Capítulo 6

3722 Words
POV. JAZMÍN Después de desayunar me dirigí discretamente hasta mi cuarto, o por lo menos eso creía hasta que llegó Nadia detrás de mí. —A mí no me engañas. —Me quedé helada. —Sé que ese tipo se quedó a dormir aquí, me lo dijeron los de seguridad, ¿tuvieron sexo? Me atragante con mi propia saliva, que tonta pero no paraba de toser. —¡Nadia! Nadia caminó hasta mi cama y se sentó de golpe. —Lo sabía, te acostaste con ese tipo, ¿fue bueno contigo? Asentí. —Patrice siempre ha sido bueno conmigo. —La vi preocupada, así que, sentí la necesidad de tranquilizarla. —Se portó bien conmigo, fue dulce y muy amable. Nadia suspiró. —Que alivio, me alegro, pero, ¿por qué se fue? Sentí ganas de llorar. —Porque no me ama, nunca me ha amado… no lo sé Nadia, simplemente se fue. Ni siquiera me despertó. Nadia se quedó pensativa. —Bien, creo que es mi deber preguntarte si… usaron protección anoche. Me quedé helada, yo le había hecho la misma pregunta a Irina una vez y me había divertido de lo lindo al verla tan incómoda, ahora me encontraba en su posición, pero yo sabía algo que Irina no había sabido. No habíamos usado protección y lo habíamos hecho más de una vez como para estar... —Nadia… no usamos protección, ¿crees que este… embarazada? Sentía como si un agujero se hubiera abierto debajo de mis pies, de pronto veía como mis sueños se habían ido por la borda, nadie me tomaría en serio en el mundo de los negocios si sabían que había tenido un bebé por una aventura. El abuelo se desilusionaría al saber que su confianza la había puesto en una inconsciente que aún se dejaba llevar por sus hormonas. Me odiaría de nuevo. Y mis padres, papá culparía al abuelo de todo… Nadia debía de haber previsto que algo pasaba, porque corrió a agarrarme. —Jazmín no me asustes así, vamos. ¿No te vas a desmayar cierto? Jaz… ¡Jaz! Respiré controlando el aire que entraba en mis pulmones, daba respiraciones profundas. —No, no me voy a desmayar porque si lo estuviera le haría daño ¿no? —Miré a Nadia de nuevo preocupada. —¿Tú crees que el abuelo me odiaría? Nadia me sonrió. —Si esa es tu mayor preocupación, te diré que tú abuelo nunca te odiaría. —De pronto perdió la sonrisa. —Pero tal vez el padre del bebé deba hacerse cargo del ser que ayudó a crear. La miré preocupada. —Aún no lo sabemos Nadia, posiblemente no estoy embarazada y es mejor así. No quisiera atar a mi lado a alguien que no quiere estar conmigo. Aún me sentía herida por su forma de irse. Nadia me sonrió encantada. —Pero… —Alargó la palabra. Por las dudas no vamos a dejar a ese idiota casarse. La miré con cuidado y casi sentí miedo de lo que estaba planeando. POV. NADIA Revisé en mi bolso, lo tenía todo. —¿Estás segura de lo que estás haciendo? Miré a Víctor y le sonreí, mi cosita era tan adorable cuando se preocupaba por mí. Abracé mi bolso. —Claro cielo, totalmente segura. Hoy es el gran día y no me lo perdería por nada. —Se supone que nos vamos a disfrutar de una semana al campo y todo eso de retiro espiritual. Lo abracé. —Por supuesto que lo haremos, serán nuestras primeras vacaciones juntos tú y yo. Víctor bajó la cabeza y me dio un beso suave en los labios mientras mis manos recorrieron ese torso precioso, sabía que le gustaba salir a correr y hacer ejercicio, varias veces lo había visto a través de las cámaras de seguridad. También sabía que le gustaba comer, por lo que había aprendido a cocinar sus platos favoritos. Él era mi mundo, pero solo hasta cierta parte, también me preocupaba demasiado mi familia. En especial mi hermano gemelo, era una lástima que Jazmín no formara parte de mi familia cercana y que estuviera enamorada de un completo imbécil y que además estuviera probablemente embarazada de él. Era el colmo que ese imbécil se fuera a casar con otra en unas horas. Víctor tomó mi rostro entre sus manos y me dejé llevar por el brillo de sus ojos azules. Sus rasgos