Se dice que era la más hermosa de todas las mujeres. Jamás le faltó un pretendiente que la admirara y la adorara. Tanto hombres como mujeres caían rendidos a sus pies. Sin embargo, ella siempre se mantuvo pura. Quería entregar su vida a su Dios, por lo que nunca se interesó en los placeres terrenales que pudiesen alejarla de su camino. Pero un día esa gran belleza que poseía terminó convirtiéndose en su mayor maldición. Había comenzado sus estudios en el lugar que la formaría para la vida que anhelaba. Parte de su tarea era despojarse de todos los bienes materiales ostentosos o que fueran más de las cosas básicas que necesitaba. Gracias a esto caminaba a diario dos horas desde su casa al instituto por un terreno de tierra y sin forma. Al finalizar el día, repetía la acción de regreso has