—¡Aahhh! —gemí mientras empujaba dentro de ese apretado coño.
No sabía quién diablos era ella, o cómo diablos terminamos aquí, pero no podía parar ahora. Se sentía demasiado bien.
La chica debajo de mí tenía su cremosa piel bronceada, y tenía curvas para morirse. Ella estaba de espaldas a mí, a cuatro patas, y no podía ver su rostro. Su largo cabello estaba todo recogido en una gruesa trenza de cola de caballo cuidadosamente hecha. Su cabello oscuro era lo suficientemente largo como para llegar a su trasero.
La estaba montando por detrás como un maldito maníaco. Mi polla virgen nunca se había sentido tan jodidamente bien. La calidez de su sexo estaba derritiendo mi m*****o dentro de ella.
Estaba completamente hipnotizado por lo hermosas que eran sus curvas y cómo su culo firme y redondo rebotaba con la fuerza de las embestidas que estaba recibiendo. Las embestidas que yo le estaba dando. Levanté la mano y la hice chocar contra ese trasero con fuerza, marcando su piel. Lo froté con mi mano, sintiendo el calor en su piel, aliviándola. Ella era demasiado sexy.
—¡Ahh! ¡Ahh! ¡Tan bueno! —King también estaba disfrutando esto.
Fui más rápido, dándole estocada tras estocada, llenando ese pequeño agujero al máximo.
Ella gimió, pero todavía no podía ver su rostro. Desde su lado, pude ver su pecho rebotar con fuerza. Me agaché y los agarré en mis manos. Eran jodidamente perfectos. Firmes y tiernos. Lo suficientemente grande para llenar mis grandes manos. Les di un suave apretón antes de viajar con mis manos de regreso a sus caderas. Su piel era suave y cálida.
—¡Ah! ¡Ah! ¡Más adentro! —suplicó, y yo obedecí felizmente. Me empujé más profundamente dentro de ella. La vi bajar el cuerpo y arquear la espalda. Su culo acomodado en el ángulo perfecto.
—¡Mierda! ¡Sí! —Estaba perdiendo el control sobre mis caderas.
Por lo grande que se veía mi polla entre sus piernas, podía decir que era mucho más baja que yo. Cerré un puño alrededor de su trenza, sintiendo el suave cabello sedoso en mi palma mientras lo tiraba ligeramente hacia mí. Sin embargo, no podía recordar cómo terminamos aquí.
«¿Por qué no podía recordar?».
Nuestros cuerpos se golpearon el uno contra el otro y ambos gemimos a todo pulmón. Pronto sentí que sus muros se cerraban alrededor de mí.
—Joder, se está poniendo más tensa.
—¡No pares, se esta corriendo, no pares! —King gruñía de placer.
Mis caderas fueron más rápido, mi polla golpeó ese punto dulce que tenía sus piernas temblando. Estaba tan jodidamente mojada, pero yo, por una vez, no pensaba en eso como fluidos corporales, hongos y bacterias. Esto se sentía bien, muy bien.
—¡Ahh, ahh! —gruñí en voz alta, tirando de esa trenza con más fuerza hacia mí, montándola como un animal. Su cabeza se echó hacia atrás, pero todavía no podía ver su rostro.
—¡Aahhh! ¡Aahhh! ¡Mierda! —chilló y su cuerpo tembló. Dejó que su cuerpo cayera completamente sobre el colchón y apretó las sábanas con fuerza, ahogando sus gritos en la almohada. Sentí sus paredes apretarse rápidamente sobre mi polla, succionándome. Me incliné y puse ambas manos sobre el colchón para soportar mi peso.
—¡Ahh! Tan jodidamente bueno. —King gimió mientras nuestras piernas perdían su fuerza con la intensidad de nuestro placer.
—Ahí mismo, pequeña, estoy a punto de correrme. —No conocía a esta mujer, pero seguro que sentía que estaba destinado a estar con ella. Dentro de ella. Mi polla mojada se deslizó dentro y fuera rápidamente. Mi cabeza hinchada estaba sensible a este nuevo sentimiento abrumador.
King se hizo cargo de mis embestidas, haciéndolas duras y profundas. Sentí que mi extremo chocaba contra su pared trasera y mis ojos se pusieron en blanco.
