Capítulo 5 - Amores en Secreto

3768 Words
 Matt abrió la puerta de su apartamento con su propia llave. Se quedó un rato luego de cerrarla esperando que ella apareciera, como generalmente lo hacía cuando el entraba. Pero esta noche no lo hizo. Colgó su chaqueta, se despojó de su pistolera y las colgó cuidadosamente también en la percha. Todo estaba en silencio. No se oía nada, pero al cruzar el pequeño pasillo de entrada, oyó el leve sonido del equipo de sonido que había en la sala y supo que ella estaba en casa. Se asomó y notó que todas las luces estaban encendidas pero el fuego se apagaba en la chimenea. Parecía que lo hubiesen descuidado. Matt giró y se encaminó al dormitorio por el mismo pasillo. La puerta estaba entreabierta. La abrió del todo y entró. Las luces LED estaban encendidas y a la luz suave que tenía configurada, la vio enroscada sobre sí misma en la cama, dormitando; o quizá estuviera profundamente dormida, no lo supo con seguridad. Al acercarse a la cama vio una gran cantidad de sobres de manila que había junto a ella sobre el edredón, donde algunos se les asomaba el contenido. Obviamente había estado trabajando y se quedó dormida mientras lo esperaba. Se inclinó y susurró su nombre, no queriendo sobresaltarla o asustarla, y le tocó la cara con suavidad. De inmediato ella abrió los ojos, al verlo, el alivio y la felicidad inundaron su rostro -       ¡Matt! — murmuró — Perdóname, debo haberme quedado dormida -       No hay problema mi amor — dijo el, arrodillándose junto a la cama para acercar su cara a la de ella — Soy yo quien debe disculparse por haber llegado tarde. Pero James Wyatt me entretuvo más de lo previsto. Supongo que lo recuerdas, lo conociste el año pasado. De todos modos, necesitaba hablar urgentemente conmigo, y hoy era el único día que tenía disponible. -       Está bien Matt, no te preocupes Él le dirigió una mirada directa y explicó: -       James me ha pedido que permita que me transfieran a su división. Yo acepté. Sobresaltada por la noticia, ella parpadeó varias veces y frunció levemente el entrecejo -       ¿Qué división es esa? -       La División de Inteligencia Criminal -       ¿Es un trabajo de escritorio? -       Parte del tiempo — mintió Matt para que se sintiera mejor, más segura de que el no corría peligro -       ¿Y el resto del tiempo? — Insistió ella, fijando en el sus vividos ojos -       Tendré que estar en la calle. Pero es un trabajo mucho menos peligroso que el que he hecho hasta ahora. Te lo aseguro — Matt hizo una pausa, le sonrió e improvisó: — Y además, tendré más tiempo libre, mucho más -       Me alegro de que sea un trabajo más seguro — dijo ella. Sonriendo le acarició la mejilla A Matt le encantaba su sonrisa. Era dulce, inocente como la de una criatura, y le iluminaba el rostro, haciéndolo resplandecer. La tomó por los hombros, la acercó a él, y la besó con suavidad. Ella le rodeó el cuello con los brazos y le devolvió el beso con tanto ardor que lo inflamó. La abrazó y la acercó a su cuerpo, besándola aún más apasionadamente, y apoyó la lengua en la de ella. Así siguieron besándose durante largo rato, devorándose mutuamente la boca, hasta quedar sin aliento. Fue Matt el que por fin se alejó. Le aflojó la parte superior de la bata y bajó la cara hasta su pecho. Ella lucía un camisón haciendo juego con la bata y Matt no tuvo dificultad en deslizar la mano dentro del bra de encaje. Cuando un pecho quedó en libertad, tomó en la boca el pequeño pezón color rosa y lo besó hasta hacerla gemir con suavidad. Matt se detuvo para aflojar por completo la bata, después le pasó las manos por todo el largo del cuerpo, volvió a inclinarse y continuó acariciando y besando sus pechos. Por fin levantó la cabeza para mirarla. Tenía los ojos cerrados, los labios entreabiertos y respiraba agitadamente. Notó lo excitada que estaba. La expresión de su rostro, una mezcla de abandono y de éxtasis, lo excitó terriblemente. Después de levantar el camisón, le pasó una mano por los muslos hasta detener los dedos sobre ese lugar sedoso entre sus piernas. Mientras movía los dedos contra la carne oculta, ella abrió levemente las piernas y Matt sintió la repentina humedad, el