Los padres de Susán en vista de lo ocurrido decidieron abandonar el país, de esa forma no pude tener conocimiento de ellos. Por mi parte, mis padres tuvieron una mejor oportunidad de negocios en Canadá y siendo asi propusieron la idea para que empezara la secundaria en dicha nación, propuesta que me pareció una excelente idea ya que me serviría para sanar después de lo que había sucedido. Ante esa nueva decisión que tomaba en mi vida las rosas de mi amiga las lleve conmigo a lo que sería mi nuevo hogar.
El estar en otro país me hacía percibir conductas de mí que notaba que de a poco iban cambiando, esto se trataba del hecho de ser alguien fría y solitaria. No sabría si mi cambio radicaba en lo que había ocurrido con Susán, pero esto era notorio para mí, no había duda alguna.
Como si fuese una consecuencia en vista de mi comportamiento, la soledad era un sentimiento que me acompañaba diariamente, en ello me percataba de esa realidad que odiaba ver, esa de que además de recibir burlas por mi aspecto físico también era ignorada por la otra parte de la población estudiantil. Ante esa percepción que tenían de mí, mi agrado por mi persona decaía, en especial al no verme como el resto de las féminas que comprenden cierta parte de la institución.
Aunado a lo anterior mencionado suponían que el acceso que tenía a una de las mejores secundarias del estado se debía a los méritos de mis padres, negando de esa manera que pudiera deberse a mi destacable intelecto.
En mi nuevo hogar contaba con algunos empleados de confianza, uno de ellos era Jaime, mayordomo que mis padres contrataron apenas llegamos a Canadá. Siendo esa persona que tiene mucho respeto y paciencia hacia mi persona lo considero alguien cercano.