Capitulo tercer. Matrimonio por conveniencia.

3871 Words
En la noche Helena no podía dormir pensando en todo lo que había ocurrido en el día, y sus ojos estaban secos de tanto llorar, le arden abrirlos, sin embargo, no podía contener todo lo que sentía, su aniversario de bodas  de roble, que se supone debería representar la fuerza y perseverancia de una relación, se había convertido en una sucesión de eventos afortunados y desafortunados por partes iguales, un evento tras otro haciéndole olvidar todo lo importante de su vida y llevándola al punto de tambalear la cordura. A la mañana siguiente se despierta con el cuerpo cansado, los ojos hinchados y el corazón arrugado; decisiones, es lo único que tiene que hacer, tomar una decisión y rogar al cielo que sea lo mejor para ella, que no arrastre a nadie más en su caída al pozo.  Llega a su oficina más cansada de lo habitual, intenta hacer algo productivo, tiene trabajo acumulado, realmente el trabajo nunca termina este siempre le llega multiplicado por diez, por lo que por lo general no para en el día hasta bien entrada la noche. Sin embargo, ese día en específico las horas se le pasan a Helena pensando en David y en todo lo que él le hace sentir con una mirada desde el día que lo conoció, de todas las posibilidades y probabilidades que se le ocurren a partir del momento que le propuso huida, quiere irse con él pero para su corazón no es una decisión fácil de tomar, a ella le gustaría poder dejar todo botado y renacer, no obstante, cortar los fuertes lazos que le unen al buen nombre de su familia siendo su padre un expresidente y su esposo un ministro hace la tarea del divorcio un poco complicada, eso sin contar todos los años de trabajo para consolidar el buffet de abogado de ella heredado por la familia de su padre y su suegro, es un perspectiva que le aterra, además sabe cómo son las cosas dentro de los Masson, todo es a vida o muerte y ruega a dios que sea en un sentido figurado.  Mientras piensa en todas estas opciones, mientras piensa en planes y sueña con pajaritos en el aire, sueña con una vida más tranquila junto con la persona que ama, toma el celular una y otra vez con la intensión de marcarle a David, pero el miedo le gana, porque es tan consciente que en el momento que se atreva a cortar esas fuertes cadenas y salga de su casa dejando a su esposo, se acaba su prestigio y lo poco de familia que le queda.  Un sonido seco de unos nudillos golpeado contra la puerta de madera de su oficina la saca de su ensoñación, obligándola a despertar, Taliana, su asistente, quien al llamar a la puerta la saca de sus pensamientos obligándola a aterriza de manera forzada, haciéndola seguir. –    Doctora disculpe la interrupción, peros su madre, la señora Antonia, está afuera y quiere hablar con usted, dice que es urgente – su mirada es apenada. Helena pone mala cara, como de quien acerca a su nariz a un olor repugnante, sin embargo, después que logra asimilar la noticia que a primer impacto fue desagradable hace el ejercicio de inhalar y exhalar con los ojos cerrados varias veces, para luego responderle. –      Dame cinco minutos y la haces seguir.  Al retirarse su asistente, ella vuelve a respira profundo para despejar su cabeza, su madre no puede verla así, casi que logra escuchar el discurso en su cabeza antes que suceda. Se mira en el espejo y revisa su maquillaje, limpia algunas lágrimas dispersas por su cara, se vuelve a maquillar mientras se la imagina sigue pensando en la cantaleta de su madre cargada de recriminaciones diciéndole una y otra vez que mejor se quede en casa haciendo su trabajo ama de casa, buena esposa y por si las dudas, pidiendo otro nieto.  