Me senté en mi oficina, jugueteando con mi bolígrafo. Había pasado más de una hora y no había hecho nada. Por suerte, todos los documentos para la conferencia estaban listos y con Minka. Mildred se aseguró de eso.
Mi mente se mantuvo preocupada por los eventos de esta mañana. Nunca había tenido un sueño tan vívido en toda mi vida. Una parte de mí lo anhelaba, deseaba desesperadamente que esa experiencia se repitiera, pero la parte que me contenía luchó contra ese pensamiento. Por primera vez en mucho tiempo, comencé a considerar si el placer valía el riesgo.
No pude evitar pensar en cómo se reía Tiana también. Parecía que tenía un halo a su alrededor. Ella era hermosa como solo ella podía serlo. ¿Qué estaba haciendo King? La forma en que Tiana se rió fue muy linda, pero al mismo tiempo preocupante. No tenía control sobre King. Tenía la sensación de que me estaba ocultando secretos, y yo, por otro lado, estaba completamente expuesto a él.
Tres golpes en la puerta de mi oficina me distrajeron de ese pensamiento.
—Ya es hora, jefe, —dijo Mildred, y suspiré. Solo de pensarlo se me ponía la piel de gallina y se me revolvía el estómago.
Era hora de afrontar la situación. Tenía que aguantarme y enfrentarme a la gente, a los extraños, a muchos. Todos estaríamos en la misma sala de conferencias, respirando el mismo aire.
—Oliéndose los pedos los unos a los otros…
—¡No comiences!
Me levanté de mi silla, me congelé por unos segundos y me volví a sentar.
¡Ah, mierda! No voy. —Negué con la cabeza.
—No puedo hacerlo. —Mis manos temblaban.
—Saca tu trasero de la oficina o te delato.
Sabía lo que quería decir. Negué con la cabeza.
—Sólo otro minuto. —Estaba tratando de encontrar una excusa. Pero, por supuesto, King lo sabía. Joder, él sabía todo.
Escuché sonar la notificación de mi teléfono y la revisé. Fue un mensaje de Tiana. 'Te veré allí en treinta minutos, ¿de acuerdo?'.
—Oh, no la dejarías esperando, ¿verdad? King se burló de mí.
—Déjame pensar, —dije, dando golpes con los dedos en el escritorio.
—Una linda y pequeña belleza como Tiana, sosteniendo una comida casera caliente, en medio de un salón lleno de machos cachondos. Alphas y Betas, para ser precisos. Tantas pollas grandes y palpitantes...
—¡Oh, demonios, no!
Eso me convenció. Me paré rápido, tomé mi chaqueta y salí de la oficina, sin ni siquiera detenerme a desinfectar todo o lavarme las manos como hago habitualmente. El desinfectante de manos tendría que ser suficiente. Mucho desinfectante.
—Me voy, Mildred, —dije apresuradamente, sin darle tiempo para responder. Saqué la servilleta de mi bolsillo y abrí la puerta. Cuando llegué al ascensor, la puerta de Aaron también se abrió.
Apreté el botón para bajar y Aaron salió, seguido de Scarlett y Natalia. Su cabello corto de color castaño claro y sus ojos verdes lo hacían verse tal como a nuestro padre. Su cara cuadrada y estúpida mostraba una sonrisa ridícula. Como de costumbre, llevaba un traje azul marino de una talla mas pequeña para que pareciera más fuerte de lo que era. Apuesto a que si se ponía en cuclillas, se le partirían los pantalones por la mitad.
—Me gustaría ver eso.
Minka estaba unos pasos detrás de ellos con tres grandes bolsas de documentos y otras cosas. Seguramente una de esas bolsas eran los folletos de hoy.
—Qué jodido idiota.
—¿Qué tenemos aquí? ¿Te crecieron las bolas y decidiste honrarnos con tu presencia? —Aaron dijo en su tono condescendiente, como siempre.
