SANDRA

2127 Words
Es curioso que la decepción amorosa no hubiera golpeado tanto como al principio creí que sería. Tal vez el que Luis haya faltado a clases durante la semana sirvió o influyó en eso. Al parecer había quedado muy adolorido y pidió permiso para faltar, obviamente su entrenador quería que se recuperara pronto y accedió. David dijo que sus padres tenían la versión de un intento de asalto, por lo que no tuve por qué preocuparme de que hiciera algo legal en contra de Fernando. Fernando y David al final hicieron la fiesta, pero ya no por el cumpleaños de Luis, sino una simple reunión de alumnos a mediados de año. Fernando ya había recibido dinero y decidió que era complicado andar devolviendo el dinero cuando ya ni se acordaba dónde había dejado la lista de los pagadores. Yo creo que había mucho dinero en juego. No hubo manera de que me convencieran de ir a la fiesta, en cambio la pasé en casa mirando películas tontas con mamá. El domingo Fernando y David fueron a la casa, llevaron el almuerzo para no incomodar a mi madre preparándoles algo de comer. Mi teléfono permaneció tres días apagado, después lo encendí porque mi hermana se quejó de recibir todos mis recados. No recibí ninguna llamada o mensaje de Luis, supongo, luego de que habláramos el martes decidió que tenía razón. Tampoco es como si quisiera que él me buscara. Es lunes, odio realmente los lunes. Es como si reseteara mi vida cada lunes. Entro al aula con Diego a mis espaldas, Fernando está hablando con Luis, que la fin a llegado. El día anterior le pedí a Fernando que hiciera las pases con él, después de todo había sido su amigo mucho más tiempo que yo. Fernando simplemente dijo que como amigo le había dado una lección al tonto. Así que verlos hablando mientras Fernando le prestaba su cuaderno fue un gran alivio. Fernando ahora estaba sentado en mi lugar lo cual agradezco. No quiero aguantar las miradas o no miradas de Luis, será más fácil pasar el día. —¡Buenos días, chicos! —saludo a ambos, porque como había dicho antes, no le guardo ningún rencor a Luis, y realmente es un buen amigo. —Hola —dicen al mismo tiempo. —¡Alondra, hiciste la tarea de matemáticas! —Fernando, a este tiempo deberías de saber que jamás hago tareas. David ríe y saluda a Luis. Las clases transcurren normalmente, y aunque no hablo con Luis directamente tampoco se ha creado un ambiente pesado. Es simplemente un conocido. Y así pasan los días hasta que el viernes llega tarde a clases, y se encuentra más que enojado, muy molesto. Fernando le pregunta, qué le ocurre. —Mi madre, se puso histerica porque Sandra fue a la casa anoche y me hizo un escaldalo. No puedo evitar soltar una risa. Pero como estoy de espaldas a ellos no sé que reacción a causado. Mi risa mal disimulada. —¿Qué hizo? —David que siempre nos ignoraba se quita el audífono de la oreja y se gira hacia él. En silencio le agradesco porque muero de ganas por saber. —Anoche fue a casa y mi madre fue quien la recibió ella pidió verme pero me había tomado una pastilla para el dolor por lo que estaba en mi habitación durmiendo. Ella le dijo esto y Sandra pensó que me estaba negando. Por lo que le soltó a mi madre que si no la quería ver, porque estaba saliendo con Alondra, tenía una responsabilidad con ella me gustara o no, porque al parecer tiene un retraso. Se hizo dos pruebas de embarazo, pero una salio positiva y la otra negativa. En ese momento giré mi rostro hacia él. Realmente no sabía que me asombró o asustó más, que la madre de Luis crea que sigo saliendo con su hijo o que su noviecita esté embarazada y que Luis realmente este creyéndole. A menos que… —¿No usabas condón? —le pregunté. Los tres chicos me miraron. —Una vez… no lo hicimos con condón —murmura sin mirarme a la cara. Suspiro hondo, realmente merecía estar en aprietos. Andaba con un chica portadora, mientras salía con otra que era sana y que no tenía conciencia alguna de nada. Lo miro a los ojos cuando él al fin levanta la mirada. —¡Eres un idiota! ¿Lo sabías? —le digo. —No, no lo sabía —responde Fernando. Fernando se levanta y sale del aula sin siquiera disculparse con el profesor, que iba llegando. Él no regresa y no lo vemos hasta que terminan las clases. Cuando llegamos íbamos a la salida notamos a Sandra esperándolo afuera con la madre de Luis a un lado. —¡Diablos! Creo que su madre viene a  lincharme —le susurro a Fernando. Él ríe y me abraza por la cintura acercándome a su cuerpo, me susurra en el oído. —No lo permitiré. Sé lo que está haciendo, está intentado que piensen que tenemos una relación , está desmintiendo lo que Luis le dijo a Sandra. Su madre me mira con tanta intensidad que me es imposible apartar la mirada de la suya. —Buenas tardes, señora. —Hola, Fernando. —Señora —la saludo con una sonrisa la más inocente que tengo. —No sabía que eran novios, Luis no me habló de ustedes —dice la mujer un poco confundida suponiendo que yo estaba interfiriendo en la relación de su hijo con Sandra, aunque no comprendo como puede estar feliz por esa relación si es claro que si Sandra está embarazada ha arruinado no solo su futuro sino también el futuro de Luis. Son unos niños y ¿cuantos matrimonios jóvenes forzados por un embarazo realmente se casan por amor?   —Sí tenemos dos meses saliendo —dice Fernando con una sonrisa y atrayéndome hacia él. —Tres Fernando —le recuerdo. —Vaya, Luis dijo que estaba saliendo contigo —Sandra la chica a la que nunca había tratado suelta su veneno sin más. —¡Ya basta, Sandra! ¿Mamá que hacen aquí? —Luis no seas grosero con tu novia —su madre lo amonesta por lo que se gana una mala cara por parte de él. —No es mi novia. —Sí, bueno… de eso tenemos que hablar, hijo. —Hasta no saber los resultados del laboratorio no es mi novia y dudo que lo será algún día. Sandra había bajado la mirada y estaba haciendo pucheros, era tan mala actriz que hasta rodé los ojos. Me llevé a Fernando de la mano lejos de la escena que estaban dando. David se quedó a esperar a Abigail. Fernando y yo vamos caminando hacia la estación, cuando Luis se acerca corriendo por detrás. —Se puede saber, ¿por qué me han dejado en las manos de esas brujas? —Luis se acerca corriendo y nos reclama con verdadero odio—. Pensé que eras mi amigo, Fernando y tú Alondra, ¿tanto me odias? Ambos soltamos una carcajada ante el dramatismo de Luis. —Clamate, lo tienes todo bajo control —me burlo. —Además, Luis. ¿A dónde planeas que vas? —pregunta Fernando—. Yo voy a casa de Alondra. Su familia no te quiere ver ni en pintura. Entonces, ¿por qué simplemente no te largas con tu novia a comprar pañales? Suelto la carcajada. —No te rías, Alondra. Mejor, te invito a comer —me dice el muy sin vergüenza. —¿Y yo qué, Luis? ¿Estoy pintado? —Fernando pregunta indignado. —No lo estás, puedes ir, pero tú pagas. —Olvídalo, no me quitarás a mi chica, tú ya tienes a la tuya. Me rio entre dientes. Vamos a comer, Fernando termina invitándome no permite que Luis pague por mi platillo. Nos dice que él mismo llevó a Sandra al laboratorio para una prueba de embarazo. —¿Qué piensas hacer si ella realmente está embarazada? —No lo sé. Supongo que me haré cargo del niño. Pero no voy a casarme. Mi madre está loca si piensa que ella decidirá por mí, en cuanto lo que haré. Por un momento siento pena por él pero luego recuerdo por qué esta en esta situación y lo dejo pasar. Cuando salimos del restaurante, Luis, quiere llevarme a casa para lo cual me niego. No, nuestra relación nunca volvería