Martín acababa de terminar con Patricia, luego de ir a su casa y caer nuevamente en la tentación que sus feroces besos y caricias incitaban.
Aún así, no fue difícil terminar con ella, nunca la amó. Lo difícil sería recuperar el dinero del bar que él había invertido, sin consultar a los demás, en el negocio con el señor Olivera.
Negocio que ya daba por perdido.
Sus problemas empeoraban cada día más. Sin contar que ahora, Karen debía estar obedeciendo la orden que él le había dado… y sin duda estaría complaciendo a Eduardo, molesta por su arrogante actitud.
Lo detestaba.
Odiaba que Eduardo la tocara, pero era demasiado orgulloso para reconocerlo y para ir por ella y confesar a todos la verdad. Lo único que lo tranquilizaba, era el peso que acababa de quitarse de encima… o al menos eso
