Capítulo 1

767 Words
Él miraba a través de la ventana, mientras su trago de vodka saciaba su boca. Él era el rey en ese mundo lleno de esclavos que se vestían con trajes y basureaban ser los más hostiles, pero en realidad él movía a esa gente a su antojo. Como ese hombre Gatso Johnson un idiota que se la daba de empresario y ahora estaba en sus manos como todos los demás que habían caído. Un aroma dulce a canela llegó a sus fosas nasales y su madre sonriendo con dulzura se acercó a él. - ¿Cómo estás mi niño? - preguntó con aquella gentileza y amabilidad que solo ella poseía. -bien- contestó un poco tosco, aunque su madre era lo único bueno que tenía en ese mundo de tiburones. Ella se dirigió a la cocina y él siguió prestando atención a la gentuza que caminaba de un lado a otro por las calles de New York. Salió de su departamento y su chofer lo esperaba con una sonrisa de esas que siempre tenía. Él aún no sabía cómo existían personas que sonreían aún después de sufrir.   Leo abrió la puerta trasera para él y ese hombre era de su mayor confianza.   Subió al edificio donde estaba su oficina y el cual dominaba a su antojo, se encontró con Tyler su abogado y mejor amigo - ¿trajiste los documentos? - preguntó mientras se sentaba en su silla esa que lo hacia el rey. -así es, solo esperaremos a Johnson y su abogada- dijo el rubio resoplando y él rio con ironía. -abogada, debe ser alguna más de sus zorras- dijo con malicia y su amigo rodó los ojos, ya estaba acostumbrado a ese tipo de comentarios por parte de Jack Miller o mejor dicho el hombre sin corazón.   Tyler Wilson conocía el pasado de Jack, pero aun así prefería mantenerse al margen porque conocía a su mejor amigo y sabía lo peligroso que podía llegar a ser.   Sabana bajó de su coche y se unió a Johnson que la esperaba fuera del edificio Miller una de las constructoras más poderosas de Estados Unidos.   Subieron al elevador y luego una mujer de unos treinta tantos años los atendió. -el señor Miller y su abogado los están esperando- avisó la mujer y luego los guio por un pasadizo hasta llegar a la última puerta, las más grande de color caoba. -pueden pasar- dijo la mujer y luego se retiró.   Johnson abrió la puerta y como el caballero que era dejó pasar primero a la dama.   Sabana entró, pero lo primero que se encontró fue a un chico castaño, ojos azules, vestía de traje, pero se marcaba su grandioso cuerpo.   El castaño sonrió con amabilidad y ella le devolvió una fingida, pero su curiosidad voló hasta el otro que estaba de espalda, su traje impecable que hacía verse terriblemente sexy.   El hombre misterioso se dio la vuelta, pero cuando la miró tenso todos sus músculos algo que a la pelinegra le pareció raro. -señor Miller- dijo Johnson con tono preocupado, pero ese hombre no le quitaba la mirada a Sabana que se sentía intimidada y eso la ponía de malas porque no le gustaba esa sensación. -Tyler Wilson abogado del señor Miller- dijo el castaño presentándose y extendiendo su mano. -Sabana Williams abogado de Gatso Johnson- dijo ella y el rubio tenso su mandíbula y la miró con odio algo que la hizo incomodarse.   Tyler al notar la expresión de su amigo lo comprendió todo, esa mujer era ella, su gran amor que Jack tanto odiaba.   Los cuatro se sentaron y empezaron a exponer sus puntos, aunque los que hablaban eran Tyler y ella esa mujer que siempre existía en su cabeza, esa joven chica que caminaba por el instituto con sus faldas cortas que se sincronizaban con los movimientos de sus caderas y esos tacones que dejaban huella por donde pasaba, esa melena pelinegra que, caída por su espalda, esa sonrisa socarrona llena de manipulación y esos ojos canela de reina que reflejaban crueldad. Con tan solo 15 años ella era una hermosa, arrogante y popular y él era un simple chico, gordo, antisocial y perdidamente enamorado de la abeja reina, aunque ella desconocía su presencia.   Esa mujer no había cambiado nada, tal vez su cabello estaba más largo, pero aún podía comparar aquella niña con esa mujer, sus ojos canela, su cabello n***o, su piel pálida, sus piernas esterilizadas, su figura imponente, la crueldad de su mirada y su ego.   " si antes de conocerte me hubieran dicho que los demonios, parecían ángeles no lo hubiera creído "
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