—¡Que idiota!
Aaron era como pelo de culo, completamente innecesario y lleno de mierda.
—Ayúdala, por el amor de la Diosa, todos esos músculos no son para lucirse, —le dije, señalando a Minka. Minka estaba en sus treinta, un poco baja y de ascendencia asiática. Por lo general, mantenía su cabello n***o azabache en una cola de caballo y usaba una simple chaqueta negra con tacones bajos.
—No, ella puede arreglárselas. ¿No que, Minka? —Le preguntó y ella respondió con una sonrisa falsa. Si las miradas pudieran matar, Minka ya habría apuñalado a Aaron por la espalda.
—Si te molesta tanto, ¿por qué no la ayudas tú entonces? —dijo con una sonrisa sarcástica.
—Chúpame la polla y ahógate con ella, idiota.
—Joder, no puedo creerlo, —dije entre dientes y aparté mi mirada de él, rechinando los dientes para evitar perder mi paciencia. Saqué un par de guantes de látex desechables del bolsillo derecho de mi pantalón y me los puse.
—Pásame el bolso. —Estiré mi brazo hacia Minka y ella luchó por equilibrar todas las cosas que sostenía. Minka intentó darme el bolso más ligero.
—Ese no, el grande, —dije con mi brazo aún extendido y ella asintió. Las puertas del ascensor se abrieron y Aaron entró con Scarlett y Natalia. Ambas todavía tenían el olor a polla de Aaron en ellas.
Le quité la bolsa a Minka, asegurándome de no tocarla accidentalmente y señalé con la cabeza al ascensor. —Te traeré la bolsa tan pronto como llegue. ¿OK? —dije, y ella asintió con una sonrisa.
—Gracias, Idris, —dijo antes de dirigirse al ascensor.
Dejé paso a Minka para que entrara en el ascensor y me paré justo afuera, sosteniendo la bolsa lo más lejos que pude de mi cuerpo.
—¿No vas a entrar? —Aaron preguntó con un gesto de la mano como para invitarme a entrar. Él sabía bien que no había manera en el infierno de que compartiera ese maldito pequeño espacio con tanta gente.
—No, voy a esperar por el siguiente. Este está lleno de mierda. —dije con una sonrisa cínica y Aaron se rió. Se apoyó contra la pared trasera del ascensor y pasó los brazos por las cinturas de ambas chicas. Scarlett, una pelirroja a su derecha y Natalia una rubia a su izquierda. Ambas chicas tenían minifaldas más cortas que un pañuelo de papel doblado por la mitad y tacones lo suficientemente puntiagudos como para ser aptos para armas. Eran hermosas, no lo negaría. Pensé que podrían hacer mejores cosas con sus vidas que simplemente chupar la polla de Aaron.
Le di a Aaron una mirada que decía “muérete” con el ceño fruncido. Mis ojos oscuros se fijaron en los verdes de él hasta que las puertas se cerraron.
Si este hijo de puta no fuera mi hermano, habría dejado que King lo matara hace mucho tiempo, ahorrándonos a todos un jodido dolor de cabeza.
—Quiero empalarlo en un palo y colgarlo como una bandera en lo alto del edificio.
Esperé unos segundos y luego presioné el botón hacia abajo repetidamente. Tres minutos después, entré en el ascensor y llegué al garaje subterráneo. Abriendo el maletero de mi coche, tomé el spray desinfectante y apliqué un poco a la bolsa. Dejé la bolsa en el maletero, me rocié un poco a mí también y cerré el maletero.
—Eso no era necesario.
—Nunca puedes estar demasiado seguro.
Después de entrar, me quité los guantes y los metí dentro de una bolsa de plástico que guardaba en el auto para colocar las servilletas contaminadas. Me tomó quince minutos llegar a la sala de conferencias. Tan pronto como llegué, salí corriendo de mi auto, me puse un par de guantes nuevos y tomé la bolsa. Realmente esperaba haber llegado antes que Tiana.
