Capítulo 2: ¿Papá?

2673 Words
Narrador Omnisciente: …—Mami ¿Quién es él?... La tierna y curiosa voz que embargo la sala hizo que los dos amantes se tensaran por razones diferentes, pero a la vez parecidas. ¿Mamá? ¿Acaso eso niño había llamado a Amber mamá? ¿Cómo era eso posible? Matt se alejó un poco del rostro de su amada y con rapidez se fijó en la pequeña figura vestida con una divertida y adorable pijama de dinosaurio. El pequeñín poso su curiosa mirada en el desconocido y lo analizo con detenimiento y Matthew hizo lo mismo. El niño tendría 3 o 4 años quizás, su cabello era castaño oscuro y lo que más le sorprendía a Matthew eran los ojos del pequeñín. Eran verdes, como los de él. Amber estaba tan tensa como una estatua y sentía que el aire le faltaba a sus pulmones, mientras su rostro palidecía al ver como el hombre miraba a su hijo. Su mayor temor se estaba cumpliendo, ella no quería que Matthew viera a su hijo, no quería que se enterara de la existencia de Jayden. El pasado y el presente se enfrentan para cumplir un destino. El pequeño Jayden había nacido hace 4 años en la capital Noruega de Oslo y toda su corta vida ha estado rodeada de amor, afecto y calor, pero aún a su tierna edad sentía que le faltaba una pieza al rompecabezas de su vida. El pequeño era el fruto del amor ardiente que tuvieron Matthew y Amber hace años atrás; pero el hombre no lo sabía, pues cuando echo a Amber de su vida ella ya estaba embarazada y decidió no decirle nada al padre del niño. Ella tuvo a su hijo sola, sin la presencia de una figura paterna; solo con la ayuda de sus amigos y sus padres que decidieron viajar para ayudar a su hija. Andrew le había insistido un par de veces en decirle a Matthew que tenía un hijo, pero ella se había negado rotundamente. Para ella Jayden era de ella y no lo iba a compartir con el hombre que destruyo su corazón y la echo de su vida a patadas, como si ella fuese la peor de las criminales. Pero ahora el secreto peligraba y la verdad se asomaba en sus vidas, cambiando el rumbo de las mismas. Todo cambiaría. Matthew estaba lo siguiente impresionado, no sabía que Amber había tenido un hijo y esa verdad le hizo sentir un peso grande en el pecho, era como una fiera apuñalada directo a su corazón. Quizás había llegado muy tarde a su vida y ella había encontrado a otro hombre al cual amar, y ese niño era fruto de ese amor. ¡Maldición! Su mente maquinaba a gran velocidad, pensando en probabilidades cada vez peores. Pero al mirar más detenidamente al pequeño, más le llamaba la atención; había algo en ese niño, que despertaba la curiosidad del hombre… Él quería saber más. —Hola, pequeñín…—Matthew se alejó una shockeada Amber y se acercó al niño que lo miraba atentamente, al estar cerca de él se agacho a su altura para mirarlo mejor; sus ojos verdes cubiertos con largas pestañas lo miraban con mucha curiosidad, mientras Matthew le sonreía—¿Cómo te llamas? El niño de mirada verdosa y dulce; sintió un fuerte apego por el hombre; era cierto que él no entendía que hacia un desconocido con su madre, pero había algo que llamaba al pequeño a estar cerca del hombre. Llamado de la sangre le dicen. —Mi nomble es Jayden y teno cuatlo años—el niño aun tenia dificultad para hablar, pero se veía que era un niño muy inteligente. ¿¡Cuatro años!? Matthew sintió como su corazón dio un vuelco y se detuvo por completo dentro de su pecho, mientras su mundo se refrenaba por completo ante una posibilidad sorprendente que surgía de su mente. Era imposible; era imposible que… El hombre se volteo a mirar a la mujer que estaba en shock aun en la posición que él la había dejado; en su mirada oscura había cierto grado de temor y en la verdosa del hombre había una certera duda que avivaba el miedo en la mujer. La verdad tarde o temprano sale a la luz. Era obvio que el pequeño niño no entendía muchas cosas, pero algo en su pequeño pecho lo impulsó a hacer una arriesgada pregunta, que comprometería aún más a los dos adultos. — ¿Eles… mi papá? — quiso saber el niño con curiosidad y timidez. El de mirada verdosa abrió grande sus ojos ante la inocente y tímida pregunta del niño. Dirigió la mirada hacia el niño nuevamente y mientras más lo miraba, más se sentía unido a él de una manera que ni él mismo se podía explicar; era algo extraño ya que él jamás sintió esta conexión con alguien más, era como si hubiera un lazo que lo ataba a él. Ese niño tenía algo que el atractivo empresario no podía ignorar y su corazón le gritaba algo que no podía entender. Todo era tan confuso. — ¿Tu papá? —el hombre hablo casi sin voz y mientras una sensación indescriptible lo recorría. ¿Sería posible que…? —-Jayden, cariño; ve a tu habitación— Amber al fin pudo salir de su shock y decidió que era suficiente, ella no quería que Matt estuviese cerca de su hijo, pues