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2796 Words
¿Por qué siempre me retraso? ¿En serio tan malo es reloj biológico? Pues sí, es un asco. Hoy es el primer día del gran último año de mi preparatoria, y voy tarde. Como de costumbre. ¡Oh, y para variar!, me he olvidado mi celular en casa. Me tenté a regresar a buscarlo, pero es una tontería, solo llegaría aún más tarde. Así que solo me preocupo en llegar a tiempo récord, estacionarme y correr a los afiches que se encuentran en la entrada de la escuela. Al llegar a la enorme pared llena con; los afiches de anuncios deportivos, horarios de clases de otros grados, y listas de alumnos, veo un largo cabello rubio y brillante que destaca en la primera fila del montón de personas abarrotadas en ese espacio. Camille Pierce. Sonrió al verla, no me extraña que esté hasta adelante posiblemente tomándole mil fotografías a sus horarios de clases. Así es ella, aplicada en muchos aspectos, sobre todo en lo académico. Totalmente opuesta a mi, aunque todos en la pandilla somos opuestos el uno del otro. Cami es mi mejor amiga, y como una figura de mamá responsable del grupo. Ella nos frena la mayoría del tiempo cuando estamos por hacer una estupidez....casi siempre. Bueno, aveces, porque también la llevamos al lado obscuro. Pero eso no le quita ese lado responsable, correcto y tranquilo que tanto la caracteriza. Ella es una dulzura de persona, y claro que jodidamente brillante y perspicaz. Es toda una genio, y lo sé de primera mano, solía darme asesorías de álgebra, así fue como la conocí. De hecho, Ellen me la preguntó, así que desde entonces somos un trío imparable. —¿Alguna clase capaz de retar tus conocimientos?.—Apenas escucha mi voz, se sobresalta y sus ojos azul cielo se abre de par en par. Sin poder detenerla, me envuelven en un fuerte abrazo.—No...puedo...respirar. —¡Los extrañe a todos!.—Chilla alegremente.—¡Estoy tan emocionada por este año! —Cami... —¡Ya quiero ver que maestros nos darán clases!.—Apremia al mismo tiempo que me aprisiona con las fuerza.—¡Ojalá nos toquen clases juntas! —Cami... —¡Lo se! ¡Tenemos que ponernos al día también!.—Dice balanceándonos.—Mi padre estuvo... —No...respiro. Ella rápidamente me suelta y murmura disculpas mezcladas con comentarios de lo mucho que me extrañó. Se ve tan emocionada y me contagia su entusiasmo con una simple sonrisa, ella tiene ese poder en las personas. —¿Sabes quién llegó temprano y luego me abandonó por cierto chico?.—Ya sé la respuesta, así que me río.—¡Así es! ¡Ellen me abandonó! —¡No me digas!.—Bufo con falsa sorpresa. —No sé por qué se hacen del rogar.—Musita en aire pensativo.—Ambos se gustan, ¿tan difícil es que salga oficialmente? —Eso creo, ya sabes que para Ellen su modo operandi es resistirse a lo inevitable. —Todo lo que Ellen hace no es razonable y por supuesto que es inevitable.—Sacude la cabeza, seguro regañando mentalmente a nuestra amiga.—Aveces no les puedo seguir ni la pista de su "no-relación". —Yo deje de seguirla hace mucho.—Me encojo de brazos riendo por la expresión de Camille.—Hey, ¿has visto alguno de los chicos? Sus ojos se iluminan y asiente efusivamente con su usual buen humor. —Sí, me topé a Tayler esta mañana, pero se fue directo a entrenar.—Dice dando un bufido.—Nuestro chico dorado se está preparando muy en serio para la beca deportiva. —Te creo. ¡Jo salió a las siete de la mañana para correr hasta aquí!.—Enfatizo incrédula.—¡A las siete! —Me enorgulleces cuando se ponen plan líderes de su futuro.—Declara Cami sonriendo. —Sin duda.—Concuerdo imitando su gesto, y rápidamente insulto al oír el timbre de la primera clase.