Capítulo 1

2651 Words
Esto es extraño. Normalmente no me despertaba sintiéndome... Tan fuera de mi. Como si no estuviera conectada por completo, mi cerebro y mi cuerpo eran casi agentes individuales. No me parecía malo, después de todo solo me ayudaría a ignorar lo que me irritaba estando en el colegio. Pero tampoco podía deberse a una coincidencia, ¿cierto? No, para mí las coincidencias no existen. - ¿Y tu hermana? -preguntó Alba sirviendo mi desayuno frente a mí.- Otra vez van a llegar tarde. -refunfuñó la mujer limpiando sus manos en el blanco delantal. - Está bien -me encogí de hombros cogiendo mi cuchara para comenzar a comer mi cereal. No era la primera vez que vivíamos algo así y para mi simplemente era algo normal. Me había despedido de una asistencia perfecta hace mucho tiempo atrás. Había sido inutil siquiera intentarlo cuando tenía que esperar a Allison todo el tiempo. Nuestros padres todavía lo intentaban de vez en cuando, apresurarla como si fuera a funcionar. Pero sinceramente solo motivaba a mi hermana a ser más lenta al día siguiente. Lo peor de todo es que estaba segura de que esto siempre había sido a propósito. No era posible que levantándose a las cinco de la mañana no pudiera estar lista. En si no teníamos que salir muy temprano de casa ya que solo estábamos a diez minutos del colegio, pero aun así la princesa siempre parecía querer llegar tarde. - No va a alcanzar a desayunar. -siguió quejándose nuestra perfecta ama de llaves.- Tú. -se giró cuando apareció una de las más jóvenes de nuestras sirvientas.- Ve a ver si necesita algo. -ordenó pero antes de que ella pudiera salir, Ashley apareció. - La señorita Allison no encuentra la falda de su uniforme. -comentó la doncella de mi hermana. Ladee mi sonrisa sin dejar de comer porque seguramente si encontraba varias pero no su favorita. Lo que para cualquiera sería ridículo ya que se suponía que todas eran exactamente iguales. Sin mencionar que toda nuestra ropa siempre estaba perfectamente limpia y en su lugar a principio de semana, como lo era hoy. Seguramente tenía su falda en la mano o la había devuelto al canasta de la ropa sucia y hasta que alguien fuera a ayudarle mantendría el drama de no encontrar su atuendo. - Revisa en el cuarto de lavado. -señaló la puerta al otro lado de la cocina.- Juro que esa niña va a acabar conmigo. -la escuché murmurar y yo contuve una risa.- Tú. -señaló nuevamente a la sirvienta.- Llévale el desayuno para que no pierda tiempo. -siguió con sus órdenes.- Yo le voy a avisar a Alejandro que tenga el auto encendido. -comentó con la intención de salir de la cocina pero yo la detuve. - Voy a llevarme el auto. -advertí.- Tenemos actividades después de clase. -me encogí de hombros cuando entrecerró sus ojos en mi dirección, dudosa.- Mis papás ya lo aprobaron. - De acuerdo. -asintió finalmente.- Igual voy a decirle que lo caliente. Con eso salió y saqué mi celular para revisar mis mensajes mientras terminaba mi desayuno. No había mucho a estas horas de la mañana, pero conforme fueran pasando los minutos y las horas esto iría cambiando considerablemente. Definitivamente, esta era una mañana normal en la mansión Mitchum. O lo era por lo menos desde que Miguel y Daniel, nuestros hermanos mayores, se habían ido a la universidad. Cuando los dos todavía estaban, los gritos para apresurar a Allison era una buena dosis de dolor de cabeza. Más que nada por Daniel, a mi hermano mayor no le importaba su registro, casi disfrutaba del abuso de Allison con el tiempo. Sin duda una ventaja de que ahora estén a kilómetros de distancia. Mis efímeros recuerdos fueron completamente interrumpidos cuando algo me llamó la atención. Deslice mi pulgar por la pantalla, eliminando notificaciones hasta que de pronto