Entré corriendo, buscando a Minka para poder deshacerme de esta maldita bolsa de una vez por todas. En la distancia, la encontré organizando cosas junto a la mesa de Aaron en el frente.
Di unos pasos hacia ella y me detuve rápidamente. Joder, olvidé mi mascarilla.
—No puedo estar aquí sin mi mascarilla. Sentí que mi corazón latía más rápido.
—Ya estás aquí sin máscarilla, princesa.
—¡A la mierda! Aguantaré la respiración. Si no respiro, entonces no absorberé los gérmenes y las partículas en el aire.
Contuve la respiración y caminé rápido, queriendo llegar a Minka antes de ponerme azul y desmayarme.
—¡Fóllame de lado! King tampoco podia respirar.
Una vez que me acerqué a ella, me paré en la esquina y tomé el respiro que tanto necesitaba. De todos modos, era menos probable que las personas estuvieran paradas al azar en las esquinas. Debería ser más seguro.
—La gente se tira pedos en las esquinas.
—¡Maldito infierno! —Contuve la respiración y me alejé rápidamente de esa esquina. Llegué a donde Minka y dejé caer la bolsa sobre la mesa. Me fui corriendo, dejando a Minka parada allí con una expresión confusa en su rostro. Salí del salón y entré en un pasillo vacío, donde me incliné hacia adelante y jadeé en busca de aire.
—¿Por qué diablos estoy aquí?
—Tiana
—Sí, lo sé, por Tiana.
—No, estúpido, Tiana. Mira.
Miré hacia arriba y allí estaba ella, lejos de donde estábamos. Parecía un rayo de color brillando entre una multitud de trajes oscuros. Sonreía como lo hacía a menudo. Espera un momento.
—¿A quién le está sonriendo?
Dentro de mí, sentí que King soltaba un gruñido bajo, y comenzaba a volverse impaciente. Me quedé allí con los ojos intensamente fijos en ella. Pronto, algunos cuerpos borrosos se apartaron del camino y vi con quién estaba hablando. Un chico. Un puto chico.
—¡Mierda!
—¿Quién diablos es ese? —dije y cerré el puño.
—No lo sé, pero estoy a punto de averiguarlo muy rápido. —King dijo, y supe que estaba haciendo un link con el tipo.
Vi a ese idiota erguirse, y a la estúpida sonrisa en su rostro transformarse lentamente en una mezcla de miedo y nerviosismo. Sea quien fuera, retrocedió tres pasos y se despidió nerviosamente de Tiana. Lo vi murmurar algo rápido, girar y desaparecer entre la multitud.
Los brazos de Tiana cayeron a su lado, y una expresión de incredulidad se formó en su rostro. Ti giró su cabeza en mi dirección, entrecerró los ojos, presionó sus labios, y apretó la mandíbula.
Sin saber qué hacer, me hice el tonto. Levanté una mano cubierta por un guante para saludarla e hice todo lo posible para darle una dulce e inocente sonrisa.
Tiana negó con la cabeza y entrecerró los ojos aún más. Justo cuando me preocupaba por que estuviera enojada con nosotros, la línea recta que sus labios estaban haciendo se curvó en una sonrisa. Tiana se echó a reír, lo suficientemente fuerte como para rebotar sobre el fuerte sonido de las innumerables conversaciones entre la multitud.
Ti comenzó a caminar hacia mí, sus rizos rebotando mientras se movía. Le tomó alrededor de medio minuto llegar a mí.
—¿Qué le dijiste?
—Que le iba a cortar las pelotas.
—Bien. —Asentí con la cabeza en señal de aprobación.
—¡Idris Einar! —Ella puso una mano en su cadera. Tiana llevaba dos bolsos. El que parecía un cubo era nuestro almuerzo, el otro era su propio bolso.
