Baylor exhaló con fuerza, el intenso ejercicio que estaba haciendo se le estaba llevando la vida, pero él necesitaba eso para iniciar el día, necesitaba llevar su cuerpo al límite y concentrarse, le era imprescindible también trabajar su mente mientras ejercitaba. El sudor recorrió su cuerpo como si estuviera bajo una regadera, su corazón aceleraba cada vez que pasaba sus límites y sus músculos se tensaban por la fuerza que empleaba en cada movimiento. ―¿Te vas a rendir finalmente? ―Nozel enarcó una ceja. ―Vamos, joven rey, ya llevas cuatro horas, es tiempo de prepararse para iniciar el día. ―Baylor lo miró desde el suelo, realmente llegó a su límite. ―Ya son treinta años, deberías saber que no tienes la misma resistencia. ―Sus palabras y esa pequeña sonrisa dibujada en sus labios fue