un mail me hizo fruncir el ceño. Señorita Mitchum, Nos lamenta escuchar que usted ha rechazado el cupo asignado para Elite Cross. Entendemos las razones por las que usted se ha visto obligada a tomar esta decisión pero nos gustaría que se tomé un tiempo para pensar. Usted es una alumna que nos gustaría tener en nuestras filas por lo que permítanos ofrecerle lo que necesite para cambiar de opinión. El cupo aún no ha sido otorgado a la siguiente persona en la lista de espera. Por favor, tómese el tiempo necesario y comuniquese con nuestra encargada de admisiones, Katrina Tanesch. Esperamos recibir su respuesta. Travis Gert, Decano de Elite Cross Maldije en voz baja y pulse en responder el mail pero una idea mejor se me ocurrió. Miré disimuladamente a mis lados y agradecí por un segundo que la cocina estuviera vacía. Mis padres, a pesar de su idea de que todos nos debemos de ganar nuestros privilegios y nuestras cosas, siempre nos han consentido. Por esa razón en esta casa trabajaban tantas personas y la privacidad era algo muy difícil de conseguir. Desde que éramos niños, siempre habíamos tenido mucha gente trabajando para nosotros. De pequeños teníamos una niñera cada uno pero al crecer, ellas fueron cambiadas por doncellas o ayudas de cama. Con cuatro niños y una casa tan grande como la que teníamos era difícil que una sola persona estuviera consciente de cada cosa en la casa. Por esa razón mis padres habían contratado a Alba como ama de llaves y el resto como ayuda para ella. Mi cariño especial por Alba no justificaba el hecho de que a veces, por no decir siempre, mi espacio personal era necesario. Y mi ama de llaves era la que más nos ponía un ojo encima, para mantener a mis padres enterados y porque... Seamos sinceros, nos conoce seguro que más que a sus propios hijos. Sabe cuándo sospechar y cuándo dudar de mi palabra, además de saber qué preguntas hacer. Hace unos años era difícil evadirla, con el tiempo se convirtió casi en un reto diario con Allison. Ella era una experta improvisando sin exagerar y yo también tenía mis trucos bajo la manga, a diferencia de mi hermana soy buena eligiendo pocas palabras, pero que nunca fallan. Una vez más mire mi alrededor y me levante marcando el número de Katrina. Escuche el tono dos veces antes de que finalmente la animada voz de la mujer se escuchará. - ¡Karine! ¡Cariño! Que gusto recibir tu llamada. -aseguró la mujer y yo suspire. Era muy pronto en la mañana para tanta energía.- ¿Cómo estás? ¿Lo pensaste mejor? ¿Vas a venir con nosotros? -siguió parloteando la mujer y una leve migraña apareció en mi cabeza. - Katrina. -la detuve cuando me di cuenta de que no me dejaría responder nada.- No he cambiado de opinión. No voy a ir. No quiero el cupo. -advertí acercándome a mi desayuno para comer un poco más de cereal, pero los granos ya estaban suaves y flotaban. - ¿Estás segura? Tu ensayo es precioso y relata las muchas razones que tenías para venir. Es una oportunidad que pocas personas tienen. -me recordó y yo me contuve de gruñir. Obviamente que tenía todas las razones para ir. Había sido mi sueño desde muy pequeña. Desde que había sabido que Cristina había asistido allí cuando era joven. Pero había sido mi sueño junto con Allison. Si había alguna posibilidad de que ella lo obtuviera si yo la rechazaba, debía tomarla sin dudar. Había sido realmente honesta en mi ensayo, no me arrepentía de una sola palabra, y podía ver el brillo en la cara de mis padres si supieran que entre las dos, me habían escogido a mí, a la que nadie le habría apostado por ser la "adoptada". Pero saber que Allison no estaría ahí... Simplemente la idea se hacía menos llamativa en todos los sentidos. Mi interés era claro, pero no lo suficiente profundo. - Estoy muy segura. De hecho... -suspiré sentándome de vuelta en uno de los banquillos de la cocina.