuelve adentro y decide salir a pasear e ir a mirar la alberca del hotel, se deja el pelo suelto y cepillado, al estar en la planta baja se dirige a la piscina, no hay mucha gente cuando una mujer bien arreglada se acerca a ella. —Buenas tardes mi nombre Estela, ¿usted está hospedada en el hotel? Emilia ve su cabello rubio y una sonrisa bonita. —Buenas tardes me llamo Emilia, si me hospedo aquí. —Excelente estamos invitando a nuestros huéspedes a la fiesta de aniversario de nuestro restaurante a las ocho de la noche. —dijo Estela. —Muy bien gracias. —contesta Emilia asintiendo con la cabeza, se despidieron. Ella decide ir a su cuarto y ponerse aquel vestido. Llega al elevador, sube en lo que mueve la cabeza de que “según” saldría a alguna discoteca con su amiga, era mejor llamarla cancelando la salida y mejor invitarla a venir, para así divertirse en la fiesta del hotel. Llega a su piso, sale y camina, reconocía que cada que estaba en ese pasillo se sentía como si estuviera en la película del resplandor, eso provocaba que riera, pero ya al estar frente a la puerta de su habitación abrió y entro sentándose a la cama. Al tomar su celular y llamar a su amiga se quitó los tenis mientras escucha como está llamado, al quitarse los calcetines se escucha el buzón y decide dejar el mensaje. —Hola Keren siento no haberte llamado antes, llegue muy bien, pero que te parece si vienes a la fiesta del aniversario del hotel es a las ocho, espero vengas adiós. —dice Emilia con su voz bonita cortando la llamada y dejándolo en la mesita. Ya de noche camina descalza al baño siendo que eran más de las siete, Alza la cortina trasparente de flores, al ver las paredes de cerámica café claro mira la y tina, quedo desnuda entrando a bañarse por solo 30 minutos para salir del cuarto de baño con la tolla en su cabello y cuerpo. Dado que se había puesto su ropa interior del mismo color de su vestido Blue que tenía ya puesto, ya solo se cepilló el cabello haciéndose ondas, al tener un maquillaje natural sin olvidar sus labios de rojo y lista toma su bolso de mano, sale camina hacia el elevador. Pero presiente que olvida algo, da una pequeña revisión abriendo su bolsa, tiene todo, pero vuelve a su puerta, pasa la llave, no abre, miró a su alrededor, nadie decide ir a recepción, camina hacia el ascensor, al abrir entro, espero, miraba como cambiaban los números hasta que llego. —Buenas noches mi puerta no abre. —dijo Emilia dejando la tarjeta en la barra de la recepción, aunque nota a la chica frustrada mirando la pantalla de la computadora, voltea le dedica una sonrisa fingida que su cliente le pareció ver al leer su nombre en el gafete. Ella tomó la llave tarjeta. —Ya se la cambio. —dijo Liliana. —Muy bien gracias. —contesta, toma la tarjeta que le entrega Liliana sin verla, la guarda de ahí se dirige al restaurante. La fiesta ya había avanzado, se sentó en una de las bancas negras recargada en la barra, pidió una cerveza que tomo posteriormente fue invitada a bailar. Por un hombre alto, elegante, de tez moreno, claro, de ojos grises, con traje, cuello inglés y de juego, su corbata negra pareciera un cantante de ópera que se presentó como Teodoro, solo bailaron dos temas, lo poco que conversaron fue que él había sido contratado para cantar en un show de teatro. Ella va a la barra tomando una copa de vino que pidió, sus ojos se toparon en los ojos verdes que la observaban, era un hombre alto, cabello n***o corto y delgado, un poco musculoso con anteojos, Emilia asintió alzando su copa hacia él con una sonrisa, después de eso lo perdió de vista. Teodoro se acerca a Emilia para despedirse, siendo que su manager lo espera para tomar un vuelo, se despiden con un abrazo y un beso en su mejilla. Continuaba sentada al ver su alrededor lleno de personas desconocidas entrando y saliendo, pero nada de su amiga, el barman pregunta si desea otra copa, a lo que ella niega agradeciendo, pues, su aburrimiento llego y decidió subir a su habitación. Se encuentra dentro del ascensor, saca de su bolso de mano su tarjeta, lee el número seiscientos catorce se enfada al ver botones brillando y que su piso sea de los de arriba, ve salir a un hombre cargado a su hijo dormido y su esposa camina junto a él. Emilia, ocupada en su móvil revisando su agenda y calendario, por un instante se queda sola en esas cuatro paredes frías hasta que las puertas metálicas se abren de par en par, ella sale y camina por ese pasillo. Pero siente un sabor amargo en la garganta, busca el número de su puerta al encontrar pasa la tarjeta que se abrió automáticamente, la joven entro se lanzó a la cama estirando sus brazos y cuerpo, respirando piensa en quitarse las zapatillas. Al escuchar voces rápidamente ve su alrededor “algo no está bien” se mueve rápido, escondida en el closet miro por las rendijas, sus ojos avellana observan horrorizada a un hombre tirado al piso desangrándose y otro hombre limpiaba su navaja de sangre con un trapo. Que él había sacado de su bolsillo n***o y continuó con sus lentes que se le había salpicado de sangre, en ese instante asustada se tapó su boca con su mano para no gritar y observo que el hombre que volvía a ponerse sus anteojos era el de los ojos verdes que la había observado. Ahogó su grito y se erizó su piel, por el momento se quedó sorda, era común que le sucediera más si renacía el miedo en ella no entendía lo que el criminal decía o si reía continuaba siendo espectadora. Al ver una maleta negra cerca de la cama, al escuchar dos vasos de vidrios rotos que habían caído cerca del hombre, el piso empezó a tomar otro color como si la sangre la devorara, al notar quién es el sujeto muriendo abre sus ojos, cree escuchar al hombre parado a los pies del otro riendo. Y memorizando todo el cuarto, enseguida ella da algunos pasos topándose con sacos de colores oscuros, al pegar la espalda descubierta a la pared que la siente fría del armario se sentó con las piernas dobladas recargando sus brazos sobre sus rodillas desnudas por su vestido corto azul marido de encaje. Para después, con sus manos, rodear sus piernas, ocultándose, percibe la colonia de los sacos y trajes que le causa dolor de cabeza, mientras mira la tarjeta que muestra el número 614, mentalmente se regaña por no darse cuenta de que no era su habitación acaso su mala suerte seguía viva. Comprendía que su primera tarjeta estaba dañada, pero la segunda equivocada solo por estar frustrada la recepcionista que solo por ser eficiente le entrego el número de tarjeta errónea, se limpia su lágrima, aunque se siente aún sorda, se tapa los oídos no quiere escuchar si lo tortura o él súplica. Está nerviosa, cansada en sí, convencida de que debe salir de ahí, no quiere de nuevo tener nada que ver con la policía y menos de volver a ser testigo, siente vibrar su abdomen, pues, su bolso lo tiene entre sus muslos y estómago. Emilia susurra: —¡Maldición! Intenta hacerse chiquita, pero sigue sonando, lo saca de su bolso de mano sin ver que las puertas están abiertas, ambos se miran sorprendidos, ve el miedo que está penetrado en los ojos de la chica, oculta con el teléfono en las manos, ella inconscientemente cree a ver lo apagado: —Emi. Se escucha en el auricular.

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