La puerta se abre y acto seguido entra una señora elegantemente vestida, con el cano cabello en un recogido del que no se escapa nada, baja estatura y delgada, se acerca a su hija y le da un beso para luego ocupar un puesto en la mesa de reuniones dispuesta para dicho fin a un lateral de la oficina mientras Helena se queda apoyada sobre su escritorio. –    Madre, ¿qué te trae por acá?, hace mucho no me visitaba – dice Helena tensa. –    Cosas varias, hija, pero hay algo muy importante que tenemos que hablar y te lo digo de primero antes de pelear y terminar aplazando lo importante – expresa Antonia de forma rígida. –    Madre por favor, yo no quiero pelear contigo – expresa Helena tensa. –    En teoría no quieres pelear conmigo, pero siempre lo acabas haciendo, por algo ahora tengo bajo mi cuidado a Antonella. - Antonia hace un gesto amplio con la mano mientras invita a su hija a sentarse junto a ella-. No voy a caer en tu juego de palabras, sino vamos a pelear antes de tiempo y no te voy a poder contar lo que me trae hasta acá. –    Está bien madre, te escucho. – dice mientras ocupa la silla que su madre le está señalando. –    Esta mañana me reuní con Jeremías Spinster y me pidió en matrimonio a Antonella para su hijo menor Julián, y me parece perfecto, ya sabes para garantizarle su futuro – manifiesta Antonia emocionada. –    Madre no voy a dejar que vendas a mi hija – la voz de Helena sale frustrada. –    No la voy a vender, a ti no te vendimos – hace un gesto despectivo con la mano - simplemente los dejamos en un entorno seguro para que se enamoraran y pues el tiempo hace el trabajo solo, mira tú lo feliz que has sido con Mauricio en todos estos años de matrimonio, lo único que les falto fue un hijo, pero hasta te dejo trabajar.  Helena resopla conteniendo el enojo, su cara esta roja y siente como la furia le recorre el cuerpo. - Madre yo tengo a Antonella y ya es adulta, acaba de cumplir 20 años, no entiendo para que tener más hijos. –    La vida se va volando, podrías volver a tener otro hijo con todo eso de la fertilización in vitro, te lo vengo diciendo hace varios años, solo tienes cuarenta y tres años y necesitan un heredero urgente, ya hubiese querido tener esas opciones para darle otros hijos a tu padre – hace un gesto de suficiencia mientras cruza las piernas. –    Madre estamos hablando de Antonella o me estas pidiendo otro nieto- dice casi gritando. –    Ya que estoy aquí, de los dos temas-. Le responde en tono irónico.  Helena respira para controlarse, siente que la ira le recorre el cuerpo.  – Madre no pienso tener otro hijo ni tampoco pienso en darle un matrimonio “ventajoso” a Antonella, tu misma la dejaste elegir lo que quiere hacer, tu misma le has patrocinado el ballet como profesión fuera del legado familiar y ahora me pides que la deje casar con otra familia para asegurar una nueva alianza, ¿porque eso es lo que quieres? Y ruego a dios equivocarme – grita sacando toda su frustración. –    Piénsalo una unión con los Spinster sería bienvenida en este momento que Mauricio quiere ir por la presidencia y tus nietos salvarían el legado que nos dejó tu padre. –    Madre, Mauricio que solucione como le plazca, pero mi hija no está en medio de la negociación, ahora si el hijo de Jeremías logra enamorar a mi hija y ella acepta feliz casarse con él – dice en el mismo tono irónico de su madre - yo no haré nada para impedirlo e iré feliz a esa boda, pero no tienes mi bendición para obligarla a casar y primero averigua que no tenga novio. –    Está bien primero averiguare que no tenga novio y yo me encargare que ellos se encuentren en el club, ella me prometió que me acompañaría mañana, igual ya tengo la bendición de Mauricio.  Helena se pone de pie y con los ojos abiertos como platos camina hasta su escritorio y toma su celular y marca un número, al responder su interlocutor ella grita: –    EN QUE ÉPOCA VIVES, CUANTAS VACAS TE DIERON POR ANTONELLA, NO VOY A DEJAR QUE MI HIJA SE CASE EN UN MATRIMONIO ARREGLADO, SI TANTO QUIERES UNIRTE CON LOS SPINSTER, PUES CÁSATE TÚ. ELLA NO ESTÁ EN NEGOCIACIÓN.  –    Cálmate Helena, esta noche hablamos que estoy en una reunión y las decisiones de la familia las tomo yo – le cuelga el teléfono dejándola a ella con todo el mar de sensaciones amenazando con explotar.  Helena se deja caer mirando a su madre quien no puede emitir ni una palabra, le cuesta conectar lo que está pensando y su centro de lenguaje, mientras ella le replica en un odioso tono de suficiencia. — Te dije que venía a contarte, ya está todo listo, en abril del próximo año anunciamos compromiso, llueva, truene, relampaguee o tiemble, ese matrimonio ya está listo, cuando llegue el momento le informaremos a Antonella, aún es temprano, por ahora que se empiecen a conocer.  