——POV de Adán ——
La luz se filtraba por las cortinas, de una habitación en la que había estado infinidad de veces.
—¿Que pasó? —fue lo primero en salir de mis labios, mientras miraba a mi alrededor sin idea de que había pasado. Las suaves sábanas de seda tocaban delicadamente mi piel desnuda, y no sabía de dónde venía el olor que me rodeaba, los olores parecían haberse intensificado de la noche a la mañana.
Todo mi cuerpo estaba adolorido y cansado, me encuentro desnudo y lleno de marcas de moretones por toda mi piel...
Un segundo estos no son moretones, son marcas de chupones, parece que hubiese peleado contra algún animal marino con tentaculos y ventosas... y hubiese perdido la pelea, mi cadera dolía y tenía una sensación viscosa y cálida en mi interior, y el olor era sin duda el de sexo, ahora era reconocible.
Como un balde de agua fría los recuerdos de la noche anterior inundaron mi cabeza, las lágrimas empezaron a salir de mis ojos a borbotones, no podía creer lo que había pasado. Tenía que ser un error, empecé a hiperventilar a la vez que apretaba los puños hasta clavarme las uñas en las palmas.
Trate de levantarme, pero caía una y otra vez, mi cuerpo no respondía, no se movía como yo quería, sentía mucho dolor en la zona de la espalda baja, y podía sentir aquel maldito líquido salir de mí, el pavor que estaba sintiendo me hacía olvidar la incomodidad y dolor que experimentaba.
—Tiene que ser una pesadilla —susurré una y otra vez, aún negándome a pensar que todo eso era real. —Dentro de poco me despertaré y todo esto habrá sido solo un sueño muy extraño y perturbador.
Me repetí esas palabras como un mantra, tratando de negar la realidad. Cuando volví a tratar de levantarme, una voz que venía del otro lado de la cama me detuvo. Estaba tan metido en mi mente que no había notado el otro cuerpo en la habitación.
—Vuelve a dormir —la voz sonaba somnolienta, pero la había escuchado durante tantos años y tantas veces, que me era inconfundible. Nuevas lágrimas recorrieron mi rostro.
Aún con el dolor punzante que sentía, me levanté tan rápido como pude, tome mis cosas y como pude salí corriendo del lugar.
Mientras corría solo podía recordar una y otra vez lo que había ocurrido el día anterior, se sentía como si estuviera viendo un clip de una película que se repetía ni bien se acababa el clip anterior.
Horas antes había ido a visitar a mi mejor amigo para tratar de animarlo por su reciente decepción amorosa, Cristina era una perra, y el estúpido de Mateo no me había hecho caso y ahora tenía el corazón roto.
—Estúpido, sin cerebro, te dije, te lo dije, pero nunca me haces caso—. Iba despotricando a medida que caminaba en busca de mi mejor amigo.
Al llegar a la casa de Mateo, me encontré con una escena desgarradora, Mateo estaba en medio de su sala de estar, ahogado en alcohol, varias botellas de distintos licores estaban regadas por todo el suelo de manera caótica.
Tanto la casa como Mateo eran un desastre, el olor del alcohol era fuerte, y Mateo no hacía nada más que llorar en medio de todo. El lugar tenía un olor pesado, y no solo por el alcohol.
Mateo era incapaz de ponerse de pie derecho, lo ví tropezar con sus propios pies e incluso con el mismo aire.
Cuando me acerqué a él, él solo me dió un manotazo tratando de alejarme, sabía que no debía hacerlo, pero le di en la cabeza con una botella que estaba cerca.
*Jajaja*
El golpe hizo más ruido que daño. Eso era obvio, si no fuese así Mateo no se estaría riendo. Su risa paso de una feliz a una llena de tristeza.
Asenté lo que tenía en mis brazos, y después de alejar todo aquello con lo que pudiera lastimarse, lo abracé.
La lluvia sonaba contra los cristales de las ventanas, acallando los sollozos de Mateo.
—¿Por qué me abandonó? ¿Qué hice mal?
—Nada
—Entonces, ¿Por qué? —sus sollozos regresaron, su rostro estaba cubierto de lágrimas y lo único que pude hacer por él fue abrazarlo.
El olor que emanaba de Mateo iba aumentando en intensidad, era la primera vez que lo sentía, a medida que su olor crecía lo hacía el fuego en mi interior.
—Hueles tan bien —susurro Mateo en mi oído.
*Mmmm*
El aliento de Mateo sobre mi oído encendió algo en mi interior, Mateo se arrastró hasta tumbarme en la alfombra, si lengua se deslizaba desde mi oreja a mi cuello. Si saliva picaba contra mi piel, hacía que el fuego de mi interior creciera hasta hacerme perder la cabeza.
Sus manos se deslizaban por mi cuerpo, retirando mis prendas con facilidad, me perdí completamente cuando mordió el lóbulo de mi oreja izquierda.
Antes de darme cuenta todo paso muy rápido, de pronto estaba sobre su cama, y todo lo demás se ve envuelto en una extraña bruma de placer. Sus dedos se movían por sobre mi piel, buscando cada vez más contacto entre nosotros.
Mi piel ardía de deseo.
«Mi piel ardía de deseo y un comino, ¿En qué carajos estaba pensando?»
Cuando corría por las calles el cielo estaba despejado y sin una sola nube, pero a medida que me acercaba a mi destino el cielo empezó a oscurecerce.
Corrí tan rápido como pude, hasta llegar a casa, el lugar estaba vacío, les había avisado a mis padres que me quedaría con Mateo ayer, mi habitación estaba desordenada, solo cogí mis cobijas y me enrolle en ellas queriendo desaparecer del mundo.
Mis lágrimas recorrían mi rostro, no podía creer lo que había pasado, había tenido sexo con mi mejor amigo, ahora como lo vería a la cara sin querer morirme de la vergüenza.
No sé que pasó, y tampoco quiero saberlo, es decir, debo olvidarlo y fingir que no pasó nada, no puedo culpar a Mateo, porque el no me obligó, aún así no puedo simplemente olvidarlo.