—¡Mmm, me estoy corriendo! ¡Me estoy corriendo! —Gruñí, consumido en éxtasis, sintiendo mis bolas apretarse al igual que el resto de mi cuerpo. Mi mano agarró sus caderas y apreté su piel debajo de mis dedos. Dentro de mi cabeza, King gimió en voz alta.
—¡Aahhh! —grité. Cuerda tras cuerda de esperma espesa saliendo rápidamente de mí.
Mientras me corría, mi cuerpo de repente se sacudió y me di cuenta de que todavía estaba acostado en mi cama. Mi respiración entrecortada y mi corazón latía fuera de control.
—¡Mierda! —grité.
—¡Santo cielo!
Sin pensarlo, le di una palmada a las sábanas sobre mi pene todavía sensible y sentí mi semen esparcirse dentro de mis calzoncillos. Joder, me vine en mis pantalones.
—King, ¿qué carajo fue eso? Se sintió demasiado real. —Todavía estaba teniendo dificultades para entender la realidad. Estaba conmocionado, mis piernas débiles, tal como había soñado.
—¡El mejor maldito sueño húmedo de todos! Aunque gemiste como una puta. (Risas)
—¡Cabrón! Hiciste esto, ¿no?
—¡No, maldita sea! ¿De verdad crees que si pudiera hacer eso antes, no lo habría hecho ya?
—Cierto, lo habrías hecho cada puta noche.
«¿Qué acaba de suceder?».
Alejé las sábanas de mi cuerpo y estaba a punto de ponerme de pie cuando lo olí. Aceite de argán y coco. ¡Tiana! ¡Tiana estaba aquí!
—¿Qué hora es? Voy tarde. —Miré mi reloj. Las nueve y media de la mañana. Se suponía que ya estuviese listo. Maldita sea, ya debe haber estado en casa más de media hora.
—Debes haberla olido nada más entrar. ¿Por qué no me despertaste?
—¿Y perderme la diversión? No, gracias.
—Sabes que hoy es importante, King.
—¡UPS! (Se encogió de hombros)
—¡Maldita sea! Ella debe haberme escuchado. ¡Joder, puede olerlo!
Salí corriendo de la cama, saqué la ropa interior limpia de los cajones y me fui directamente a la ducha. Salté a la ducha sin siquiera esperar a que el agua se calentara. Ropa puesta y todo. Abrí mi ropa interior y vi el desastre.
«¡Qué jodida vergüenza!».
—Vente, no estuvo tan mal. (Risas)
—¡Cállate, King! No es gracioso.
Luché por quitarme la ropa mojada. Con suerte, el agua eliminaría el olor. Podría intentar limpiar el desorden mientras estaba en la ducha. Una vez que me quité la ropa, tomé el champú y vertí mucho sobre ellos, frotándolos.
«¡Cada maldita vez! No puedo descansar».
—Yo no me quejaría si fuera tú. “Vino” a ti como un sueño hecho realidad.
—Para ya, no estás siendo gracioso, King. Eres un jodido dolor en mi trasero.
King me estaba molestando y lo sabía. Enojado, tiré la ropa en el piso de la ducha y me lavé vigorosamente, haciendo que mi piel se enrojeciera. ¿Cómo es posible que me sigan pasando este tipo de cosas? Tiana pensaría que soy un puto pervertido.
—¿Qué puedo decir? Supongo que ya se veía venir.
—¡Por el amor de Dios, King! Joder, basta.
—Nah, no me he divertido tanto en hace un largo, puto tiempo.
¿Qué va a pensar de mí? Estoy seguro de que lo escuchó. ¿Cómo voy a enfrentarme a ella ahora?
—No lo sé, princesa. ¿Qué tal si vienes y te confiesas? Apuesto a que ella vendrá corriendo detrás de ti.
—¡Eso es todo! ¡Ya no puedo más contigo! Tú, maldito, cabrón, hijo de… ¡Arrgh!
Salí furioso de la ducha y agarré una toalla. Me sequé ásperamente con ella.
—Dime una broma más y yo... yo...
—¿Qué, Idris? ¿No te viene nada a la cabeza?
Estaba a punto de gritarle cuando Tiana llamó a la puerta de mi habitación.
—Buenos días, Idris, buenos días, King, ¡el desayuno está casi listo! —dijo con su habitual voz dulce.
