Hasta el restaurante eran 20 minutos, tenía el tiempo justo para llegar, sentía mucha pena por él, se quedaría esperando, pero más por sí misma, porque se quedaría otra vez con las ganas de verlo, tocarlo y besarlo. En cambio, tenía una espectacular cena con el que sería su futuro marido, en uno de los restaurantes más populares de la ciudad. Octavio ya la esperaba, se levantó para saludarla de beso cuando el hostess la acompañó hasta la mesa. Se sentó después que ella y les dejaron la carta, él ya había pedido una botella de vino tinto y un mesero llegó para atenderlos, pero Octavio declinó y él mismo le sirvió una copa. —Lo que no me gusta de estos lugares, es que la atención es excesiva, no te dejan ni respirar. No me mal interpretes, es uno de los mejores restaurantes de la ciudad y p