si eso ocurría se sabría toda la verdad. Ella le temía a la verdad. El pequeño Jayden miro a su madre, al igual que Matthew. Amber trago grueso y sintió algo extraño recorrerla al tener dos miradas verdosas sobre ella y más aun siendo tan similares como las de Matthew y Jayden. Son padre e hijo después de todo. — ¿Él es mi papá, mami? —quiso saber con insistencia y con cierto grado de esperanza el niño. El pequeño solo quería saber eso, quería tener esa tan fantástica familia que tanto mencionaba su maestra en la escuela y que entre más escuchaba más quería tener. Amber no le gustaba mentirle a su hijo y más viéndolo así tan esperanzado, además ella sabía del ferviente deseo de su hijo de conocer a su padre. Ella le había dicho todos estos años que su padre se encontraba trabajando y por eso no había venido a visitarlo; era una mentira, pero era una mentira que protegía a su hijo. Y a ella… Todo se le estaba saliendo de las manos y Amber ya no sabía cómo controlarlo. —Jayden, ve a tu habitación; después voy a hablar contigo—dijo Amber que un poco de desespero que no le paso por alto a Matthew. Las reacciones de la mujer la ponían en evidencia y el hombre cada vez se llenaba de más certezas y preguntas sin respuesta. El pequeñín frunció su ceño e hizo un tierno puchero. Lo que más él deseaba era poder conocer a su papá y él sentía que ese extraño señor que tenía enfrente lo era. No se podía explicar, simplemente era un llamado por instinto desde lo más profundo de su ser. —Pelo… —Ve, campeón; hazle caso a tu mamá—dijo Matthew mirando al pequeño con una sonrisa, mientras apretaba una de sus sonrojadas y regordetas mejillas. El niño estaba un poco dudoso, pero al mirar los ojos del hombre lleno de ternura hacia él decidió obedecer a su mamá y se fue a su habitación a regañadientes, no sin antes darle ultimo vistazo al hombre misterioso que estaba con su madre. Era él. Ese fue el último pensamiento del niño antes de cerrar la puerta y dejar a ambos enamorados solos en completo y sepulcral silencio. Una palpable tensión se posó sobre ellos y ambos corazones estaban exaltados y muy acelerados. Amber sintió que todo el mundo que ella había creado para proteger a su hijo y a ella misma se estaba destruyendo con gran rapidez, pedazo por pedazo rompiéndose en miles de diminutos fragmentos. No quería enfrentarse a la realidad, quería seguir viviendo en el pequeño mundo de fantasía que había creado antes de que regresara nuevamente Matthew a su vida. Su hijo era lo más hermoso y real que tenía en su vida y lo único que deseaba era que él fuese feliz y no sufriera por nada. Esa fue la razón para huir de Manhattan, huir de entre tanto dolor y veneno. La mujer de cabello oscuro se removió con nerviosismo al ver que el hombre continuaba agachado en la misma posición, sin moverse siquiera un poco. ¿Qué estaría pensando ahora? ¿Qué pasaba por su mente? El guapo y exitoso empresario intentaba organizarse mentalmente, sus ideas estaban revueltas y así no podía pensar con coherencia. Esta situación no era para nada sencilla y necesitaba de todo su autocontrol. Su mente estaba calculando fechas y números; mientras más pensaba más coincidían. El niño era su hijo. Él lo sentía en su corazón y según las fechas esa posibilidad se hacía cada vez más real. Amber debía tener un mes de embarazo cuando él cometió el error de echarla de su vida; luego de ese terrible error que sumergió su vida en la miseria pasaron 8 meses más para que ella diera a luz y 4 meses después ellos cumplirían el primer año de separados; ahora tenían 4 años de separados y 9 meses aproximadamente, eso quiere decir que Jayden cumplió los 4 años recientemente. Todo encajaba. De pronto dos fieros sentimientos azotaron su corazón cual tempestad embravecida. El primer sentimiento era la absoluta alegría; tenía un hijo y eso llenaba su corazón de dicha, siempre soñó con un niño fruto del amor entre Amber y él, era la prueba más hermosa y pura de su amor; pero el segundo sentimiento no era tan hermoso como el primero. Él volteo con lentitud a mirar a la mujer quien trago grueso y se llenó de miedo al ver el sentimiento que llenaba su mirada. Rencor. Matthew se sentía herido y molesto. Hasta ahora se entera que tiene un hijo de 4 años; no estuvo para él los primeros años de su vida, no lo vio nacer para sentir la alegría al saber que nacio bien, no estuvo cuando dio sus primeros pasos para evitar que cayese y se lastimase, no estuvo cuando dijo su primera palabra para saber cuál fue. Él nunca estuvo para su hijo y eso le dolía. Con gran lentitud y elegancia Matthew West se levantó y se dio la vuelta a enfrentar a su amada. Sus ojos que antes ardían en pasión, ahora ardían en molestia. Se aproxima una gran tormenta. —Dime solo una cosa, Amber— la mujer tembló al ver el gesto