eran bastante definidos y aunque todos decían que su hermano gemelo, pero la verdad es que Víctor nunca se podría parecer a ese desenfrenado mujeriego. Víctor era un hombre fiel, aunque había estado ligado a varias mujerzuelas. Pero él no era uno de esos idiotas que me sonreían todo el día para que ver si me acostaba con ellos. —Presiento que te fuiste a una parte lejana. —Me dio un beso en los labios, sus besos siempre eran lo mejor. —Vuelve segura, ¿quieres? Le sonreí encantada por su preocupación. —Solo será un rapto, no me tomaran más que un par de horas. —Odio esa idea, pero si crees estar haciendo… Le di un toquecito en su barbilla. —Estoy segura de hacer lo incorrecto, si Jazmín no puede ser feliz con ese idiota, la tipa que va a ser su mujer tampoco lo será. Es el karma. Víctor me frunció el ceño. —No sé qué debo hacer, ¿qué hace tu hermano en estas situaciones? Me quedé en blanco. —Siempre me golpea y me recuerda que soy la gemela malvada. Víctor me envolvió en un abrazo de oso. —Si lo vuelve a hacer voy a llevarte a vivir conmigo. Eso sería el cielo, dormiría con él, viviría con él y podría hacer casi todo con él. Nunca interferiría con su espacio, pero él no tenía que saber que yo sabría… No, no debo hacerlo. Me recordé. —Lo tendré presente. Víctor me acarició la espalda. —Ve y secuestra al maldito, no sé porque, pero hazlo. Solo recuerda que te estaré esperando, tendré la cama calentita para ti. Escalofríos recorrieron mi cuerpo en anticipación, Jazmín no era la única que había descubierto un mundo nuevo la noche anterior. Víctor había sido de lo más dulce al tomar mi virtud. Claro que no sería algo agradable que se llegara a saber por lo menos para mi padre que esperaba entregarme virgen al matrimonio pero que podía hacer, no me casaría con nadie que no fuera Víctor. Ahora que sabía que no me odiaba y que solo sufre de algo de timidez todo era posible. —Me encantaría eso. Mucho. En ese momento, Víctor me levantó la camiseta y tomó mis pechos en sus manos, me quedé quieta porque ahora sabía que le gustaba disfrutar de tocar mis pechos. Bajó la cabeza y sostuve un gemido cuando sus labios se cerraron en uno de mis pechos, pero no pude seguir conteniéndolo por más tiempo. Enredé mis dedos en su cabello, esas hebras de cabello tan finas y suaves… Víctor se separó de mí y me arregló la ropa, pero sin soltar mis manos de su cabello. Su mirada estaba prendida cuando nos miramos. —Vuelve rápido Nadia, no dejes que nada te moleste y vuelve a mis brazos. Asentí de inmediato. —Solo iré… y si está muy riesgoso volveré a ti. Víctor asintió seriamente, pero él era así, siempre serio. Era lo que más me gustaba de él. —Ve entonces, confió en ti y después quizás hablemos de algo que me pareció importante que resolvamos antes de seguir con esta relación. Me quedé parada. —¿Quieres terminar? Si me decía que si… no había ningún lugar lo suficientemente lejos a donde huir, nunca podría volver a verlo sin querer lo que ya sabía que podía tener… Pero no me tiraría de un puente, eso no. Eso era de cobardes, el abuelo me lo había dicho cuando su hermano se suicidó por una estupidez. Víctor me sonrió tiernamente. —Es algo que quiero que discutamos nada más. Ve, se te hace tarde. Asentí no muy convencida y me salí del cuarto. Cuando salí me auto programé, ahora estaba pendiente de cómo lo iba a hacer. Había estudiado el sistema de seguridad y el plano del edificio. Burlar la seguridad era un juego de niños y sacar a un tipo grande más aún. Hoteles, preocupados de lo que lucía bien nunca de la seguridad. Llegué treinta minutos antes de la hora y me acerqué al cuarto del famoso Patrice Laurent, hijo de políticos, su madre era una famosa diseñadora que no se había dejado borrar su identidad ni el nombre que la llevo a la cima; Sophie Bourdeu. Y su padre Artur Laurent hijo del ex presidente Patrice Laurent. Definitivamente él era