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—¡Estoy en casa!.—Grito mientras abro la puerta.—¿Kaleb? Mi hermano menor no contesta. Arrojo mis llaves en el recibir, y subo directo a mi habitación. Lo primero que tomo es mi ya olvidado celular, para encontrar en efecto; todas las llamadas perdidas de Ellen y un mensaje de nuestro grupo. Hay algunos otros mensajes del consejo de la escuela, y los voy leyendo con algo de desinterés. Doy un suspiro, y me lazo en mi cómoda cama. Me parece buena idea adelantar trabajos, así que tomo mi laptop solo para comenzar el resumen de historia. Y como no. No llevo ni cinco minutos, cuando tocan a mi puerta. Kaleb asoma su castaña cabeza, y decide entrar, sentándose en mi cama. —¿Qué quieres? —Este es el trato.—Dice acomodándose, en un pose erguida y severa.—Quiero dinero, y no le digo a mamá sobre la gran mentira que le dirás cuando llegue a casa y...¡No me mires así!.—Exclama apuntándome con un dedo.—Ambos sabemos que le dirás sobre una pijamada con Ellen y bla bla bla, pero irás a una fiesta. Cierro la laptop abruptamente, causando que brinque fuera de la cama. Hacemos una guerra de miradas, ambos en silencio retador. —Este es el trato. Te callas la boca, y yo no le digo a mamá de tu suspensión. Kaleb palideció al instante. —No lo harías.—Espeta, entrecerrando los ojos.—No te atreverías. —Pruébame.—Lo reto con la mirada. Descubrí la reciente aventura malvada de mi hermano menor. Una suspensión de una semana por llenar de gas lacrimógeno "accidentalmente" el laboratorio de química. —Hoy me agarras de buen humor, hermanito...así que te concedo el deseo de asistir a la fiesta, pero solo eso. —Trato. Y sin más sale de mi habitación dando brinquitos. La sabandija cuando se lo propone puede ser manipulador hasta por los codos. Iba a continuar con mi trabajo, cuando mi celular anunció la llamada entrante de Ellen. —¿Me vería como una zorra si llevo un vestido que me llega por debajo del culo? Su pregunta me hizo reír, y meneé la cabeza divertida. —Bueno...entonces seríamos dos desvergonzadas.—Caminé a mi armario, y miré el vestido que usaría.—Porque definitivamente el mío rojo no es muy largo que digamos. —¡Amo ese vestido!.—Da un chillido contenta.—¡Entonces lo llevaré! —Conozco a alguien que estará
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