—¡Mierda, no vi mi horario! Rápidamente me escabullo entre los estudiantes reunidos en el mural de anuncios, y apunto en mi mano de manera patética con un bolígrafo mis clases. Escucho que Camille se despide, y al girarme no está. Típico de ella, es muy puntual. Yo tomo mi camino a mi clase de historia, y para fortuna mía el aula no está muy lejos, inclusive agradezco que el profesor no ha entrado. Como de costumbre y bajo algunas chismosas miradas, tomo asiento hasta la parte de atrás. Siempre voy a preferí sentarme al fondo que adelante, siempre. Resulta que ser m*****o de la junta que dirige los eventos escolares, me tiene en un estatus algo conocido entre profesores y alumnos. Aunque ciertamente paso más desapercibida estando sola, que en grupo con mi conocida pandilla; la cual aveces se ve envuelta en ridículos chismes. —Buenos días jóvenes. Soy el profesor Valt.—Saluda un señor de treinta y tantos entrando al aula.—Bienvenidos a un nuevo año, espero que estén listos para lo que viene. Todos hacen silencio, y la clase comienza. Lo que dura la hora, trato de concentrarme en lo que el profesor dice sobre la revolución francesa. El tiempo se va volando tan rápido, que casi pego un brinco cuando el timbre anuncia el fin de la hora. —Bien, eso es todo por hoy. No olviden traer el ensayo que les pedí para la siguiente clase. Muero de hambre, y eso que apenas es el primer receso. Rápidamente me levanto tomando mi bolsa para ir a mi casillero, y buscar alguna libreta para tomar apuntes. Odio no traer mi celular conmigo. No tengo una idea de dónde están mis amigos, y a decir verdad, buscarlos entre tantos estudiantes es imposible. Doy un resoplido resignada, y apenas llego al triste cubículo gris donde guardo mis cosas, me dispongo a ingresar mi combinación. Y como siempre este no cede. Tengo hambre y no estoy de gran humor. Así que como es típico en mi, lanzo groserías que nadie debería escuchar en su vida, mientras me peleo con el candado. Creo que los que pasan a mis espaldas sueltan risas burlonas, y eso colma mi paciencia. Ya harta y casi a punto de mandar al diablo mis clases, una mano masculina me sorprende; tomando el candado y abriéndolo como si de magia se trata. —A veces solo tienes que tirar un poco hacia la derecha.—Me giro torpemente sobre mis pies, topándome con unos ojos...y muy bonitos cabe mencionar.—Hola...soy...me llamo Allek. Me quedo congelada como una idiota. Este chico tiene por completo la fachada que yo llamo "Fuckboy en potencia". Y lo digo muy enserio. Su sonrisa que es un tanto adorable, su cabello ondulado entre un rubio-castaño, y su impresionante e imponente estatura que calculo con un metro ochenta, lo dicen todo. —Hola...—Murmuro rápidamente al caer en cuenta que me quedé en silencio por varios segundos. Creo que ha notado que lo detallé, porque de su rostro se está asomando una sonrisa divertida. Admito que me avergüenzo por mi indiscreción, incluso siento mis mejillas tornarse rojas. —¡Alay, llevó como 5 minutos buscándote! ¡Vámonos! No me da tiempo de refutar nada por el grito de Ellen. Ella toma mi mano y me jala a dirección contraria dónde se queda parado el chico lindo de ojos grises. Ellen ni siquiera deparó con quién estaba, de ser así seguramente se hubiera quedando admirando al chico. —Te llamé varias veces a tu celular.—Me reprocha con algo de molestia.—¿No lo notaste? —No...—Murmuro distraída tratando de caminar al paso de la pelirroja, y mirar sobre mi hombro. Ya no lo veo, se perdió entre tantos estudiantes.—No traje conmigo mi celular, lo siento. —Ya ya ya...está bien.—Da un bufido.