de la peor calaña de gente; políticos. —Toc toc. La puerta se abrió y me encontré con alguien que no esperaba. —¿Qué haces aquí Pierre? —Lo acusé. —Se supone que estarías de camino aquí, no aquí. Pierre me miró con sospecha. —¿Qué me estás diciendo? Y, ¿por qué estás aquí? Hasta donde sé no tienes por qué estarlo. Me sentí un poco incómoda. —Está el idio… novio, ¿no? Pierre asintió y me dejó pasar. —No te veo trayendo recuerdos. —Pero si tengo un objetivo. —Vi que la puerta del baño, debía serlo, estaba cerrada. —Vengo a secuestrar a alguien, tienes dos opciones; unirte o caer noqueado. Pierre me sonrió. —No lo sé, lo tengo casi convencido. Abrí mi bolso y saqué mi bate de béisbol. —Decide rápido. Pierre me miró sorprendido. —No lo vas a usar, ¿cierto? Lo miré seriamente. —Nunca bromeo y los que me conocen saben que si alguien se mete con mi familia… lo pagan. Pierre me quitó el bate de las manos. —No vas a usarlo, si él no quiere hacer esto vamos a dejarlo. Hice un puchero. —Pero yo si quiero… —No. Patrice salió del baño vestido con un traje. —Estoy a punto de mandar al carajo todo… no puedo hacer esto. —Se paró a mirarnos y… ver el bate. —¿Quién es ella? Me parece algo familiar y, ¿por qué tienes un bate? Se lo quité de las manos a Pierre y lo levanté calculando la cabeza del tipo. —Esta es la situación amigo; te dejas raptar o te noqueare. Patrice me sonrió. —Quisiera ver eso. La puerta detrás de nosotros se abrió de par en par. —¿Por qué te demoras? Me estás haciendo quedar mal y eso no me gusta. —Una mujer de mediana estatura y asombrosamente parecida a Jazmín estaba parada en el umbral de la puerta. Había una gran diferencia con Jazmín; sus ojos mostraban desprecio, algo que Jazmín nunca había mostrado. —¿Tú todavía aquí? Y, ¿quién es esta mojigata? No me digas otra de tus amantes, ni siquiera nos casamos y ya me has vuelto a engañar. Aún no te perdono lo de ese spa de mala muerte. —¿Es la novia? —Pierre asintió. Miré a Patrice. —¿Te vas a casar con ella? Esto era increíble. El tipo era un idiota, se iba a casar con una mujer despreciable dejando a mi prima y mejor amiga que era una chica dulce y muy sensible. —¿Algo más que quieras saber tipeja? Me di la vuelta y la noqueé con el bate. Odiaba a la gente que insultaba a otra por placer. La chica cayó al suelo inconsciente, sabía que no le había hecho mucho daño porque siempre me había manejado en esto de usar el bate. Patrice me sacó de un golpe de su camino. —Pour l’amour de dieu. ¡Pierre! ¿Quién es esta loca? Pierre me quitó de nuevo el bate. —Te presento a mi prima política, Nadia Petran; hermana de Cornelia. Patrice me miró con incredulidad. —Me estas tomando el pelo. Pierre negó y tomó en brazos a la loca de la prometida de Patrice, y la dejó en la cama del cuarto. Pierre nos miró. —Propongo que saquemos a Nadia de aquí y tú te cases cuando tu prometida se sienta mejor. Los miré a ambos. —Yo propongo que este idiota no se case porque probablemente su novia diga que intentó matarla su amante. Ambos me miraron y Patrice fue por un papel, escribió algo y luego lo dejó a un lado de la mesilla de noche. Entró en el cuarto de baño y volvió con una toalla y después fue al mini-bar y sacó hielo. Que ingenioso. Le hizo una compresa y se la colocó en la frente. Se paró en frente de nosotros. —Vámonos. Ahora mismo no puedo hacer esto. Pierre asintió y yo guardé mi bate. Había resultado más fácil de lo que había pensado. —¿Quieres ir al campo a un retiro espiritual? —Le pregunté a Patrice. Patrice me miró un momento. —A ti hay que exorcizarte, dijo. POV. JAZMÍN Se había casado. A esta hora ya habría una esposa con su apellido y pensando sobre el lugar donde iban a tener su luna de miel. La odiaba. Odiaba a esa mujer que iba a ser feliz con Patrice. Que sería la madre de sus hijos… que compartiría su vida con él. Toda la noche había caminado por la habitación y ahora