—¡Esto no se acabó, me las pagarás, saco de pelotas! ¡Maldito payaso! —Seguí murmurando insultos.
Frustrado como estaba, me puse mi ropa interior y salí corriendo del baño. Mi habitación estaba casi vacía, solo tenía una cama, un cajón, un espejo y una mesa de noche. Revisé mis trajes, escogí uno n***o y lo combiné con una camisa negra y un cinturón n***o. Luego arreglé el peinado corto de mi cabello castaño con gel. Del cajón superior, saqué un montón de servilletas, pares de guantes de látex desechables y desinfectante de manos, y los puse en mis bolsillos antes de salir. Me había vuelto bueno escondiendo todas estas cosas a lo largo de los años.
—No me sorprendería que también te metieras en el culo una bolsa de toallitas.
De pie frente a mi puerta, respiré hondo. Puse una mano sobre mi abdomen y mi cara se arrugó. Mi estómago se sentía extraño. Debo haber tenido hambre. Esperaba no haber pescado nada en el restaurante ayer.
—Oye estúpido, solo saca tu trasero de la habitación, ¿quieres? —King estaba ansioso.
Abrí la puerta y di pasos silenciosos hacia la cocina donde sabía que encontraría a Ti. Caminé hasta la esquina del pasillo. Colocando ambas manos en los bolsillos de mis pantalones, me detuve y la miré desde lejos. Todavía estaba preparando el desayuno. El brillante sol de la mañana que entraba por la ventana caía sobre ella como un foco de luz.
—¿Soy yo o esta casa siempre es más luminosa cuando Tiana está aquí?
—Ella lo hace todo mejor.
Tiana era especial. Siempre olía a limpio y a aceite de argán con cocos. Creo que es lo que usaba en su cabello. Tenía los rizos más gruesos y de aspecto más perfecto que jamás había visto. Una melena grande hasta los hombros que parecía tener vida propia. Siempre mantenía su cabello suelto y sus rizos rebotaban mientras se movía. Tiana era una persona muy sencilla. La mayor parte del tiempo vestía un mono de una talla demasiado grande, una camiseta sencilla y los calcetines blancos más perfectos que había visto en mi vida.
Notó que estaba detrás de ella y se dio la vuelta, sus grandes ojos verde azulado en forma de almendra se clavaron en mis ojos más oscuros, y me sonrió. Su piel bronceada brillaba con la luz del sol.
—Casi termino.—Señaló el taburete alto del mostrador, su sonrisa se hizo más amplia. —Siéntate, solo me llevará un minuto más. —Se dio la vuelta y siguió revolviendo los huevos.
Caminé hacia la isla de la cocina y me senté como ella me pidió. Mirando frente a mí, encontré que todo estaba en su lugar. Plato perfectamente colocado en el centro, tenedor a la derecha sobre una servilleta, cuchillo a la izquierda, sobre una servilleta, más servilletas listas y una taza de té al lado derecho. Cogí mi taza y la probé después de soplar un poco de vapor. Sí, la temperatura perfecta. Sabía exactamente cómo me gustaban las cosas.
—¿Descansaste? Aaron tiene esa gran conferencia hoy, en la ciudad, —dijo sin mirarme. Todavía estaba preparando la comida.
—Acerca de esta mañana... —Me rasqué el cuello, sintiéndome nervioso como lo haría un niño travieso.
—Está bien, sé que a King le gusta jugar contigo. Parece que lo disfrutaste esta vez. —Se rió y yo me encogí de hombros, avergonzado.
—¡Oye, no fui yo!
—Toma un golpe por el equipo.
—Sí, King se está comportando mal estos días, —dije, aliviado de poder culpar a ese hijo de puta.
—Escuché de Mildred que se deshizo de otra cita a ciegas. ¿Qué le dijo a esta?
—¿Quién diablos sabe, Ti? King nunca me dice una mierda. —Realmente no lo hacia. El maldito hacia lo que quería.
—Él solo está tratando de ayudar, ya sabes, a su manera particular. —Tiana se dio la vuelta con una sartén llena de huevos revueltos cremosos y chisporroteantes. Se me hizo la boca agua ante la vista. Puso mucho en mi plato y luego se sirvió un poco.
Cogí mi tenedor y no perdí el tiempo comiendo. Estaba delicioso.