salvaje del hombre y la manera en la que hablaba, como si tuviera ira contenida dentro de él—¿Jayden es mi hijo? El hombre estaba casi seguro de esa verdad, pero quería escucharla de los labios de la mujer y si no la obtenía de esa manera, pues la tendría de otra forma. Él estaba decidido a obtener la verdad, aunque su corazón ya la supiese. Amber trago grueso antes de hablar y se mentalizo una y otra vez cuales serían las palabras que debería usar para amansar a la fiera y no provocar la erupción de ese peligroso volcán. Un sudor frio invadió su tembloroso cuerpo, mientras miles de ideas rondaban su mente confundiéndola aún más. —Jayden es mi hijo y eso es lo único que importa—expreso la mujer, sintiéndose orgullosa de su seguridad. La mujer de piel clara no se esperaba la amarga risa del hombre por el cual aún late su corazón, aunque ella quiera esconder esa verdad. Como muchas otras verdades. —No me digas…—señalo el hombre con sarcasmo y algo de burla, intentando apaciguar su ira, para continuar como una persona civilizada—Tuviste que recibir algo ayuda, querida; tu solita no pudiste hacer un bebé—los ojos del hombre centellaban mirando a su amada, en sus ojos se encontraban encerrados centellantes sentimientos que se mezclaban entre sí— Ahora dime ¿Es o no es mi hijo? Amber empezó a sentirse muy mal, su cuerpo se sentía débil y sin fuerza. Tanto tiempo ocultando esta verdad, tanto tiempo viviendo en paz junto a su tesoro en esta tierra extraña que los adoptó, como si hubiesen nacido aquí. Bueno, Jayden si nacio aquí, pero estas no son sus raíces. Sus raíces estan muy lejos de aquí. —Matthew…—la mujer sintió un fuerte impulso de llorar, pues no quería enfrentarse a la realidad, que su mundo estaba siendo destrozado con gran rapidez frente a sus ojos y ella no podía hacer nada al respecto—Por favor ya basta… El hombre sintió una punzada dolor en su corazón al ver a la mujer de su vida así, parecía que en cualquier momento se derrumbaría, pues se veía débil, además estaba pálida y se veía angustiada. Debía entenderla, era demasiado por un solo día. Todo había pasado tan rápido que hasta él mismo se encontraba agotado. Matthew suspiro e intento controlarse, mirando largamente a la mujer. —Bien; han sido muchas emociones para ti por hoy, lo entiendo— dijo el hombre con tranquilidad mirando los cristalizados ojos de la mujer; le dolía verla así, pero le dolía aún más saber que ella le había estado ocultando algo tan valioso e importante—ahora entiéndeme tu a mí, necesito la verdad; pero será como tú quieras, mañana volveré por la verdad… — ¿C-cómo? —dijo la mujer con la voz rota y abriendo sus ojos espantada. ¿¡Mañana!? Otro día enfrentándose a esa mirada… El hombre la miro incrédulo. — ¿En serio crees que me iré sabiendo que posiblemente tengo un hijo? —La voz del hombre salió con un toque de indignación, pero eso no le importo, Amber temblaba pues lo único que quería era que Matthew desapareciera de sus vidas— Te dejare descansar hoy, pero mañana volveré…—dijo el hombre con seriedad caminando hacia la salida, mientras la pobre Amber se encontraba aun plasmada y temblando— y espero la verdad, porque si no me la dices yo la averiguare y será mucho peor, créeme. Fueron sus últimas palabras antes de salir dando un portazo que resonó por todo el lugar. La mujer se sobresaltó ante el fuerte ruido y cerró sus ojos de los cuales salieron dos grandes lágrimas que descendieron con rapidez de sus ojos, recorriendo sus mejillas dejando un húmedo sendero, para luego perderse en el vacio. Ahora la mujer debía pensar muy bien en que hacer a continuación. Habían sido 4 años de tranquilidad al lado de su hijo y aunque en momentos los recuerdos del pasado la atormentaban, no podía negar que era feliz en Noruega, junto a su hijo. Su vida soñada ahora se escapaba de sus manos como escurridiza agua escapando hacia la libertad. La mujer se dejó caer al suelo, al sentir sus piernas fallar; el lugar estaba frio y solitario e hizo todo en su poder para no sollozar fuertemente porque no quería que su hijo la escuchará llorar. Mucho tiempo le llevo poder construir esta vida y lograr su tranquilidad y ahora de un día para otro el destino le juega esta cruel broma. Temía decirle la verdad a Matthew, temía decirle que Jayden era su hijo, pues sabía que jamás se separaría de él y ella no sería capaz de dejar a su hijo; eso significaba que el hombre estaría presente en su vida más de lo que a ella le gustaría. Ella sabía que Matt tenía derechos, pues era el padre de Jayden, pero no lo quería cerca de su hijo…Ni de ella. Ahora debía pensar muy bien en que hacer, porque el mayor de los West no se quedaría tranquilo y no dudaría en cumplir su amenaza lo viese conveniente. Todo se ha complicado…
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