a ser la misma. Esa misma tarde Luis me llama. No estaba muy segura de responder a su llamada, pero por alguna razón que desconozco lo hago. —Hola —respondo, con duda. —Hola. Cuando él no dice nada más decidó preguntar directamente: —¿Qué pasa Luis? EL parece aclararse la garganta antes de responder a mi pregunta. —No te enojes conmigo Alondra —me dice antes de continuar—, solamente quiero que sepas que Sandra no está embarazada y ya he cortado toda comunicación. No sé por qué pensaría que yo esperaba que lo hiciera. —Bueno, eso es algo que no es de mi incumbencia. Esa fue toda la conversación. Cuelgo. No sabía, por qué, pero de pronto no quiero estar en casa así que me levanto de la cama y miro la hora son las siete con treinta por lo que si salía a dar una vuelta por las calles todavía encontraría las tiendas abiertas y quien sabe, tal vez hasta podría despejar mi mente mirando los aparadores. Tomo mis llaves y y mando un mensaje a mi madre que todavía no ha llegado, Abigail está haciendo un reporte o algo así en la computadora. —Estoy aburrida, saldré a caminar. ¿Quieres acompañarme? —la invito. —Nop, todavía tengo mucha tarea. Tal vez después. Asiento. Y salgo de casa dejándola en paz. La noche a comenzado a caer, he caminado por lo que de veinte minutos o más. Estoy mirando los aparadores cuando siento una presencia a mis espaldas.  Me doy la vuelta solo para encontrarme con Luis. Verlo  tan cerca y no esperarlo me provoca un susto terrible, prácticamente estaba oliendo mi cabello. —Disculpa no quise asustarte —me dice. —¿Qué haces aquí? —le pregunto con mi mano en mi pecho sintiendo los latidos desbocados de mi corazón. —Bueno, andaba por aquí y… —él se nota de repente muy nervioso, su cuerpo se mece debido a que sus rodillas se doblan una y otra vez. Tal vez crea que voy a comportarme… no sé toda loca. —¿Estabas siguiéndome? Su mirada se posa en mi rostro, no hace falta a que responda en voz alta por su mirada mortificada entiendo perfectamente la respuesta. Sí, me ha seguido. —¿Por qué? Luis suspira hondo, sé  que mi pregunta ha sido muy estúpida por no decir lo menos, pero él debería ser más tonto por venir, espiarme, seguirme y aparecer como si nada en medio del aire, y creer que no preguntaré. Él debía pensar que no lo aceptaría luego de que jugara con esa chica y conmigo de la manera en que lo hizo. No es ni siquiera porque se acostó con ella, es el hecho de que no me tenía confianza. Él me dijo que ya no saldría más con ella desde que formalizamos. Entonces, ¿Qué fue lo que sucedió? ¿El sexo era más importante para él y le costaba trabajo decirme? ¿creyó que no lo entendería? Tal vez tenía razón. No lo entiendo. —Porque de verdad te extraño, y aunque pienses que no te quería de verdad, yo te digo que sí. —No volveré, contigo, Luis. No importa lo que digas o lo que hagas. No lo haré. Me doy la vuelta para marcharme, pero él me sujeta del brazo. —Te acompaño a tu casa. —No, gracias. Pero será mejor que vayas por tu camino y yo por el mío. No me busques, no me llames. No me hables si solo tienes ganas de hablarme de esto. —Te perdí, entonces —afirma. —Nunca me tuviste en realidad. Y era cierto, nunca me tuvo, porque todo había iniciado mal, todo acabó mal. Al regresar a casa mis pasos son pausados no sé si el todavía está de pie donde lo he dejado pero no tengo el deseo ni la intención de mirar atrás.   A la mañana siguiente. Luis les dice a los demás que Sandra no está embarazada y que ha cortado lazos con ella. su madre que ya estaba muy emocionada por ser abuela se decepcionó ante la noticia. Lo cual fue una tontería a mi parecer Luis estaba mejor cumpliendo sus sueños sean cuales fueran.
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