Mejor me voy antes de ser la victima de tu ira - le dice mientras se pone de pie y alisa su vestido - te dejo trabajar y por favor no le cuentes a la niña, como sepa algo antes de tiempo puede dañarnos todos los planes y si me entero que has dicho algo le suelto a la prensa una información que tengo de ti y veras como las puertas se cierran en tus narices.  Le da un beso a su hija quien responde de forma automática mientras ella sale rápidamente de la oficina. Helena queda resoplando y roja de ira, busca la forma de calmarse, pero no lo logra, viendo que es un día perdido de trabajo, decide dejar todo tal como está e irse al gimnasio a dejar de pensar tanto.  Cuando entra al gimnasio lo primero que ve es a Luciano, estaba dándole indicaciones a una joven muy bonita que lo mira con ojos soñadores. Helena muy segura se acerca a la trotadora haciéndose la que no lo ha visto, sin embargo, él apenas la ve se le acerca muy decidido y le saluda con una sonrisa seductora: –       Buenas tardes doctora Helena – dice en tono meloso. –       Hola Luciano, no te había visto, ¿trabajas aquí? Porque vengo varias veces por semana al medio día y nunca te había visto – ella le habla en una voz segura y coqueta. –       Si doctora, en las noches de 6:00 a 10:00pm y los fines de semana en las mañanas, pero hoy estoy cubriendo un turno y por eso estoy temprano, le puedo colaborar en algo – dice atento. –       Ahora mismo no, voy a calentar un poco, si te necesito te busco. — le sonríe ampliamente — por favor no me llames doctora fuera del salón de clases o de la oficina, aquí solo Helena – y Luciano le sonríe de vuelta.  Cuando empieza a trotar recuerda que le había ofrecido empleo, pero ahora no sabe si como instructor personal o asistente, se le ocurre una idea que le podría ayudar a superar la sensación de vacío que le deja David y todo el tema con su hija, para la máquina y va a buscarlo.  –    Luciano, últimamente hay más trabajo en la oficina, te interesaría trabajar en las tardes conmigo, sería algo de medio tiempo, de 2:30 pm a 6:00pm para que le ayudes a Taliana un poco con tanto trabajo que tiene más la universidad.  Luciano le mira como si no entendiera la pregunta y después de un rato le dice. –    Me regala un rato y le doy una respuesta – su voz sale afanada pero emocionada. –    Si claro, voy a estar por aquí – dice ella señalando el lugar.  Realmente podría haber contratado a otra persona más capacitada a tiempo completo, sin embargo, ese niño se le había convertido en un capricho, inexplicablemente tenía la extraña y obscena necesidad de estar cerca de ese joven, no entiende el porqué, pero es una sensación adictiva desde que lo vio en el salón de clases hace unos días atrás. Tal vez sea una forma para evadir las responsabilidades, o tal vez para no pensar en las decisiones que debe tomar, pero deja viajar su mente en todo lo que se le ocurre hacer con Luciano, al final se siente extraña porque nunca antes había deseado tener a un hombre tan joven entre sus sabanas, sus piernas y en su cama, normalmente prefiere hombres más cerca de su edad, bueno realmente solo quiere a un hombre y es David, es a quien ha amado toda su vida, su esposo es un compromiso que debe vivir, David le enloquece, le hace sentir cosas y quiere inevitablemente una vida junto a él.  Luego de terminar su rutina y mientras se disponía a salir del gimnasio se acerca Luciano y le dice con una sonrisa: –  Acepto.  – Listo, te espero el jueves a las 2:30pm - saca una tarjeta de su bolso y se la pasa – te dejo mi tarjeta, en ella están mis datos y la ubicación de la oficina, hasta mañana – dice en voz coqueta con una amplia sonrisa.    Helena sale con una idea en la cabeza dándole vueltas, debe evitar el matrimonio de su hija a toda costa, no se la imagina dentro de unos años como ella insatisfecha en todos los aspectos de su vida mirando niños universitarios y el amor de su vida a punto de casarse.  