—¿Quién era ese tipo? —Pregunté como si no estuviera muy interesado. Yo era terrible fingiendo.
—No lo conozco. —Ella miró hacia atrás como si pudiera volver a verlo. No había posibilidad de que pudiese verlo de nuevo, ese idiota ya había desaparecido.
—Él es de la manada que queda al sur de la nuestra, Crimson. Me pidió que saliéramos. —dijo y King gruñó una vez más. Mi pecho tembló y Ti lo notó.
—Mierda.
—Y... ¿vas a hacerlo? —Mordí mis labios mientras buscaba en sus grandes ojos verde azulados. Sin romper el contacto visual conmigo, Tiana lo pensó.
—No, estoy demasiado ocupada este fin de semana, —ella dijo y mi corazón dio un vuelco.
¿Demasiado ocupada? ¿Demasiado ocupada? ¿Ella no salió con él porque estaba demasiado ocupada? ¿Y si no estaba ocupada?
—Tendríamos que deshacernos del cadaver.
Asentí. King estaba en lo correcto.
La nariz de Tiana se arrugó.
—¿Te... te rociaste desinfectante? —Ella entrecerró los ojos hacia mí de nuevo, haciéndome sentir estúpido.
—Porque eres un estúpido. Te lo dije.
—Yo..., yo... quizás lo hice.
Sacudió su cabeza.
—¿Dónde está tu máscara? —Señaló mi cara.
—Yo... me olvidé de traer una. —Dejé caer la cabeza y aparté la mirada de ella.
¿Por qué estaba nervioso?
—Creo que tengo algunas de repuesto, —dijo Tiana, metiendo la mano dentro de su bolso y sacando una nueva bolsa sellada de mascarillas, y mis labios se curvaron en una sonrisa.
—¡Esa es mi chica!
—¡Por fin! Ahora podre respirar.
Como siempre, Ti me salvó el culo. ¿Qué haría yo sin ella?
—Contener la respiración hasta que nos muramos.
—Esas son las únicas que me quedan, no las desperdicies. —Ella me ordenó y asentí.
—No lo haré. —Esas máscaras valían más que el oro para mí.
—Encontré una habitación vacía donde puedes comer, ven. La conferencia comenzará en veinte minutos. Te queda poco tiempo, —dijo, dándose la vuelta y empezó a caminar. Me puse una máscara y la seguí.
Había algo extraño en Tiana. Siempre que ella me decía que hiciera algo, lo hacía. No le hacia preguntas. No podía identificar exactamente qué, pero sabía que era más que un simple comando.
De repente me di cuenta de algo. ¿Acaso Ti siempre cargaba con toda esa mierda por mí? ¿Para qué necesitaría las máscaras? ¿Qué más tenía allí? Mi cabeza se inclinó hacia mi derecha mientras observaba con curiosidad la bolsa colgando de su hombro derecho.
—Las chicas ponen un montón de mierdas en esos. Pero quién demonios sabe qué.
—Sí, no perderé el tiempo pensando en eso. ¿Quién diablos sabe?
Observé a Tiana caminar mientras la seguía. Tenía una forma atrevida de balancear sus caderas mientras caminaba. Lo encontraba lindo, pero ni siquiera podía adivinar cómo se veía su cuerpo debajo de esa ropa holgada. A veces incluso la encontraba cómica. Tiana era mucho más de un pie más baja que yo, como una muñeca. Una muñeca GI Joe. Tiana era baja, pero fuerte. Kendra era una luchadora. Todavía no sabía por qué Tiana solo quería ser cocinera, tenía mucho potencial.
—Aquí —dijo después de abrir la puerta y mantenerla abierta para mí. En el interior, había una pequeña mesa y dos sillas. Entramos y Ti cerró la puerta detrás de ella. Nos limpiamos las manos con desinfectante antes de que ella preparara el almuerzo para los dos. Tiana nos trajo lasaña y verduras. Trajo todo en recipientes de vidrio y metal. Yo no confiaba en el plástico. No comería de ningún recipiente que no pudiera desinfectar primero con agua hirviendo.