—¿Qué pensaste de la chica? ¿Era linda? ¿Te gustó? —Preguntó Tiana antes de dar su primer bocado, y me quedé mirando sus labios carnosos mientras se movían durante un par de segundos.
Fruncí el ceño al pensar en esa mujer. Negué con la cabeza y seguí comiendo. Desde el otro lado de la isla de la cocina, Tiana se rió.
—¿Te fue tan mal?—preguntó mientras me miraba a los ojos—Sabes que algún día tendrás que escoger, ¿no?
Asentí con la cabeza pero no respondí. Seguí comiendo. Tal vez se detenga si no le doy comentarios. No quería pensar en conformarme o elegir pareja.
—¿Estás listo para la conferencia? —Ti dijo entre bocados.
Mi rostro se arrugó y ella se rió de nuevo. —No te la puedes perder esta vez. Esta es importante. Tú lo sabes. Si dejas a Aaron solo, lo arruinará todo. ¡Él es un idiota! —Se rió de sus propios comentarios. Tiana tenía razón, Aaron era un maldito inútil.
—¿Por qué no puedo hacer una videollamada o algo así? —No quería ir allí, joder. Iba a estar lleno de gente. Habrían docenas de personas extendiendo sus manos para que yo las estrechara. Nunca lo hacía. Todos pensaban que yo era un gran imbécil. Un idiota alto y musculoso. Prefiero que piensen así que tener que tocar las mismas manos que usan para sujetar sus pollas y limpiarse el culo. No, no va a suceder.
—Tú también te limpias el culo.
—Eso es diferente, es mi propio trasero. Y me lavo bien las manos. La Diosa sabe que algunas personas no saben para qué sirve el jabón.
Tiana comenzó a usar su teléfono después de colocarlo sobre la encimera.
Odiaba sentirme así, era agotador. Al menos en mis sueños, podía echar un vistazo a cómo sería ser normal. En mis sueños, no tenía que luchar con esta condición, pero siempre tenía que despertar y darme cuenta de que todo era solo eso, un sueño.
Terminé mi desayuno y bebí mi té. Desde el otro lado de la encimera, vi que la cara de Tiana se enrojecía.
—King… ¿Por qué carajo se está sonrojando?
No recibí respuesta.
—King… ¡Maldito infierno, King, contesta!
—Nada que sea asunto tuyo, princesa. —Apreté la mandíbula y negué con la cabeza.
—Es asunto mío cuando te metes con mi mejor amiga. —Tiana y yo habíamos sido mejores amigos desde que tenía memoria. Ella siempre ha estado ahí para mí.
—Vamos, un poco de diversión no matará a nadie. Mírala, le gusta. (Sonrisa)
Tiana se puso de pie, y me dio la espalda. Caminó hasta el fregadero y lavó algunos platos.
—¡KING! ¿Qué diablos le dijiste? Te lo juro, si pierdo a mi mejor amiga haré de tu vida un infierno… ¿King?
Silencio….
—¡Hijo de puta!
—Ponle una correa a tu perro, ¿quieres?
—¿Kendra?
—Sí.
Kendra era la loba de Tiana. Kendra era fuerte e inteligente, no bromeaba mucho. King también podría haberla cabreado.
—¿Qué acaba de hacer?
—¡Oh! ¡No quieres saberlo! (Risas)
«¡Mierda!».
Me palme la cara. ¿En qué me había metido este coño ahora? Me levanté y me acerqué al fregadero donde estaba Tiana, coloqué mi plato en la encimera y lo acerqué lentamente a Ti.
—Tiana, mira, no sé lo que te acaba de decir ese idiota pero… —comencé mientras rascaba mi cabeza, pero ella me interrumpió.
—No te preocupes, Idris, conozco a King, solo está... jugando. —hizo una pequeña pausa—En realidad fue un poco chistoso —dijo, mordiéndose los labios después de reprimir una risa. Sus mejillas se sonrojaron más.
«¿Debería siquiera preguntar?».
—Tan solo ignóralo, está bien, —dije, mirándola a sus ojos verde azulados y ella asintió, evitando mi mirada.
—¡Sí! Lo haré... —dijo, volteandose de nuevo. Respiró hondo antes de continuar con los platos. Fruncí el ceño. Dentro de mi cabeza, King se echó a reír.
«¿Acaso se estaban riendo todos de mí?».