sentía unas ganas horrorosas de… algo, miré a todos lados y… Tomé la lámpara y se la lancé a la puerta, tomé una almohada y comencé a golpear todo. Así me encontró Víctor cuando abrió la puerta de improviso, se veía asustado, probablemente por el ruido que había hecho la lámpara al estrellarse con la puerta. —Adivinó… —Se puso las manos en la frente como si pensara. —Estas redecorando tu cuarto. Acerté, ¿cierto? No, no respondas así no tiene gracia. Lo miré con odio. —Si hubiera sabido como eras cuando abrías la boca… es que eres tan… Me dio una sonrisa encantadora. —Si, lo sé. Soy totalmente encantador y aún no lo puedes creer. Causo esa reacción a menudo a la gente con la que hablo. Le di una sonrisa forzada. —Si, en verdad causas una linda impresión, pero, ¿quieres que redecore tu cara? Creo que lo estoy haciendo muy bien. Lo haré gratis y sin sentir una pisca de lástima, lo prometo. No se le borró la sonrisa, si es posible se le enanchó. —No gracias primita linda, pero Nadia me ama con esta cara. —Nadia te amaría, aunque fueras terriblemente feo, cojo y jorobado… pensándolo bien, solo si fueras terriblemente feo. —Agregué cuando me asusté de la imagen mental que había creado. Víctor hizo una mueca. —No puedo creer que dijeras eso, voy a tener pesadillas durante días. –Volvió a sonreír. —Menos mal Nadia me mantiene despierto la mayor parte de la noche. Lo golpeé con la almohada. —Quisiera que tío Robert se enterara, te va a llevar con fusil al altar y yo estaré allí para reírme y para sacar muchas fotos para posteridad. Se arregló la ropa, como siempre vestía de una forma bastante elegante una camisa y unos pantalones de chándal. Era el tópico del niño rico mimado, solo que con actitud indiferente o por lo menos a mí me parecía de esa forma, el abuelo pensaba de forma diferente, decía que sus nietos estaban perdidos de alguna forma. Pero, a mí me parecía que no estaban tan mimados, sabía que ninguno podía freír un huevo ni siquiera hervir agua, pero eran bastante cariñosos y se preocupaban unos por otros. Me miró un momento frunciendo el ceño. —No creo que hicieran falta un arma, iría por mi propia voluntad, claro que aún no porque estamos comenzando y no quiero que se asuste y me deje. —Miró por la ventana, por inercia hice lo mismo, el día estaba nuboso, pero no había nada extraordinario afuera. —Dame un año y será Nadia Dan, mi mujer y madre de mis hijos. Solté la almohada atónita. —Vaya, vas en serio. Asintió de forma solemne. —Tengo un sentido extraordinario de la pareja, mis padres han sido felices juntos y mis abuelos también, increíblemente con la misma pareja de la que se enamoraron cuando eran adolescentes, ¿por qué yo no lo sería? Amo a Nadia y ella a mí. —Solo un detalle, te pasaste en edad cariño. —Le dije al darme cuenta de que venía un auto por el camino de entrada. —En realidad no, porque la amo desde que éramos pequeños, que solo ahora seamos novios no quiere decir que… —Ya, ya. —Lo interrumpí, el auto era de Pierre y no creía que la fiesta hubiera terminado tan temprano. —Irina y Pierre ya llegaron. Víctor miró por la ventana. —También viene el auto de Nadia, bien, nos vemos Jazmín querida debo ir a recibir a mi chica, aún no le he dado la cuota de besos que debería haberle dado ya. Con eso se dio la vuelta y se marchó, evitando los restos de la lámpara cuando salía. Volví a mirar el paisaje. Estábamos en una colina, la casa en la cima y a su alrededor estaban las pesebreras de los caballos, a lo lejos los podía ver pastar. También estaban los campos arados esperando ser cultivados. Por un lado, estaba el camino de entrada, a cada lado había una hilera de álamos que parecían soldados meciéndose al son del viento, se esperaba una tormenta y ya comenzaba a bajar la temperatura, y como decía, el viento ya había llegado. Pronto aparecería alguno de los cuidadores del lugar, para guardar los caballos