Mia A regañadientes, vuelvo a la oficina. Ya no tenia ganas de estar ahí, no quería ver al hombre que haría mi vida tan miserable, aun más de lo que ya me la estaba haciendo, pero no me quedaba de otra. Subiendo por el ascensor, pienso una y mil maneras de poder zafar tanto de la cárcel como del matrimonio, nada llegaba. —Voy a hablar con Alex, tú ve a tu oficina que yo me responsabilizo por tu salida. —¿Por qué eres tan amable conmigo? — me regala una sonrisa y sin responder da media vuelta y se va. Como desearía poder conocer a alguien como él y que se interese en mí y sea él quien me pida matrimonio, aun si fuera por obligación, estaría encantada; pero no, la suerte siempre se burló de mi y me mando a un tipo que es de todo menos amable. Los gritos se escuchan en la oficina de