- Me gustaría pedirte un favor. - ¿Eso ayudará a que lo reconsideres? -preguntó y debía admitir que debía darle puntos por persistente. - No, pero así tendrán a una Mitchum en su institución. -me encogí de hombros aunque no me pudieran ver. - ¿A qué te refieres? -siguió interrogando pero estaba segura de que ella ya lo podía intuir. - Acepten a Allison. -sentencie antes de meter otra cucharada de mi cereal a mi boca. *************** Leí con cuidado la última página que tenía escrita, en busca de algún hueco de información que me pudiera hacer falta. Era justo un ensayo analítico que tendría que leer en voz alta para toda la clase, y lo último que quería era darles la oportunidad de demostrar que se me escapó algo. No, ni de chiste, no era algo que mis padres estarian felices de escuchar de mi desempeño. Quería darle un par de leídas más al libro, solo para estar segura, antes de la cena. - ¿Acabaste? -me pregunto Allison a lo que yo negué concentrandome ahora en la tarea de Brad. - Ya casi. -negué y la observé estirarse en su escritorio.- ¿Tu? - Me falta solo lo de Hilla. -negó.- ¿Qué hora es? -volvió a preguntar y yo me estire a tomar mi celular para observar la hora. - Las seis. Ya mismo nos llaman a cenar. -bostece un poco cansada de todo el trabajo que habíamos hecho por cuatro horas ya. No era nuestro mejor ritmo, normalmente para esta hora de la tarde ya habríamos terminado con todos los deberes, pero hubo una pequeña distracción en cuanto llegamos a casa. Y por "distracción", me refiero a que Allison no me dejaba concentrarme por hablar y hablar de todos los planes de la semana que todavía no se cumplían. La mitad, sin duda, dependían de que la aceptaran en el internado de nuestros sueños. No saber lo que pasaría la tenía cada día más ansiosa, y a mi con ella. Sus constantes distracciones en clases ya comenzaban a ser muy notorias, y en casa perdía más tiempo intentando explicar lo que se perdió por estar soñando despierta. Incluso había llegado al promedio de que cada veinte minutos, más o menos, tenía que mencionar la gran incógnita: - ¿Ya te... -antes de que Allison pueda seguir con su interrogatorio su celular comenzó a sonar y la puerta de su habitación se abrió dejándonos ver a una de nuestras sirvientas. - Señoritas, la cena está lista. -nos avisó y asentí levantándome de mi posición en la cama de Allison mientras mi hermana aprovechaba a contestar la llamada. - Gracias, Diane. -comenté cerrando los cuadernos.- ¿Te espero abajo? -ofrecí al notar que había fruncido el ceño escuchando lo que le decían. Mi rubia hermana asintió y tomé esa mi señal como para adelantarme. Me había sido muy difícil evadir el tema de las plazas durante el día, incluso estando en clases la mitad del tiempo y con amigos que no tenían idea del internado todavía la otra mitad. Casi parecía que solo con la mirada me interrogaba, como si supiera que yo sé algo que ella todavía no, claramente este era el caso, pero negarlo a alguien que te conoce a la perfección... No era sencillo. Por lo que aproveché esta oportunidad para huir rápidamente de su habitación, sabía que tardaría un poco más que yo en bajar al comedor. Esta era una de las pocas tradiciones Mitchum que no me gustaban. Papá y mamá, desde que éramos niños, nos habían enseñado que la cena, era la única comida del día donde debíamos estar todos juntos. No importaba que sucediera, debíamos estar sentados en la mesa. No había manera de preguntar el motivo de esto sin sacar el lado ofendido de mamá y el incrédulo de papá. Según ambos, era el único momento del día entre semana en que podemos estar todos juntos y compartir los eventos del día. No le veía sentido, ya que solo querían escuchar nuestros avances, no nuestros fracasos y de vez en cuando realmente se trataban temas emotivos, completamente evasivos luego de tanto tiempo. Miguel y Daniel se habían salvado de esto al entrar a la universidad pero para Allison y para mi no había salida. Caminé al comedor pequeño, donde cenábamos cuando no había invitados y sonreí a mis padres que ya estaban sentados. - Allison, ya baja. -advertí tomando asiento en mi lugar de siempre.