y preguntarnos si estábamos bien. Así había sido ayer. Me quedé en la ventana y vi como Víctor corría a la entrada hecha por un arco de madera y techo de tejas. La casa era de un estilo bastante rústico, de dos pisos y estaba hecha de madera y ladrillos, el piso de madera estaba embarnizado, había alfombras de todos tipos por doquier, cuadros de caballos y flora adornaban los corredores y las paredes de las escaleras, pequeñas piezas decorativas estaban puestas aquí y allá. Y hasta ahora no tenía idea como habíamos logrado conseguir un lugar tan bello para quedarnos, Pierre no había querido dar demasiados detalles sobre eso. Miré el desastre que había hecho y me puse a recoger los pedazos de la lámpara y a tirarlos en el papelero que había cerca. Después me dediqué a limpiar el resto de mi habitación, increíble que llevara un día y ya estuviera todo en el piso. —No puedo creer que haya desatado mi mal humor de esa forma… —Busqué entre mis cosas, antes de llegar a la casa de campo me había comprado algo muy útil; una pelota anti estrés. —Aquí estás pequeña, haz tu milagro. Después de todo no quiero volverme un energúmeno con todo el mundo. Estuve así por bastante rato, hasta que los ruidos que venían del piso de abajo me distrajeron, o si vamos al caso, me relajaron lo bastante como para querer compartir un rato con la familia. Salí de mi habitación en el segundo piso y bajé las escaleras lentamente, los ruidos venían de la sala de estar de la casa, me dirigía a la derecha y abrí la puerta lentamente. —Juro que no hice nada malo Víctor, él exagera, solo le di un golpecito nada más. —Decía Nadia. —Mon Dieu golpeó a Léonore con un bate de béisbol y la dejó inconsciente, mis padres están como locos buscándome porque los padres de Léonore quieren demandar a mi familia por un supuesto intento de asesinato a su adorada hija. —Esa voz. —Eso es lo que dice mi nana. Miré a todo el mundo en la sala. Irina estaba sentada junto a Pierre en el brazo de un sofá individual, él trataba de mirar hacia otro lado cuando entré, Víctor trataba de hacer lo mismo sentado en el otro sofá individual, Nadia. Nadia estaba de pie mirándome y apuntando a Patrice, quien estaba sentado en el suelo al lado de la chimenea. También me miraba. —¿Qué está pasando aquí? Víctor se aclaró la garganta. —Yo puedo contarte todo. —Me dirigí cuidadosamente a la esquina opuesta de donde estaba Patrice. —Doy por hecho que eso es un sí; todo comenzó esta mañana cuando Nadia quiso obrar bajo la mano del Karma, y su lema era que; “si Jazmín no puede ser feliz, la mujer que va a casarse con el idiota tampoco lo será”. Sacó un bate de béisbol de dos kilos y lo guardó en su bolso de deporte de Luis Vutton, pero al llegar a la habitación del idiota… —Me llamo Patrice. —Agregó este desde la chimenea. Lo ignoré. Víctor le dio una mirada y continuó. —Como decía, cuando llegó, Patrice no estaba solo, estaba con Pierre y después de hablar sobre ser secuestrado o no serlo llegó la novia, creyó que Nadia era otra de sus amantes y le dijo muchas cosas feas por lo que Nadia la golpeó en la cabeza con el bate, dejándola inconsciente en el piso de un solo golpe, tiene un muy buen brazo como sabrás. Y ahora están aquí porque Patrice no quiere casarse por ahora y no sabe qué hacer. Patrice asintió. —Vine huyendo. Lo miré con mucho enojo. —No te tomé por un cobarde Patrice. —Patrice me dio una mirada herida. —Pero ya que estás aquí, no te me acerques, no te quiero ver cerca de mí ni en sueños, ¿me oíste? Patrice me sonrió con dureza. —Claro, como quieras mon Chère. —Me di la vuelta para irme, pero…—Primero me utilizas para tener sexo y luego quieres que me vaya. Tal vez me llames cuando quieras más. Di un jadeo y salí de allí, tenía que ir a mi cuarto, no podía estar un minuto más en el mismo lugar que se encontraba Patrice.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD