POV. JAZMÍN
Me levanté y fui por mi bolso. —Me pondré un vestido y después, ¿qué te parece ir al spa? El abuelo me dijo que debía revisarlo ya que estaba aquí.
Irina se levantó de inmediato. —Me parece una ardua labor, pero sacrifiquémonos por un bien mayor.
Vacié mi bolso en la cama y saqué lo que necesitaba. —Esa es la actitud. Voy y vuelvo.
Cuando regresé tomé a Irina y nos apresuramos al Spa, para la noche ya estaba bastante relajada lo que no me esperé era la sorpresa que tenía en mi cuarto.
Entré al cuarto y casi choqué con la persona que estaba dentro.
Me detuve en el momento.
Tuve un pequeño rayo de lucidez al pensar en; ¿qué estaba haciendo una persona en mi habitación? Y, ¿por qué estaba en mi habitación a oscuras?
En mi rápido momento de lucidez, me di cuenta de la figura que debía pertenecer a un hombre muy alto y estaba encima de mí. A oscuras.
Respiré profundo y comencé a gritar.
—Mon dieu c’est moi, ¿dónde está la luz en este cuarto? No veo nada de nada.
Me quedé en silencio. Pero, porque estaba en shock y apunto de pasar de un ataque de histeria a desmayarme.
—Tú. —Dije lentamente recuperando de a poco mi voz, pero debía ser una alucinación. —Tú.
Patrice encontró el interruptor y encendió la luz. Me quedé momentáneamente deslumbrada por la luz y… al ver el rostro de Patrice tan cerca del mío. Pestañeé repetidas veces.
—Oui, yo tampoco creo estar aquí. —Habló despacio.
Nos separamos al mismo tiempo y comencé a caminar en dirección al baño, iba a refrescarme un momento, si, eso iba a hacer. Abrí la llave del lavamanos y me mojé una y otra vez las muñecas y el cuello, el calor me estaba haciendo fatal, todos esos masajes con piedras; algo me había pasado.
Porque no podía ser, simplemente no podía ser. Me aseguré de haber cerrado la puerta y comencé a cambiarme la ropa por mi pijama de franela que tanto adoraba.
Volví como un zombi, miré a todas partes y me metí en la cama.
Si, la visión había sido producto de mi imaginación. No podía haber visto a Patrice, me arroparía con las mantas y luego dormiría, una noche de sueño y ya no vería más alucinaciones locas. Todo esto se lo debía achacar al viaje, el transbordo, y eso no me había ayudado a descansar, y si le agregamos la sesión de relajación en el spa del centro de retiro. Si, eso era. El cansancio le hacía muchas cosas a una persona, tal vez este era un tipo de jetlag.
Ahora todo tenía sentido.
—Mon ange, me preocupas, ¿estás bien? —Esa voz.
Me senté en la cama de golpe.
—¡Eres real! —Lo acusé.
Patrice se sentó en la cama a mi lado. Me moví discretamente, y por eso digo que casi caí de la cama del salto que di a un lado.
—Eres… real.
Patrice me miró algo preocupado. —Mon ange…
Me tapé los oídos. —No me digas así.
Patrice me quitó las manos de los oídos. —Jazmín, ¿qué haces aquí?
Me sonrojé. Tenerlo cerca me producía ese tipo de cosas. —¿Cómo supiste que
estaba aquí?
—Pierre me dijo que estabas aquí y que querías verme, pero por tu reacción supongo que no es tan así.
Miré nuestras manos, aún seguían unidas, cuando nos habíamos conocido había descubierto que con Patrice me encantaba el contacto de sus manos, no importando si solo era el breve momento en que estrechábamos nuestras manos. Entre mis continuos divagues me di cuenta de lo que Patrice me estaba diciendo.
Maldito Pierre, cuando volviera a ver a mi querido cuñado ajustaríamos cuentas, si señor.
Separé nuestras manos y me retiré el cabello de la frente, debía parecer una loca con todo el pelo suelto y sin crema para mantenerlo controlado, sabía que estaba actuando como una loca, pero no quería verme como una.
Me aclaré la garganta. —No, no te había llamado. Solo estoy aquí por un momento de relajo, me pareció justo, después de estudiar tanto.
Patrice me siguió mirando en silencio un momento antes de ponerse a negar con la cabeza. Le pregunté con la mirada, pero él estaba pendiente de otra cosa.
De pronto Patrice se recostó a mi lado.
—Es tan raro verte tan… —Tomó uno de los rizos que caían por mi espalda. —Aún son lo más suave que he tocado en mi vida.
Me tomé el cabello y comencé a trenzarlo. —No sé de qué hablas y tú, yo… ni siquiera deberías estar aquí, después de todo fui solo una aventura mientras visitabas a Pierre, ¿no?
Escondí mi mirada de resentimiento mientras seguía pendiente en mi trabajo, movía los mechones de cabello creando una larga trenza. El movimiento me pilló por sorpresa. Un momento estaba trenzándome el cabello y al otro me encontraba debajo de Patrice. Sus ojos parecían arder como llamas color azul cuando nuestras miradas se cruzaron. No supe que decir en esa situación.
—Tú y yo vamos a tener una pequeña charla.
Me removí debajo de él, pero dejeéde hacerlo al ver que su mirada se prendía en una parte debajo de mi cara, miré en la misma dirección que él y me sonrojé violentamente. Se me había abierto la camisa de franela.
Me moví de nuevo, lo único que logré es que se me abriera más la camisa, por lo que ahora le estaba mostrando mi sujetador de color verde claro.
Escondí mi cara en mi hombro, Patrice me hacía sentir tan vulnerable.
—Si te mueves podré…
Patrice tomó mis manos y me las colocó por encima de la cabeza. —Nada.
Me quedé callada al tener su boca pegada a la mía. Cerré los ojos al sentir sus labios después de tanto tiempo. Habían pasado años y de pronto me encontraba con alguien a quien solo había visto por una semana en total, pero como dicen el cuerpo recuerda lo que la mente olvida. Y definitivamente mi cuerpo había captado algo en nuestro anterior encuentro que mi mente no logró saber que era.
Enredé mis dedos en su cabello y disfruté la sensación de tenerlo cerca, de estar junto a él una vez más.
Nos besamos durante bastante rato, al separarnos sentía mis labios más llenos y ardían por la fuerza del beso.
—Sobre la charla…
Patrice me dio un breve beso en los labios. —Shh… Jazmín solo calla y déjame estar junto a ti. Solo una vez más, como nunca antes hemos podido estar. No supe lo que quería decir. Hasta que Patrice volvió a besarme, y esta vez abrí mi boca para recibir su lengua. Sus manos se movían con destreza mientras me besaba, abriendo mi camisa de franela y luego mi sujetador, así comenzó a desnudarme. Nunca moví una mano para detenerlo, yo quería esto tanto como él. Sus labios recorrieron mi piel una y otra vez. Usando mis manos con destreza le quité la ropa que me molestaba, hasta que al fin estuvimos ambos desnudos.
Patrice se paró de pronto. Estaba comenzando a besar y a lamer su torso, cuando me separó de él suavemente.
—Jazmín, ¿quieres hacer el amor conmigo? Necesito saberlo.
Estaba tan perdida entre las caricias, pero eso era algo que nunca pondría en duda, podría sentirme algo arrepentida después, pero sabía que ese sentimiento no duraría por mucho tiempo.
—Patrice, por favor…
—Lo sé mi amor, pero dime si…
—Si.
Patrice volvió a colocarse encima de mí, lo abracé con mis piernas y enredé de nuevo mis manos en su cabello, y volvimos a besarnos.
—Solo quería saber eso. —Su voz sonaba tan ronca.
Nos besamos de nuevo como si en cualquier momento alguien pudiera arrebatarnos nuestro momento de felicidad. Aunque eso tenía una parte de verdad, en cualquier momento la burbuja que estábamos creando se rompería y nos dejaría tan vacíos como habíamos estado antes, o por lo menos como yo lo había estado.
Volví a perderme en el momento actual cuando las manos de Patrice se movieron abarcando mis pechos y dedicándoles un tratamiento especial, me arqueé para hacerle saber, sin necesidad de separarnos, que me gustaba lo que estaba haciendo. Así, como también me gustó cuando una de sus manos me tocó en el centro de mi feminidad. Me acarició casi con reverencia, o por lo menos lo hizo hasta que esa parte de mí que había permanecido dormida por dos años volvió a la vida. Tomé su m*****o con mi mano derecha y lo apreté un poquito. Le sonreí con picardía cuando gimió. Mi ninfómana interna había vuelto. Pero Patrice no se quedó atrás, por lo menos no lo hizo cuando enterró dos dedos en mi interior. Gemí casi gritando, mientras sentía el mejor placer que podía haber sentido en toda mi vida, le clave las uñas en su espalda y lo mordí en el hombro. Iba a dejarlo marcado... él era mío.
—Mon ange… —Gimió a un lado de mi cabeza.
Agarré su cabeza con una mano y volví a besarlo con furia, necesitaba sentir su lengua contra la mía. Con mi otra mano volví a tomar su m*****o, y esta vez moví mi mano de arriba abajo.
—Jazmín, deja de hacer eso… —Patrice hablaba con visible esfuerzo. —Te necesito ahora.
Lo miré a los ojos; deseo. Podía leer el deseo en esos ojos azules.
—Tómame, por favor Patrice.
Moví mis manos hasta sus hombros. Patrice por otra parte, abrió más mis piernas y se acomodó entre ellas y luego se acomodó. Sabía que debía decirle algo, pero no quería detenerlo. Era casi hipnotizante el ver a Patrice desnudo y con un brillo especial en los ojos, se veía algo salvaje. Me gustaba.
Patrice comenzó a penetrarme y comencé a sentir la incomodidad. Patrice debió de darse cuenta de que algo pasaba porque después de un rato paró, me moví impaciente por más.
—Jazmín, sé sincera conmigo, ¿eres…?
Sabía a lo que se refería. Asentí lentamente.
—¿Cómo es posible? —La sorpresa en su voz me llamo la atención.
—No quería hacerlo con Velkan y a él no le agrado eso… por eso terminamos. —Esquivé su mirada. —Es decir que no hubo química entre nosotros, por eso nunca llegamos a… esto.
—No te sonrojes mi cielo, si quieres parar solo dímelo.
Me moví con cuidado, pero me sentía algo incómoda. —Patrice, por favor quiero hacer esto contigo, no con alguien más.
—Tendré cuidado mi amor. —Me llenó de besos el rostro. —No sabes lo que me estas dando, pero yo sí. Voy a cuidarte.
—Lo sé. —Le sonreí para alentarlo, lo que si funcionó.
Con cuidado volvió a lo que estaba, y me penetró de a poco. El dolor que sentí me hizo llorar, pero Patrice me consoló con besos hasta que el dolor pasó y comencé a sentir una ola de calor en mi cuerpo que solo Patrice pudo mitigar.
Hicimos el amor no una ni dos veces, sino tres. Las primeras veces lo hicimos con cuidado por la incomodidad, pero la última vez lo hicimos como dos amantes desesperados el uno por el otro, intentando saciar una sed que ninguno podía saciar. Al terminar la última vez, Patrice se había separado de mí dándome un beso y me había dejado dormir entre sus brazos.
Por fin había sentido calor en esa parte de mi pecho que siempre estaba fría. Sabía que debía hacer algo porque el hombre que me abrazaba era mío. Aunque tuviera que luchar con uñas y dientes no lo dejaría ir tan fácil.
POV. PATRICE
Me separé con cuidado de no despertar a Jazmín, debía irme ahora. No podía esperar a que se despertara porque no iba a poder irme de aquí, no podría dejarla otra vez como lo había hecho hace dos años.
Le di un beso en la frente y me retiré de la cama tomando una de las almohadas y dejándola entre los brazos de Jaz. Después, tomé mis cosas y me vestí sin hacer ruido y a la vez sin perderla de vista. Se veía tan tranquila mientras dormía abrazada a la almohada creyendo que era yo.
Ya comenzaba a sentir culpabilidad. Pero toda la culpa era de Pierre, quien había vuelto a hacerlo; la primera vez me obligó a ser su padrino y a bailar con ella en su boda. Me había avisado solo el momento antes de dar el sí en el altar.
—Ambos padrinos deben bailar después de la pareja, lo sabes.