Luego de otra noche sin poder dormir, con el cansancio en su cuerpo y ojeras que no cubren el corrector, llega a clases nuevamente. En el camino una sola idea le da vueltas en la cabeza una y otra vez, no puede parar de pensarla y siempre llega a la misma conclusión, por mas que quiera arriesgarse con David, vivir con él la vida que siempre soñó, su cabeza le arroja siempre el mismo stop, HIJOS; no se siente vieja, pero definitivamente no podría darle a David los hijos con los que el sueña, así que después de darle muchas vueltas en su cabeza, mirar los pro y contras, analizarlo en una infinidad de formas y posibilidades, al final decide renunciar a él y la posibilidad de una vida juntos, cree que lo más justo y la mejor forma de demostrar el amor que siente hacia él es darle la libertad para que viva la vida que sueña sin miedos y sin arrastrar fantasma; ella ya es consciente que ha tomado sus propias decisiones buenas o malas, pero al final cabo eligió, aunque muchas de ellas fueran coaccionadas por otros, pero ahora sabe debe hacerles frente y huir, además que no quiere dejar el fruto de sus largos años de trabajo, el de sus padres y muchos ancestros, por algo que no sabe si funcionara, no puede cortar un legado de doscientos años de esa manera.  Se obliga a concentrarse para hacer su trabajo, se obliga a pensar en lo que tiene en frente que son una treintena de ojos que la observan fijamente, están atentos a sus palabras y las anotan, además que los mas aventajados le hacen preguntas que ella atentamente responde, con eso olvida un poco la pena que arrastra y se siente un poco mas liviana. Cuando sale de la universidad ve que un auto le sigue, por un instante piensa que son los matones de su esposo enviados para seguirla, su celular suena, no ve el número y responde por alta voz: –    Hola, voy conduciendo, puede… –    Lo se voy detrás de ti.  - Era David e instintivamente mira por el espejo retrovisor. –    Déjame pasar y sígueme… –    sí claro… - no podría negarse a esa voz, su fuerza de voluntad flaquea y de solo pensarlo ya está excitada.  Lo sigue por algunas calles y llegaron a un edificio de apartamentos, a ella le sorprende ya que nunca había estado en esa ala de la ciudad, es cerca a la zona donde viven las personas jóvenes y por ende esta lleno de restaurantes de moda y bares, confundida lo siguió hasta el parqueadero y estaciono donde le indicaba, él le ayuda a bajar del auto y cubre sus ojos con las manos susurrándole  al oído. –      Te tengo una sorpresa, confía, no te voy a dejar caer.  David la lleva con delicadeza, sabe que sube a un ascensor por el sonido que hace, escucha su pitido al llegar al piso solicitado, siente que la bajan del mismo, escucha unas llaves, se abre una puerta por la que entran, ella siente el sudor de la piel de su amante, su olor a perfume, la textura de su piel, esta extasiada con su contacto, para luego él descubrirle los ojos. Lo primero que ve un aparta-estudio iluminado, bonito, pequeño, Helena siempre quiso vivir en uno mientras estudiaba, pero sus padres nunca lo hubiesen aprobado, la única forma de salir de su casa era vestida de blanco o en un ataúd, el buen nombre de los Sparta siempre estaba en juego, al final lo hizo vestida de novia, aunque años después hubiese preferido estar muerta.  Ella recorre el apartamento, es pequeño pero tiene todo, una habitación amplia totalmente amoblada, una cocina equipada, una sala de estar con muebles y una pequeña mesa de centro, una vista a un parque y un pequeño comedor de cuatro puestos, muy diferente al de doce sillas que tiene en su casa, pero definitivamente preferiría un millón de veces vivir en aquel espacio perfecto para dos, al girar ve a David en la entrada apoyado sensualmente en el marco de la puerta con las llaves en la mano,  se acerca, mientras le besa suavemente en los labios y coloca las llaves en las manos de ella.  –      Este apartamento lo compre hace varios años, era mi regalo para ti, nuestro espacio, luego paso lo que sabemos, quise venderlo, pero la nostalgia me gano así que lo deje como inversión, estuvo arrendado por algún tiempo hasta hace unos días, estaba pensando en volverlo a arrendar, pero se me ocurrió una mejor idea, es tuyo. Por varios temas voy a venir dos veces al mes - hace una mueca en la cara como indeciso de lo que estaba por decir - realmente solo vendré a verte a ti y yo me quedaría aquí, si me das permiso, pero el resto del tiempo lo puedes usar para ti. - Suelta su mano y ella se quedó con las llaves empuñadas y con una cara de sorpresa que no podía contener.  