calor que despedía. -       ¡Oh Matt! — murmuró y abrió los ojos Él alzó una ceja -       ¿Qué pasa? -       No te detengas -       No pienso detenerme — aseguró y volviendo a inclinar la cabeza buscó con la boca el centro de su femineidad, cubriéndolo de besos mientras deslizaba los dedos dentro de su cuerpo. Lo conocía bien después de un año de hacer el amor con ella; sabía que estaba al borde del orgasmo y quería que lo tuviera. Pero justo en el momento en que creyó que sucedería, que gritaría de placer, inesperadamente ella se sentó en la cama. Lo tomó por los hombros y susurró con su voz ronca: -       ¡Por favor Matt, desvístete y ven a la cama! Quiero sentirte dentro de mí -       Pero antes quiero darte placer de esta manera. -       Lo sé y yo también quiero hacer lo mismo por ti, pero favor, desvístete. ¡Por favor! Matt se puso de pie, arrojó su camiseta sobre una silla, se sacó los zapatos, bajó el cierre de su pantalón y se desnudó. Mientras tanto ella juntó los sobres de papel manila, los arrojó al piso y se quitó la bata. Matt cruzó la habitación en dos saltos. Se tendió en la cama a su lado, la tomó en sus brazos, murmuró su nombre mientras le mordisqueaba el cuello. Pero después de un instante rodó de costado, abrió el cajón de la mesa de luz y sacó un preservativo. Jodidas cosas, las odiaba. Pero por otra parte tenía plena conciencia de todo lo que podría suceder si no lo usaba. Después de que Lily salió de su vida, de vez en cuando hubo alguna mujer, aunque nunca fueron relaciones serias. Estaba absolutamente seguro de ser cuidadoso, tomar precauciones por el bien de los dos. Matt ahogó un suspiro. Mientras el trataba de abrir el paquete con torpeza, ella le acariciaba la espalda. Después empezó a besársela, susurrando su nombre una y otra vez, diciéndole lo excitada que estaba, lo mucho que lo deseaba. Sus palabras eran eróticas, tentadoras. La erección de Matt era cada vez más dura y de repente no tuvo problema en ponerse el condón. Se giró y puso su atención hacía ella y la besó en la boca. Después de algunos besos apasionados, volvió a deslizar los labios hasta su pecho desnudo. Los pezones estaban erectos y se ponían más duros ante el contacto de la boca de Matt, excitándolo. El calor corporal crecía en ella a medida que el bajaba la cabeza para besarle el vientre y los muslos a través de la tela delgada. Con impaciencia, intentó sacarle el camisón, y ella se sentó para ayudarlo. Sus ojos, clavados en los de él, estaban llenos de emoción, el deseo se pintaba con claridad en su rostro. Volvió a acostarse y Matt saboreó su hermoso cuerpo con la mirada, admirando la piel de tono marfil y suave como el camisón que acababa de quitarle. Sabía que ella deseaba sentir sus manos sobre el cuerpo, así que exploró con los dedos ese lugar tierno y secreto, moviéndolos con suavidad al principio, y aumentando poco a poco la presión hasta que ella empezó a temblar. Entonces Matt se inclinó sobre ella, bajó la boca hasta sus muslos y empezó a besarla, mientras deslizaba los dedos dentro de su cuerpo. A  los pocos segundos ella se tensó; la sacudí un profundo espasmo y acabó lanzando un quejido, mientras su cuerpo se estremecía de placer. -       ¡Matt! — exclamó en voz tan baja que el apenas alcanzó a oírla — ¡Matt, mi amor! Matt se alzó en la cama, para apoyar la cabeza sobre la almohada junto a la de ella. -       ¿Te gustó? — preguntó -       Siempre me haces disfrutar y siempre lo has hecho, desde la primera vez. Nunca ha habido nadie como tú — Se arrodilló en la cama, miró sus ojos oscuros, le pasó un dedo sobre las cejas, después le acarició los labios y por fin con una pequeña sonrisa de placer apoyó la boca sobre la de él, y lo besó con ternura. La deseaba tanto que le resultaba casi intolerable. Matt la montó sobre su cuerpo casi con torpeza, mientras continuaba besándola y acariciándole los senos. Como siempre, ella devolvía sus besos con idéntico fervor, pero de repente, se inclinó y empezó a besarle el pecho y el estómago, recorriéndole el cuerpo con la punta de la lengua hasta que el creyó que estallaría. Con rapidez la colocó junto a él, se ubicó sobre ella, apoyó las manos sobre la