—Mira, allá está la pandilla. A lo lejos diviso a mi grupo de amigos que comen y conversan amenamente. Camille alza la mirada y sonríe mientras nos hace un gesto para que nos acerquemos. Caminamos directo a ellos y mis ojos dan con los cafés de Tay, yo doy un pequeño grito de emoción por verlo. Él sonríe ampliamente mientras se levanta para envolverme en un gran abrazo. —¡Tay-Tay! Escuchó que se ríe y me levanta un poco aún abrazándome. Adoro a Tayler, si lo conoces de primera mano es encantador, divertido, alegre, y bastante sabio. Mi amigo es un ser muy lindo; con esos ojos chocolate y su tez olivo. Es bastante popular entre el grupo estudiantil, y un alumno ejemplar. Además, él rompía con los parámetros de ser un "todas mías" al no salir con ninguna chica de la escuela, así que prácticamente no se veía envuelto en chismes o dramas, que como mencioné, a veces nos rodean. —Lo se, yo también extrañaba sus angelicales rostros.—Dice separándose guiñándome un ojo, y toma asiento nuevamente a lado de Cami, a quien abraza por el cuello.—¿Como están mis chicas? —Indignada.—Protesto entrecerrando los ojos.—¿Así que tú avión se retrasó? Tay me da mueca de disculpa, acompañándola con una sonrisa. —No tenía idea que el vuelo se retrasaría por mal clima, lo siento mucho, Lay. Sabes que no prometo cosas que no puedo cumplir, estaba fuera de mis manos. —Vale...—Me relajo un poco, porque vamos, Tay en efecto siempre cumple su palabra.—Mejor cuéntame cómo estuvieron tus vacaciones, ¿que tal en vuelo? —Estuvo bien volver a casa.—Pronuncia sonriendo mientras juega con el cabello de Cami.—Y el vuelo fue un asco. Tuve el culo entumecido por horas. —Podrías haberlo movido un poco.—Comenta Cami llevándose una uva de su plato a la boca, y sonríe malévolamente.—Podríamos salir a bailar. Se te da muy bien. La expresión horrorizada de Tay, me da mil años de risa. —¡A que sí quieres!.—Lo presiona Cami risueña y malvada, él hace otra mueca y ella agrega.—¡Recuerda que me pongo triste cuando no bailo! Reprimo una carcajada tapándome el rostro. Aún recuerdo cuando la primera vez, Tay se negó rotundamente a bailar con Cami. Ella casi estalló en llanto al sentir el rechazo de nuestro amigo, y desde eso, él jamás se niega a algo que le pida. Me parece un tierno y considerado de su parte, así que tomo piedad de él y me lanzo a su rescate, para desviar el tema de la invitación de Cami. —Oigan, ¿dónde están Joseph y Thom? Tay me sonríe agradecido antes de contestar. —El entrenador lo detuvo hace un rato, le dijo que eran asuntos escolares.—Yo ladeó la cabeza extrañada.—Seguro lo quiere j***r sacándolo del equipo por sus notas. —Yo escuché que Thom está castigado.—Nos informa Cami. —Ah, sí.—Señala Ellen divertida.—Aparentemente lo encontraron encerrado con una chica en el armario del conserje. —Raro...—Murmuramos todos con ironía. Si, lo que mis amigas han dicho suena a algo que el explosivo Thomy, haría el primer día de clase. Digamos que él es el menos predecible del grupo, casi le hace competencia a Peter en su espontánea manera de ser. —Oye, sobre Jo...¿porque?.—Cuestiono frunciendo el ceño.—Apenas está iniciando el ciclo escolar. —Bueno...Sí, pero desde el año anterior sus notas han estado al tope con el mínimo para pasar.—Musita Tay con una mueca.—Ya sabes que si no pasas, no juegas. —Necesita ponerse al día este año...—Murmuro contrariada. —Es inteligente, solo que la mala compañía le afecta un poquito. Tay no duda, en darle una sugerente mirada a la pelirroja a mi lado. Ella enarca una ceja en señal de que comprendió la indirecta. —Yo no soy una jodida mala influencia, ¿Oíste bien, señor "Tyler perfecto en todo Johnson"?.—Reprocha con indignación, mientras se levanta de su lugar y se cruza de brazos.—Voy por comida. ¿Quieres algo, Alaysa? —Por favor.—Imploro con un puchero mientras le doy dinero.—Una botella de agua y ensalada.—Ella asiente y se encamina a la barra de desayunos.