Se gira para guardar las llaves en el bolso, pero antes que pueda reaccionar ya está en la cama con él, se deja llevar, siente como su cuerpo estalla de placer, David es un hombre de cuarenta años que se mantiene sexy, ojos color avellana, con abdominales marcados, sus piernas y brazos trabajados, que a pesar de sus largas horas de trabajo siempre saca el tiempo para mantenerse en forma.  Cuando están juntos el mundo para ellos desaparece son solo ellos dos y el resto del mundo deja de importar. Están los dos abrazados conversando del mundo, sus vidas y expectativas cuando suena el celular, es Mauricio, ella ignora la llamada, pero él sigue insistiendo por lo que Helena al final decide responder, sin embargo, al abrir la llamada lo primero que escucha es un grito que le hace poner cara de molestia. –    ¿Dónde estás? – grita Mauricio. –    Estoy ocupada – dice ella con voz calma. –    No sé qué tanto haces, tengo una hora esperando en tu oficina, Taliana no sabe dónde estás y la tengo ocupada con un tema, ¿te acuerdas que habíamos acordado hablarnos hoy sobre la reunión de socios que tuve hace dos días y del matrimonio de nuestra hija?, no me digas que empezamos otra vez con tus ausencias y mentiras, ayer el almuerzo, llegaste tarde en la noche y ahora… –    Perdón Mauricio había olvidado la reunión y me extendí con un tema en la universidad – dice afanada y dándose cuenta de su error, se ha puesto en evidencia - ya salgo, mientras llego pídela a Taliana que te apoye en lo que requieras. –    Tranquila, Taliana me está atendiendo muy bien – dice en una voz que Helena no logra descifrar - no te demores.  Helena resopla y cuelga la llamada, dejando ver su cara llena de frustración. –     David debo irme, ¿nos vemos mañana? Había olvidado una reunión importante en la oficina - mientras se pone de pie y entra a la ducha para quitarse el olor a culpa y pasión, David la sigue. –     Amor mío mañana no puedo, viajo esta noche, tengo trabajo y varios temas que resolver. – le dice mientras le da un beso en el hombro desnudo y entran a la ducha - llámame o escríbeme más seguido.  Ella solo asiente y no sabe qué hacer, quiere dejarlo libre, pero a la vez lo quiere exclusivamente para ella, se siente como una niña caprichosa que le quieren quitar su juguete favorito, pero no lo quiere de amante, lo quiere como su pareja, sin embargo, el miedo es el peor consejero. David la acompaña al auto — yo te aviso cuando vuelva, — y le da un beso antes de cerrar la puerta.  Helena sale en el auto y va lo más rápido que la ciudad le permite, mientras por el parabrisas ve que la tarde empieza a llegar a su fin, se demoró más de lo planeado, más de lo que debía, afortunadamente está cerca. Llega a la oficina y antes que Mauricio le hable, ella llega enojada y hablando fuerte sobre que no va a permitir que su hija sea vendida como un animal.  Cuando sale de la reunión ya es de noche, revisa su celular y ve un mensaje de David: –      gracias. Te amo, no me olvides nos vemos dentro de unos días.  Es inevitable para Helena no sonreír con cara de emoción y su esposo le mira desde lejos con cara de sospecha. Mientras ella esta tratando de disimular lo feliz que le hace estar cerca de David y lo fácil que rompe sus propias promesas cuando lo tiene cerca, se da cuenta que al final no le dijo nada de dejarlo libre, que al final el NO, no es una opción tan clara y fácil como lo había previsto mientras iba camino a clases mas temprano, Mauricio recibe una llamada de un número sin identificar, él mira con desconfianza el celular, pero decide responder, le habla una voz modificada casi robótica. –      Señor Mauricio Masson, no sabe quién soy yo, pero quiero que sepa que tiene un amigo y hoy vi al señor David Paris nuevamente en la ciudad, no deje a su esposa sola que él se la quiere robar, por cierto, también lo estamos vigilando a usted y sabemos todas las vidas que ha segado. –      Qui…. – la llamada es cortada sin decir nada más. 
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