cama y la penetró con cierta fuerza, moviéndose contra ella, afanándose por darle placer. Ella enlazó las piernas alrededor de su espalda y se colgó de él, moviéndose a su mismo ritmo. Pero él se dio cuenta de que se estaba conteniendo. -       Ven a mí — le susurró -       No — contestó ella, también en un susurro — Te estoy esperando— Pero mientras hablaba empezó a estremecerse y su calor lo envolvió mientras ella gritaba: — ¡Matt! Esa reacción nunca dejaba de excitarlo, y mientras ella continuaba moviéndose contra su cuerpo, el ya no pudo contenerse. -       ¡Dios, Madison, voy a acabar! — jadeó — ¡Oh Madison! ¡Madison! Permaneció dentro del círculo de sus brazos, la rubia cabeza descansando contra su pecho, los ojos cerrados, la respiración tranquila y pareja. Matt la miró, sonriendo para sí mismo. Con ella disfrutaba de la secuela del amor tanto como del acto s****l en sí. Estaba tan relajado como Nell y en paz con ella y consigo mismo, y, como siempre, cómodo en su presencia. Tal vez fuera porque la conocía desde hace años al igual que Lauren, su mejor amiga. Madison Torres se había convertido en una persona muy especial para el, y cada vez que estaba con ella se sentía renovado. Cada día la ciudad le arrancaba un poco de su ser, pero cuando estaba con madison, de alguna manera, y sin saberlo siquiera, ella se lo devolvía. En cierto modo era como si los restaurara. Hasta cierto punto, Matt lograba perderse en Madison, y en esos momentos parte del dolor desaparecía, y la tristeza que le provocaba el estado de Lily se hacía más tolerable. En todo caso y considerando su condición, era como si Lily hubiera muerto, y la vida era para los vivos, ¿no? Matt había llegado a comprenderlo muy bien a lo largo del último año, sobre todo desde que Madison se convirtió en una parte tan esencial de su vida. En la actualidad cada vez pensaba menos en Lily; después de todo, seis años eran mucho tiempo. Y de todos modos, alrededor de nuevo meses antes empezó a mermar sus visitas, aunque esa no fue idea suya si no de Emma, la hermana de Lily. Un domingo por la tarde, cuando estaba en el reclusorio para enfermos mentales, Emma le dijo que consideraba que para Lily sería mejor que no la visitara con tanta frecuencia, porque notaba que su presencia la agitaba. Era como si vagamente, en algún lugar de su dañado y demente cerebro, Lily recordara que en algún momento tuvieron algo juntos y que eso la angustiara. Por lo menos eso fue lo que Emma le comentó ese día. Por fin, hacía tres meses, Matt dejó por completo de ir al internado. La familia de Lily pareció aliviada por su decisión; el también experimentó un profundo alivio. Pero de vez en cuando se preguntaba si no sería un cobarde moral, si no estaría eludiendo su deber. Cuando le contó sus dudas a Madison, ella no solo le dijo que estaba haciendo lo único correcto, sino que era lo único que podía hacer. -       No puedes ayudarla — le explicó —. Al ir a verla, lo único que haces es ponerle sal a sus heridas. No sólo eso, ella es una soga que llevas alrededor del cuello, y que te pesa. Debes dejar ir a Lily en libertad… por tu propio bien. ¡Por amor de Dios, tienes una vida por delante, y debes vivirla! — Las palabras llenas de convicción de Madison lo ayudaron, y últimamente tenía la sensación de haberse sacado un peso de encima. Madison tenía razón; Lily formaba parte de su pasado y, para poder avanzar, tenía que dejarlo atrás. Ahora sus recuerdos de Lily se centraban en los años de la infancia. Suponía que le resultaba más fácil recordarla cuando no era una drogadicta furiosa, dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de obtener su dosis. Y, para sus adentros, empezó a admitir que se sentía mejor que en mucho tiempo. En gran medida, gracias a su pareja, Madison. Matt enterró su cara en el pelo de ella. Era suave y sedoso, con fragancia a coco, lo mismo que todo su cuerpo, fresco y dulcemente perfumado. Aspiró profundamente el aroma de Madison; le ayudaba a matar el hedor de la ciudad que llevaba siempre metido dentro de las fosas nasales. Ahora Madison formaba parte de su vida hasta tal punto que no imaginaba lo que sería vivir sin ella. Peor era extraño, porque