—¡Y tú!.—Apunto con un dedo acusador a Tay.—No le recrimines sobre Jo, ella podría tener cierta influencia hacia él, pero no es completamente su culpa. —Claro, que se la viva arrastrándose por ella es todo mérito de Joseph. No tengo que voltear a su dirección. La voz profunda con un tinte de burla que expresa siempre, nunca me pasa desapercibida. —De verdad que eres un encanto...—Musito entre dientes.—Todo un encanto. Dirijo mis ojos a él, viendo como se encoge de hombros mientras a Tay se le escapa una carcajada. Rápidamente volteó a fulminarlo con la mirada. Tay detiene su risa al instante, y carraspea su garganta antes de hablar. —Eso fue descortés, Peter. —Ajá...—Murmuro regañándolos con los ojos. Tay asiente efusivamente.—Que grosero. —Como sea.—Espeta Peter, rodando los ojos.—Nos vemos en Hill's. Y sin decir media palabra más, se levanta de su silla con su botella de agua en mano. A lo lejos diviso a Peter, chocar el puño con Jo cuando va de salida. Joseph apura el paso, y toma asiento a lado mío. Él me saluda con un beso en la cabeza, y da un choque de puños con Tayler y Cami que lo analizan con la mirada. Y no hay mucho que ver, es muy clara su aura enojada. —¡Me lleva la puta madre! —Te ha puesto condiciones, ¿No?.—Pregunta Tay. Se que se refieren al entrenador y todo ese asunto de sus notas. —Sí, tengo que subir mis notas o quedo fuera del equipo.—Gruñe en respuesta.—Estoy a prueba, y no puedo ir a las prácticas. —Mierda, ¿necesitas ayuda con algo?.—Inquiere Tay con una mueca.—Creo que puedo asesorarte con química. —Y yo con cálculo e historia.—Se ofrece Cami. —Puedo ayudarte en filosofía.—Me sumo.—Tus notas dependen de que sigas en el equipo...y sin tu beca de deportes, la universidad queda nula. —Lo sé.—Asiente preocupado.—Y si sería de mucha ayuda para mi, así que gracias, chicos. Él nos da una leve sonrisa de alivio, y le guiño un ojo despreocupadamente. —Que onda...—Murmura Ellen, llegando a la mesa.—Hoy es tu día de suerte A, era la última ensalada. Ella me pasa mi comida y le doy una sonrisa agradecida. Veo que Ellen duda en donde sentarse, pero lo hace justo a lado de Cami. Comparto una mirada cómplice con Cami y Tayler, ninguno dice nada así que empiezo a devorar mi ensalada. —Oigan...—Dice Ellen en tono distraído.—Estaba pensando que deberíamos salir más seguido. No sé, una salida a tomar algo, un bar...Ya saben lo normal. Para mi sorpresa, Cami asintió con la cabeza en señal de estar de acuerdo. —Sería genial, tenemos que aprovechar estos meses. —Y recompensar que me dejaron mal anoche.—Refunfuño. Camille se ríe y se estira sobre la mesa apretujando mis mejillas.—¡Claro que sí, pesada! —¡Duele!.—Me quejo apartándola y riendo.—Por mí está bien.—Las miro mientras limpio mis labios con una servilleta.—¿Tay? ¿Joseph? —Cuenten conmigo.—Accede Tayler mientras roba una papá a la francesa del plato de Ellen. —Por dos.—Se nos une Jo.—Díganle a los otros dos perdidos. —Perfecto, lo mandaré al grupo para que a la salida todos nos veamos en Hill's y nos pongamos de acuerdo. Ellen sacó su teléfono, y tecleó algo haciendo que los teléfonos de los demás sonaran. Comimos comentando los maestros que nos tocaron este año, y cuando el timbre anunció el fin de receso nos despedimos. Yo como siempre me atrase al tener que volver a mi casillero por la libreta que no tomé—a causa del chico lindo—que hora regresaba a mi cabeza. Nunca antes lo había visto por aquí. Y admito que sería una mentira si dijera que conocía a todos en la escuela, pero estaba segura que una cara como la de él no era fácil de olvidar como si nada. Seguro que es nuevo, pero eso ya lo averiguaría después.
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