Ti se sentó frente a mí en la mesa. Mientras comía, su teléfono recibió una notificación. Su rostro se puso serio y se rascó un lado de la cara.
—Kane te está buscando. Come más rápido. Asentí con la cabeza.
—¿Está todo bien? —pregunté, mostrando curiosidad y preocupación por ella.
—Sí, tendré que irme pronto. —Ella comentó, pero no dijo por qué. Quizás era algo personal.
—Entonces, ¿qué crees que pasará esta vez? —preguntó antes de tomar otro bocado. Tiana estaba cambiando de tema.
—Lo mismo de siempre. Todo irá desde como podemos unir recursos para ayudar a nuestra gente, a quién es mejor en qué y quién tiene el mayor qué. Esto no es más que una competencia de medición de pollas glorificada,—dije mientras negaba con la cabeza.
—Lo digo desde ahora, nosotros somos los que ganamos.
—Claro, todo el mundo sabe que eres el bellaco más grande de la ciudad.
—En tantos niveles. (Risas)
A la mayoría de estos Alfas les importaba una mierda su gente. Al igual que como con mis padres, el poder era todo lo que realmente buscaban.
—Todo lo que espero es que no terminemos el día metiéndonos en otro conflicto por alguna mierda estúpida e insignificante, —dije y di mi último bocado.
—¿Cuántos Alfas verdaderos hay en el edificio?" preguntó después de terminar su comida y comenzó a guardar las cosas.
—Mi padre, su heredero, Damon Dain deWhite Claw, Marcus Cain de River Ash, y su hijo, Troy, —enumeré, y ella asintió.
—¿Dónde está el hijo de Damon? —Tiana parecía tener prisa por guardar las cosas.
—Damon todavía no tiene un verdadero heredero. Nadie sabe por qué. —Le pasé mi recipiente y ella también lo guardó.
—¿Que no que tiene como cuatro hijos, o algo así? ¿Quién es el mayor? —Tiana dijo mientras seguía empacando.
—Liam, pero no tiene el gen. Nadie sabe lo que pasó allí.
—Hm, curioso. —Terminó de guardar las cosas.
Escuchamos tres golpes en la puerta y nuestros ojos viajaron allí.
—Ya es hora, Idris, —dijo Kane. Era excepcional, No era posible tener mejor asistente. Amigable y genuine también. Una de las pocas personas a las que King escuchaba y de las que me pasaba mensajes.
Vi a Tiana sacar su perfume y rociar mucho más de lo que necesitaba. Esa cosa era tan fuerte que casi me adormecía la nariz.
Solo mujeres. Joder, maldita sea. Y ella se quejó del desinfectante.
Hubo dos golpes más en la puerta.
—Sólo un segundo, Kane —dijo Tiana y se volvió hacia mí.
—Mírame —dijo, y lo hice—. Puedes hacerlo. Sé que puedes. Estas listo. Ya has superado mucho. Esto no es nada. Kane también estará a tu lado. Todo estará bien. —Ella sonrió y pude ver sus hoyuelos. Amaba a esos hoyuelos.
Asentí y respiré hondo. Por lo general, me daba una charla como esta en los días importantes. Todavía la cagaba la mayoría de las ocasiones. Ti levantó un puño en el aire como para decir, 'puedes hacer esto'. Realmente no quería defraudarla.
—Nos vemos por la noche, —dije y me di la vuelta. Era hora de ajustarme los pantalones. Kane abrió la puerta y salí a la realidad.
N/A: Gracias por leer estea muestra. Este es el último capítulo del extracto. El libro fue publicado. Sígueme en las re des socia les y encuentren mis Lin ks para más información y para mantenerse al tanto de este y mis otros libros.
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