se convirtieron en amantes de una manera muy repentina, un año antes, y después de haber conocido por muchos años más. El año anterior, un viejo amigo y socio de ambos viajó a New York para ver a Madison por asuntos de negocios. Se encontraba en camino a Londres, donde debía mantener una serie de reuniones sobre los negocios de la familia Blackstone. Su viejo amigo los llamó y los invitó a comer con él. Hacía bastante más de un año que no veía a ninguno de los dos, y fue una velada maravillosa, llena de humor y de risas, de verdadero cariño. Comieron en la suite del chico en el hotel, y cuando Matt y Madison se fueron, bastante después de medianoche, Matt insistió en acompañarla hasta su casa. A pesar de que era una noche fría, caminaron hasta el apartamento de Madison, que compartía con Lauren, y cuando llegaron al edificio, ella lo invitó a subir a tomar una última copa. Mientras Madison servía dos copas de whisky, Matt prendió la chimenea, y luego ambos se instalaron juntos en el sofá, para saborear el trago antes servido y conversar sobre sus vidas presentes y sus recuerdos compartidos. Por más que lo intentara, Matt jamás sabría cómo sucedió. De repente, Madison estaba en sus brazos, el la besaba y ella le respondía con ardor. Y terminaron haciendo el amor apasionadamente, sobre la alfombra, frente a la chimenea. Fue un viernes a la noche, y como él tenía el fin de semana libre, pudo quedarse a pasarlo en el apartamento de la chica. En ese refugio de calidez y confort que era el hermoso lugar, y mutuamente fascinados con el sentimiento que acababan de descubrir, durante las siguientes cuarenta y ocho horas ambos olvidaron el mundo en que vivían todos los días, el dolor y las preocupaciones. Madison se agitó en sus brazos. Matt la miró. Ella abrió los ojos, volvió la cabeza y lo contempló. -       Que cara tan seria, Matt mi amor ¿Te preocupa algo? -       Pensaba en nosotros, Madison. Ya hace un año que estamos juntos. Sin embargo nadie lo sabe -       Decididamente Wyatt lo sabe —contestó ella, con una carcajada -       Hablaba de nuestros seres queridos, de la gente que tenemos más cerca. -       ¿Quiere decir que no se lo has dicho a tus amigos? -       Este año no he visto a casi ninguno. Además deberías saber que no soy el tipo de hombre que anda contando sus asuntos amorosos con los amigos. Y yo se que tu tampoco se lo has dicho a Lauren, porque me lo habría comentado. -       No sé por qué no le he dicho, Matt, ni por qué lo hemos mantenido en secreto, pero así ha sido, ¿verdad? — Madison se le acercó, lo rodeó con sus brazos y lo abrazó con fuerza. — Supongo que debería decírselo. Es mi mejor amiga -       Le dará una gran alegría… me refiero a saber que estamos saliendo juntos -       Sí, por supuesto que lo aprobará — exclamó Madison, echando atrás la cabeza para mirarlo con cierta coquetería — Eso puedo asegurártelo, amor. Sí, estoy segura de que nos daría su bendición -       ¿Cuándo vuelve de Los Angeles? -       Dios mío Matt, recién se fue anoche. Pero supongo que volverá conmigo -       ¿Qué quieres decir? -       Que yo también viajo a Los Angeles -       ¿Cuándo? — interrumpió él con cierta dureza, mirándola sorprendido -       El martes o el miércoles -       Y yo que estaba por tomarme una semana de vacaciones, antes de que me transfirieran a la nueva división. Y pensaba pasar un poco de tiempo contigo. Madison se mordió los labios, mortificada. -       Ojalá lo hubieras dicho antes, Matt. Habría sido genial. Pero ya he hecho todos los arreglos y me resultaría muy difícil modificar mis planes. He concertado una reunión con muchos empresarios junto con Lauren. -       Comprendo -       Lo siento, realmente lo siento. Mira, se me ocurre una idea ¿Por qué no vienes tu también a Los Angeles? Sería fabuloso, como en los viejos tiempos, tú, yo y Lauren juntos — Ante el pensamiento el rostro se le iluminó y exclamó emocionada: — ¡Vamos Matt, di que sí! ¡Por favor, di que sí! -       No sé… — Dejó la frase inconclusa, sin saber qué hacer, preguntándose si debía comprometerse. Madison se sentó, le besó la nariz con aire juguetón, se levantó de la cama y se encaminó al baño. Al llegar