Me había dicho mientras se cambiaba para la gran ocasión. Hasta ese momento me había hecho creer que la madrina de Irina sería Cornelia, su prima adorada.
—¿Me vas a hacer un desaire de esa manera? No puedes comportarte así, madura.
Había negado a hacerle eso, al que era mi mejor amigo desde la infancia, pero al bailar con Jazmín me había limitado a darle un baile y ni siquiera había hablado con ella cuando me había sonreído.
Esa sonrisa me había quitado el aliento, pero lo había disimulado con un gesto de indiferencia.
Desde ese día no la había vuelto a ver. Y ahora Pierre me había dicho que ella estaba aquí para hablar conmigo antes de casarme y resultaba que él mal nacido me había hecho caer en una trampa. La segunda vez.
Me dolió el alma al ver que ella prácticamente no quería verme, pero mi corazón saltó de alegría cuando ella se dejó ir en mis brazos. Debía de estar loco por haber reaccionado de esa forma, cuando ella me dijo que había sido solo una aventura para mí. Ella nunca significaría tan poco en mi vida, después de todo, desde el mismo momento en que la vi me di cuenta de que ella era lo que necesitaba en mi vida, así como yo era lo que necesitaba en la suya. Pero era mi culpa el nunca haberle explicado mi situación, decirle quien era.
Le di un último vistazo antes de salir del cuarto, ya eran las cinco de la mañana era mejor que me moviera rápido o Léonore se daría cuenta de que no estaba en mi cuarto. Últimamente se quedaba a dormir en casa de mis padres con la excusa de que desde ahí podía planificar los últimos detalles con mi madre. La verdad; quería vigilarme para que no me escapara en el último minuto. Estaba bastante tentado, sino fuera por el pequeño detalle que su padre hundiría a mi familia en venganza, me iría sin pensarlo dos veces, pero no iba a hacer algo tan inconsciente.
Corrí por los pasillos del lugar sin que nadie me prestara atención, lo bueno de todo era que al estar en un lugar como éste nadie te reconocía de inmediato, o no te prestaba la suficiente atención. A excepción tal vez del guardaespaldas que ya estaba corriendo detrás de mí. Odiaba a estos tipos y aun así me seguían a todas partes, aunque eso era gracias a las órdenes de mi padre.
Seguí mi camino sin pensar en la dulce chica que volvía a dejar, no quería sentirme culpable por nada y sabía que si pensaba en ella me sentiría culpable por todo lo que le había dicho y rematando con lo que hicimos juntos en ese cuarto.
Siempre recordaría lo que me había dado Jazmín.
Llegué al estacionamiento del spa y seguí mi camino hasta mi auto, tenía una pequeña nota en el parabrisas.
~No te lo perdonaré nunca~
Reconocía la letra. Menos mal sabía de ante mano que nuestro matrimonio sería el purgatorio.
POV. JAZMÍN
Me desperté con la sensación de que estaba sola. Miré hacia todos lados, pero eso no hizo más que confirmar el sentimiento; Patrice se había ido. Nuevamente.
Me levanté como un autómata más que un zombi; estaba racionando, de ahí la diferencia.
Debía ducharme, quitarme de encima el olor de Patrice; su aroma delicioso que solo podía ser de un hombre. Me apresuré a la ducha, tuve cuidado de lavar mi cabello con un champú con un aroma floral muy fuerte, durante la noche Patrice había disfrutado tocándolo y oliéndolo. Al vestirme me ocupé de seleccionar ropa interior de deporte y unos jeans cómodos y una camiseta de los Artic Monkeys, era algo que me regaló Nadia para mi cumpleaños, a pesar de que solo me gustaba una canción de la banda. La camiseta era de manga larga y de color n***o con el logo de la banda en la espalda. Parecía una adolescente.
—Al fin y al cabo, así me comporté la noche anterior. —Me dije sarcásticamente.
Para cuando salí del cuarto de baño parecía que había gastado medio día mientras me exorcizaba a Patrice del cuerpo, algo inservible porque aún sentía lo mismo que había sentido entre sus brazos. El sentimiento de que debía estar con él, pero no lo haría si él no quería estar conmigo. Pensé mientras estaba frente al espejo de cuerpo entero mientras me hacía una coleta. —Así terminaré la imagen, tal vez hoy salga a dar un paseo por la ciudad. Hoy voy a distraerme.
