CAPÍTULO QUINCE Se las arreglaron para reparar los escalones lo mejor que pudieron. La madera parecía escasear, pero arrancaron varias tablas de un antiguo granero casi derrumbado y las moldearon para que encajaran en los huecos. Doc Farlow los miró desde arriba, sacudiendo la cabeza. Junto a él estaba Maisie, vestida únicamente con su mejor euskera, y los costados acanalados en forma de espina de arenque acentuaban su figura completa. Ella se rió, pero no pudo evitar la admiración de su voz cuando dijo: “¡Me gusta un hombre que se entrega al trabajo manual!” Coltrane se pasó el antebrazo por la frente y le sonrió. “Y me gusta su apariencia, señorita”. “Mi nombre es Maisie”. Su sonrisa se ensanchó. “El mío es Jeremías. Jeremías Coltrane. Encantado de conocerla”. “Oye, gringo”, escupi