Larissa salió de su habitación y se encontró en el pasillo con Octavio, se quedó anonadada viendo su atractivo rostro decorado con un ojo morado casi cerrado, un labio partido y en el mentón un enorme moretón. La noche anterior no llegó a cenar, aunque sinceramente no le importo donde estuviera, con quien o a qué hora llego a la casa. El la fulminó con la mirada y caminó por delante de ella, casi nunca desayunaban en familia, así que, fue directo a la puerta, Octavio la siguió y la detuvo antes de que llegara al auto, la tomó por el brazo con algo de violencia y Larissa se volvió a mirarlo sorprendida.
—¡Esto! – señaló su rostro – me lo hizo Bruno Orellana. Estaba en un club anoche, con varias mujeres en un privado. Nos encontramos y me ataco, él muy bastardo se aprovechó de que estaba al
