―¿Podrías ayudarme? ―Hada se puso de espaldas a su esposo. ―No alcanzo la cremallera del vestido. ―Baylor pasó saliva, ¿Cómo es que no puede estar sin desearla? Es como un perverso hombre que se alimenta del placer que ella le proporciona. ―Tu espalda estará descubierta. ―Hadassa cerró los ojos, él desliza los dedos por su piel a medida que va subiendo la cremallera. ―Sabes que odio eso. ―Hada se giró en cuanto terminó. ―Estás demasiado preciosa, conejita. ―No seas tan posesivo y celoso. ―Le pidió mirándolo a los ojos. ―Además, yo también podría reaccionar como tú lo estás haciendo, solo debo ver el bulto que se marca en tu pantalón. ―Bajó la mirada y con el dedo índice le acarició la polla. ―Y está dormida. ―Baylor gruñó, se estaba esforzando por reprimir su erección y ahora ella lo t