a la puerta se detuvo y se volvió a mirarlo. -       Bueno, por lo menos piénsalo. -       Ya lo he pensado. Será mejor que no vaya -       Pero, ¿por qué? -       Estaría todo el día solo, puesto que ustedes dos estarán constantemente ocupadas. Y tengo mucho que hacer aquí, Madison. Asuntos personales que uno siempre deja para después porque el trabajo nos absorbe por completo. Ella asintió y entró al baño. Cuando instantes después salió, se había puesto una bata de toalla y llevaba otra en la mano. -       Ponte esto y vayamos a comer algo. La comida ya debe estar casi lista en la cocina. -       Yo pensaba invitarte a salir Ella le sonrió -       Permiteme un momento de cosas domésticas, por favor. Preparé un pollo asado. Te advierto que hace años que está en el horno, asi que espero que no se haya secado. En ese caso puedes llevarme a c omer una hamburguesa afuera, o podemos preparar unos huevos revueltos aquí. Matt la siguió, mientras se ponía la bata y reía con ella. -       No estoy tan muerto de hambre, Madison — aseguró — Pero no me molestaría que me ofrecieras un vaso de viso. El pollo estaba delicioso, y lo comieron en la mesa de la cocina, acompañado con una excelente botella de vino. En determinado momento, el entrechocó su vaso con el de ella. -       Quien hubiera dicho que nuestra pequeña Madison se convertiría en una importante mujer de negocios con una brillante carrera… viajando alrededor del mundo y dirigiendo las empresas de mi familia junto con Lauren -       Yo — contestó ella. Le guiñó un ojo y lo miró con expresión divertida Matt le dirigió una mirada de admiración. -       Estoy orgulloso de ti, ¿sabes? Y también de Lauren -       Deberías estar más orgulloso de tu hermana — murmuró Madison con seriedad — Se está partiendo el lomo tratando de salvar las empresas de la familia. -       Lo sé, espero pueda hacer algo al respecto, eso la tiene sumamente preocupada -       Espero que sí, de verdad hemos trabajado muy duro para volver a estar como antes -       Entonces por eso viajó a Los Angeles tan de la nada -       Sí, fue a ver a unos empresarios que estaban interesados en firmar unos contratos y conversar acerca de próximos negocios. — le contó a Matt con un tono serio — incluso, tuvo que llevarse con ella un nuevo guardaespaldas que tiene -       ¿En serio? — Matt sonrió ante tal noticia — veremos cuánto dura, Lauren no es el tipo de chica que le gusta estar controlada todo el tiempo -       No me sorprende que no le guste eso — contestó Madison — lo que si me sorprende es la afinidad que tiene con este chico, los veo reírse todo el tiempo y recién se conocen -       ¿Será hora de que el amor le toque la puerta a Lauren? — bromeó mientras daba un sorbo a su vino Madison sonrió y bebió también de su vino -       De ser así, me alegraría mucho -       Ojalá, tengo que conocer a ese chico — dijo con seriedad. Para Matt su hermana era lo más preciado, tenía que cuidarla a toda costa. — ¿Cuánto tiempo piensan estar en Los Angeles? -       Unos días, una semana como máximo. Todo depende de que tan fácil sean los negociantes -       Oh — exclamó Matt dirigiéndole una mirada inquisitiva -       Tenemos varias reuniones con esos personajes, mucho que hablar y mucho que organizar -       Estás ayudando mucho a Lauren, Madison -       Ese es mi trabajo, ayudar a mi mejor amiga — comentó orgullosa -       Tú y Lauren son tan parecidas — confesó — Ninguna de las dos acepta jamás el mérito de las grandes cosas que hacen. Créeme, la estás ayudando muchísimo, entiendo que sea tu trabajo pero sin ti, no creo que hubiese llegado tan lejos -       ¿Lauren? ¡Nada de eso! — frunció el entrecejo Matt la miró directamente a los ojos y esbozó una sonrisa. Madison largó una risa y volvió a menear la cabeza. -       Nada de eso, Lauren tiene el merito de ser una gran empresaria, así que cállate Matt lanzó una risita -       Lo sé Madison, me gusta ver como defiendes a mi hermana, realmente es lindo ver el lazo que ambas crearon gracias a su trabajo — le dijo acariciándole la cara — No hay nadie como tú, Madison Madison se inclinó a besarle los labios.
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