Capítulo 6 - Kyle Mendez

1172 Words
La casa de los Mendez se encontraba en una alta colina, espesamente arbolada, cerca del letrero de Hollywood. Una construcción bastante moderna. Su interior había sido remodelado por un gran diseñador de la ciudad. A esa cas amplia y confortable agregaron detalles de exquisito gusto, como paredes recubiertas de madera, hermosas chimeneas y amplios ventanales de piso a techo que lograban que el paisaje exterior pasara a formar parte de la casa y fuera parte del decorado. Terrazas sombreadas, jardines llenos de flores y mucho más. Para Kyle, la casa de la colina, como él siempre la llamaba, era aun lugar mágico y lo quería como jamás había querido ningún otro objeto material. Las espaciosas habitaciones eran bien proporcionadas, muy ventiladas y luminosas, y casi todas tenían una chimenea. Una de las cosas más importantes de esa casa era que nadie la había alterado desde que fue remodelada muchos años atrás. Por lo tanto conservaba las vibras y estilo impuesto por su familia. Todo lo que hicieron era de impecable buen gusto. Cada vez que estaba en la casa de la colina, Kyle experimentaba una maravillosa sensación de bienestar; era lo más cercano a la felicidad que conocía. Muchos elementos se conjugaban para provocarle emoción. Ni en sus sueños más enloquecidos, Kyle supuso jamás que llegaría a vivir en una mansión semejante, y mucho menos que sería el heredero de la familia Mendez luego de dedicar toda su vida trabajando como agente de la CIA. Nunca conoció a su madre, esta murió cuando él nació. No había pasado mucho tiempo desde que su padre murió y cayera esta responsabilidad tan tremenda de manejar una fortuna tremenda como la de los Mendez. Al suceder esto, Kyle decide mudarse a New York, una ciudad en la cual vivió un par de años cuando joven. A muy temprana edad aprendió a cuidarse solo, tenía la viveza del chico de la calle, siempre en guardia, consciente de todos y de todo lo que sucedía alrededor. Pero Kyle nunca fue un chico de calle, lleno de insolencia, mal hablado y peleador; tampoco fue un joven duro y peligroso, que constantemente alteraba el orden o se encontraba en problemas con la policía. Su tío se encargó de que eso no sucediera. Además el joven de los Mendez tuvo la suerte de tener algo especial, algo que lo diferenciaba de los demás chicos, que lo elevaba de sus compañeros y que, en cierto sentido, hasta lo protegía. Y ese algo tan especial era su sentido de justicia y seguridad. Su tío al percatarse de tal cualidad de su sobrino, apenas cumplió la mayoría de edad lo envió a realizar las pruebas en la policía. A partir de ahí, comenzó a envolverse en el mundo policiaco, un par de años después la CIA decidió reclutarlo debido a sus éxitos como policía, pasando casi toda su vida como agente. A raíz de la muerte de su padre, su tío vuelve a contactarlo para que tome las riendas del negocio pero que era libre de seguir colaborando como agente de la CIA, pero esto le resultaba imposible y además, se encontraba exhausto de lidiar con tanta carga mental, así que se decidió por darse de baja de la organización y comenzó a trabajar como guardaespaldas personal de personas adineradas. A pesar de tener una fortuna tremenda no quería desligarse por completo de la sensación de cuidar o mantener el orden. Así que dejó a cargo a su tío y el continuó su vida, claramente sin descuidar la fortuna que ahora pertenecía a él. En este instante se encontraba de vuelta en Los Angeles, con Lauren, la chica que ahora tenía que cuidar luego de que el tío de esta chica lo contratara. La verdad, le resultaba increíble esta chica que lo único que hacía era intentar de salvar el negocio de su prestigiosa familia, esto despertó algo en Kyle, una preocupación ajena que lo invadía cada vez que veía angustiada a Lauren cuando las cosas no salían bien. En poco tiempo sintió afinidad por la menor de los Blackstone pero debido a su ética de trabajo, prefería no hacérselo saber, además en el fondo sentía algo muy extraño por ella. Mientras Lauren se encontraba en reuniones importantes, donde le tomaba casi todo el día encerrada en un salón junto con más empresarios. Esto aburría a Kyle, hasta que llegó un momento que le comentó a Lauren que iría a pasear un rato mientras ella terminaba sus asuntos, algo que ella le permitió sin ningún problema. En esos breves instantes decidió ir a su casa en la colina. Lanzó una risita mientras caminaba por el amplio vestíbulo de entrada, en dirección al comedor. Estaba pensando en su tío, quien sin duda, alguna vez, visitó la mansión de los Mendez mientras él estuvo ausente en New York. Aunque su tío no se encuentra muy cómodo en dicho sitio. Kyle se devolvió, cruzó de nuevo el vestíbulo y subió a su dormitorio, trepando los escalones de dos en dos. Lo mismo que las habitaciones de la planta baja, el dormitorio era amplio, luminoso, con enorme ventanales de piso a techo que convertían el paisaje boscoso en parte de la decoración interior. Kyle se quitó los jeans, la remera y los zapatos y se encaminó al baño a ducharse. Instantes después salió de la ducha humeante, tomó una toalla y se la envolvió alrededor de su cadera y se secó el pelo con una toalla más chica. Kyle tenía treinta y dos años. Su cuerpo era delgado y estaba en perfecto estado físico. Nadaba mucho, iba al gimnasio cuantas veces podía, y se cuidaba en la comida y la bebida. Tenía buenos huesos, una cara sensible en la que enseguida se notaba la fatiga cuando estaba cansado, y en esos casos por lo general demostraba más edad que la que tenía. En ese momento, al estudiarse en el espejo, pensó que a pesar de estar bronceado, tenía muy mal aspecto. Después de secarse con un secador el pelo castaño de mechones rubios, se lo cepilló hacía atrás, acercó la cara al espejo e hizo una mueca. Se la notaban los estragos causados por todo el estrés de cuidar a Lauren. Tenía ojeras que parecían moretones, y sin duda le hacía falta dormir. Por primera vez en muchos años, se sentía destruido. Kyle dejó caer la toalla, cruzó el dormitorio y se internó en su closet inmenso. Ese cuarto era del mismo tamaño del dormitorio y estaba lleno de ropa costosa y bien elegida. Debajo había estantes con zapatos de toda clase. Después de revisar su ropa más informal, se decidió por un par de jeans oscuros ajustados, un blazer n***o y una camisa de color blanco, se puso los zapatos y se terminó de vestir rápidamente. Instantes después, volvía a bajar la escalera, miraba su reloj y comprobaba que ya era hora de ir de nuevo al edificio donde se encontraba Lauren. Debía levantar las menores sospechas, Lauren no podía enterarse de que era totalmente millonario. 
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