Tomé el reloj de pulsera que siempre estaba conmigo y me lo coloqué a pesar de que era demasiado grande para mí. Patrice no se había dado cuenta de ese detalle, tal vez no le había importado lo suficiente el que yo aún guardara ese reloj. Señalaba las diez de la mañana, así que bajé a desayunar tomándome mi tiempo por el camino para admirar los cuadros que adornaban el pasillo, parecía una galería de arte hecha de réplicas de pinturas famosas más que un spa.
A pesar de las obvias comodidades del centro de relajación el comedor era un bufé, cada uno se servía lo que quería y luego tomaba asiento en una de las mesas estilo café. Los demás ya estaban sentados en una de las mesas cercanas a las ventanas que daban a los jardines. Nadia estaba junto a Víctor que no la soltaba, lo mismo pasaba con Pierre e Irina.
Parejas felices, y yo… me sentía como el mal tercio.
Aun así, tomé un plato y comencé a llenarlo con diferentes emparedados, tenía mucha hambre esta mañana. Tomé una taza de café, haciendo malabares logré llenarla y después me senté con ellos a comer, no podía dejar que pensaran que algo andaba mal.
Pierre se centró en mí apenas me senté. —¿Hablaste con Patrice anoche?
Pegué un respingo, se acababa de caer mi fachada. —Hola Pierre, ¿cómo dormiste? —Vi como Pierre alzaba una ceja. —Apenas pude hablar con él, se fue de inmediato.
No tenían que saber que no llegamos a hablar de nada y que lo único que hicimos durante toda la noche fue… no sabía si llamarlo amor, porque eso querría decir que se hubiera quedado o dejado una nota diciendo porqué se iba, así como lo hizo. Así que, lo único que tuvimos fue sexo.
Pierre resopló. —Creí que si hablabas con él cambiaría de opinión sobre casarse, al parecer me equivoqué. Lo siento Jazmín. —Me dijo con sentimiento, así que, lo perdoné de inmediato.
Víctor me miró de forma evaluadora. —No te veo feliz, vámonos a casa en el próximo vuelo que encontremos.
Nadia le dio una mirada de enojo. —Pero llegamos ayer, digo que si nos vamos lo hagamos en un par de días y disfrutemos del lugar. Por cierto, bonita camiseta la que llevas hoy.
Me reí de eso. —Gracias.
Nadia no se quedó ahí. —Estoy segura que quien te la regaló tenía buen gusto.
Tomé mi emparedado de jamón. —Yo también lo creo.
Irina me tendió la mano. —¿Necesitas algo de entretención? Podemos ir de shopping, necesito un montón de cosas y Pierre no me quiere acompañar.
Pierre pareció ofendido. —Voy, si lo que tengo que comprar es lencería para ti.
Irina le dio un piñizco. —No seas de esa forma, ellos no tienen que enterarse de eso.
Pierre le dio una mirada a Víctor. —Apuesto a que a ti tampoco te gusta eso de salir de compras.
Víctor hizo una mueca. —No.
Nadia hizo un puchero. —¿No me vas a acompañar?
Víctor se ruborizó. —Sabes que, aunque no me guste te acompañaría al mismo infierno si es necesario.
Nadia resplandeció. —Te quiero Víctor.
—Y yo a ti mi amor.
Irina estaba que alucinaba. —¿Desde cuándo son novios ustedes dos?
Nadia y Víctor se dieron una mirada conspiradora. —Desde ayer.
Pierre le sonrió a Irina. —Por eso no se separan, aunque… ¿qué tal si en vez de hacer esas compras aburridas que quieres hacer…?
—No son aburridas, son regalos para todos.
—¿Vamos a comprar ropita para nuestra Catalin? Será la niña más linda así que vamos a buscar algo que le quede.
—¡Si! Me gusta la idea.
—Está decidido. Vamos a ir de compras, necesito unos vestidos.
Víctor le sonrió encantado. —Me encanta esa idea.
Seguí comiendo mientras ellos hablaban de lo que querían comprar, de las cosas que iba a necesitar Catalin y de unas cosas que Pierre quería recoger de su departamento en la ciudad.