Amanda baja del auto con la niña en brazos, Pablo por su parte, debe reunirse con Alejo para ponerlo al tanto de todo. —¿Cómo está la niña? —pregunta luego de dar un jalón a su habano. —Bien, era sólo un problema con cólicos, algo así dijo el médico. —¿Todo por un puto pedo? Tenía que ser niña. —responde en tono despectivo. —No debería expresarse así de Emma, jefe. —Alejo lo miró como si deseara desaparecerlo del planeta. —¿De cuándo acá yo recibo órdenes de un pendejo como tú? —Disculpe, no fue mi intención. —¡Ah ya! Lárgate. Dile a mi mujer que se prepare, esta vez no la salva ni Mandraque el mago. Pablo asintió y salió de la oficina, sentía rabia de sólo pensar en Alejo poniendo un dedo sobre Amanda. Camino por el largo pasillo y mientras murmuraba se topó con Rubén. —Se te e