CAPÍTULO DIEZ
Desde su silla, Sterling Roose observó cómo Búho Marrón, de rodillas y manos, estudiaba la tierra. A pesar de todos sus años de cabalgar con el ejército, rastreando renegados y partidas de guerra comanches, Roose nunca había desarrollado un nivel de habilidad tan alto como lo demostraron Cole y Búho Marrón. Eran maestros en su arte, especialmente Cole. Podía distinguir la dirección de un fugitivo a partir de una sola brizna de h****a rota. Ahora, observando a Búho Marrón, se sintió invadido por la misma sensación de asombro que el explorador mientras se quitaba el polvo de los pantalones de ante. “Cabalgan rápido, pero aquí…”, agitó la mano sobre un trozo de terreno duro y seco, “hay otro detrás de ellos. No tan rápido. Quizás su caballo sea viejo, o esté enfermo, quizás her