- Justo la llamaron. - Espero que no tarde mucho. -frunció el ceño papá mientras nos servían los platos. Sabía lo que estaba pensando en el fondo, lo que los dos pensaban: será una llamada importante o la de uno de nuestros amigos. Si tan sólo pudieran elegir, ya estaríamos celebrando y lamentablemente no alcancé a ver para calmar su curiosidad y frustración por la expectativa. Ahora solo quedaba esperar la estrategia de mamá para intentar tranquilizar los nervios de todos, menos los míos que no eran realmente importantes. Pero de nuevo, mis padres y yo nos diferenciamos en muchos asuntos de la vida cotidiana. - No te cambiaste el uniforme hoy, Karine. -enarcó una ceja mi madre a lo que yo hice una mueca. Este es un perfecto ejemplo, ¿qué importancia tendría realmente mi ropa si de todos modos son los mismos deberes? - Me olvide. Tenía muchas tareas del colegio. -me defendí estirandome para tomar un pan de la canasta. - Sabes que tienes que cambiarte al llegar. Ayuda a un cambio de ambiente. -me recordó como siempre a lo que me encogí de hombros. - Solo fue hoy. -aseguré aunque era algo que me solía olvidar frecuentemente. Las dos lo sabíamos perfectamente, solo que a veces recordaba cambiarme rápidamente en el último momento antes de bajar a comer con los demás. - No quiero que vuelva a pasar. -advirtió tomando un pan ella por su lado.- ¿Aún no les han escrito de Elite Cross? -volvió a preguntar a lo que yo negué.- Es extraño. En mis tiempos no tardaban tanto. - Seguramente están intentando no mostrar favoritismo. Necesitan hacer creer que es un proceso difícil. -le recordó mi papá a lo que yo me contuve de hacer una mueca. Era quizás una de esas pequeñas mentiras que se permiten los adultos para tranquilizarse durante el día. En mis padres era muy poco común, preferían afrontar la realidad tal y como era. Y educarnos para hacer lo mismo, por lo mismo mi hermana lleva semanas con el estrés manteniendo sus pelos de punta e histeria. Su maquillaje tenía que disimular muchas más ojeras que hace unos meses. - Puede ser. -asintió mamá y de pronto escuchamos un grito en el segundo piso. Lo cual debo admitir que decía mucho de la potencia del grito ya que la casa era grande. - ¿Fue Allison? -papá hizo el amago de ir pero de pronto la rubia apareció corriendo. La preocupación de ambos se transformó en segundos cuando la mirada de Allison la delató antes que sus palabras y el correo electrónico que seguro se leía desde el celular de mi hermana. Su sonrisa era enorme y sabía que estaba a nada de dar saltitos de emoción y orgullo propio. - ¡Entre! ¡Me aceptaron! -comenzó a saltar y a hablar de forma rápida. Incluso para mi hubiera sido difícil entenderla sin saber qué había pasado.- ¡Voy a ir a elite Cross! Y este es el momento donde entra toda mi obra maestra: la falsa sorpresa. Por supuesto que Katrina me había escuchado, otra Mitchum es mejor que ninguna. Seguía siendo una cuarta generación seguida, incluso mis hermanos atendieron a internados similares, pero elegidos sin duda por papá. Mi sonrisa se igualó sin problemas por la emoción de Allison y no dudé en levantarme para celebrar con ella mientras que nuestros padres nos veían, esperando a que pasara la ola de emoción.
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