Capítulo 7: Duerme my lady

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— Ve a hablar con él — mi hermana me empuja y casi me hace caer de la cama — ¡Ahora, Virginia! La abrazo rápidamente y corro fuera de la habitación, corro por los pasillos y lo veo cuando el ascensor se está cerrando. Imagino que va a ir directo al parqueadero y bajo las escaleras como una loca, cuando salgo al parqueadero, lo veo dirigirse hacia el auto. Llevo zapatos de tacón, así que no es muy fácil para mí correr. — ¡Izan, espera! — Logro llamar su atención cuando está abriendo la puerta del auto, no sé por qué he corrido de esta manera, simplemente sé que deseo saber algo de las niñas, así no pueda permitirme tenerlas y también de alguna manera, siento la necesidad de estar bien con Izan. De verdad que pienso que todo mi trabajo en el centro fue en vano — ¿Podemos hablar? — me atrevo a preguntar. Izan no se acerca, pero tampoco se sube al auto, Así que camino y me detengo al otro lado del auto. — Tienes cinco minutos — Su frialdad me estremece. — ¡Izan! — No entiendo por qué todo es tan difícil. — Cinco minutos, Virginia — Su mirada furiosa me obligan a hablar sin poder pensar bien lo que quiero decirle. — Gracias por guardarlas, Izan — Le digo. — No lo hice por ti — es su escueta respuesta. Siento frío de repente y acaricio mis brazos. — Yo... Yo... — intento respirar y siento las lágrimas sobre mis mejillas de nuevo ¿Cuándo voy a parar de llorar? — No las recordaba, Izan. Luego del incidente con Ronnie, me di cuenta de que estaba olvidando muchas cosas, empecé a escribir todo lo que pasaba, pero luego no tenía tiempo de volver y buscar las cosas. Los médicos me dijeron que estaba sufriendo amnesia anterógrada, que es la incapacidad para recordar los hechos recientes, pensaban que podría perder algunos recuerdos de las cosas inmediatamente vividas, pero fue muy extraño que olvidara algo tan importante, como el parto de mis hijas. — O al padre de ellas — me dice un poco amargado. — Yo solo quería que no fueran hijas de Ronnie y Vera me lo confirmó y eso para mí fue suficiente. Sabía que había sido madre y que el bebé estaba con su padre — le digo. — Tu hermana siempre ha tenido la información ¿Nunca te interesó saberlo? — niego con la cabeza, no puedo respirar, no puedo mirarlo a los ojos — No puedo creer que seas tan egoísta, Virginia, ¡Son tus hijas! — Cierra la puerta del auto con furia y se acerca a mí y me toma de los brazos — ¿Que tipo de madre eres? — Estaban con su padre, estaban bien, eso era suficiente para mí — le grito e intento limpiar mis lágrimas. — ¿Suficiente? ¡Ni siquiera sabías que eran dos niñas! — me suelta y se lleva la mano al cabello. — ¿Acaso importa? Están contigo, están bien, eso es suficiente para mí — vuelvo a repetir. — Eres una maldita egoísta. Solo piensas en ti ¿Y ellas? ¿Crees que no necesitan a su madre? — Se acerca a mí y se inclina un poco, para poder mirarme fijamente — Te necesitan a ti, Virginia — No logro contener o limpiar mis lágrimas, mi voz temblorosa. — ¡Lo siento, Izan! — Es lo único que puedo decirle. — No las quieres ¿Verdad? — no soy capaz de contestarle — ¡Dios! — grita y golpea su auto que inmediatamente enciende la alarma y logra asustarme — Aléjate de ellas, no quiero verte cerca a Victoria o Valeria, ni por casualidad — Se aleja de mí y me mira fijamente — Tus cinco minutos se han acabado — Mira el reloj de su mano y pasa por mi lado sin tocarme, se sube a su auto y sale a toda velocidad. Me quedo mirándolo, de pie, sola, mientras las lágrimas siguen brotando sin control, me siento perdida, desesperada; quiero ver a mis hijas, quiero abrazarlas y que me llamen mamá cómo lo hace Mathis con Vera y como seguramente lo harán Darius y Dominic. — ¿Virginia? — La última persona que hubiese querido que me viera en este momento se acerca a mí — ¿Qué sucede? — Me pregunta Dante, inquieto, preocupado y verlo de esta manera me hace sentir peor y el llanto se vuelve más profundo. Dante se acerca y me abraza, no soy capaz de dejar de llorar — Virginia ¿Qué ha pasado? — He perdido lo más importante de mi vida, Dante, y lo peor es que las amo con todo mi corazón y nunca podré tenerlas — le digo entre gemidos. — ¿De qué hablas, Virginia? — me alejo de él y levanto mi mirada, sus ojos como la miel derretida me observan inquietos. — He perdido a Victoria y Valeria — susurro — Las perdí antes de tenerlas — Dante vuelve a abrazarme y me siento pésimo, porque durante más de 6 años le hice la vida imposible, lo separé de mi hermana y no le permití conocer a su hijo y, sin embargo, no ha dudado en reconfortarme al verme en esta situación. — Virginia, pensé que no las querías — me dice. — Yo también Dante, yo también lo pensé — Me obligo a calmarme, tal vez mi mente quería evitar que sufriera esta perdida otra vez, tal vez pensar que no las quiero, sea lo único que me ayude a soportar saber que están tan cerca y no puedo tenerlas o verlas. Tal vez deba volver a irme o dejar de existir. Tal vez... Mi mente como siempre me traiciona y vuelvo al pasado: Siento calor, mi cuerpo se estremece y las sensaciones lascivas me recorren por completo, abro las piernas y siento la calidez de su boca sobre mi intimidad ¡Esto es increíble! — Quiero estar dentro de ti, Mi lady — Su ronca voz me transporta y me hace consciente del lugar en el que me encuentro, he dejado a mi hermana en el chalet durante toda la noche y me la he pasado disfrutando de esta noche con el vagabundo. — ¿Qué haces? — pregunto en un susurro perezoso. — Te hago el amor — Esa voz ronca me encanta. — Pensé que ibas a castigarme — le respondo, mientras me deleito con sus besos. — Nunca dije eso — Me responde y luego se apodera de mis labios terminando con la conversación. Mi cuerpo reacciona a su roce y a su voz, levanto las manos y lo acerco mucho más a mí y le devuelvo el beso con pasión. Siento como entra en mi interior y me muevo un poco hasta lograr sentirme cómoda. Abro los ojos y veo su mirada azul concentrada en mis gestos, mientras se mueve con calma, gimo cada vez que lo siento en lo profundo de mí. — Buenos días, mi Lady — vuelve a decir, mientras sus estocadas aumentan el fuego que crece en el centro de mi ser. — Me encantan tus buenos días — le digo con la respiración entre cortada, mientras mi cuerpo convulsiona y siento como el orgasmo me recorre, lento, dulce, diferente. El vagabundo, que al parecer no lo es tanto si tengo en cuenta el lugar donde vive, continúa moviéndose dentro de mí, con calma, lánguidamente, y yo vuelvo a dejarme llevar, lo abrazo y lo aprieto contra mi cuerpo, como si quisiera convertirnos en uno solo; Mi corazón late con fuerza y me siento diferente, como si por primera vez en mi vida, estuviera haciendo el amor y no simplemente follando ¿Acaso puedes hacer el amor con un desconocido? El vagabundo se gira y me posiciona sobre él, me muerdo los labios y paso mis manos por su pecho mientras lo miro a los ojos y sigo moviéndome sobre él. No siento la necesidad de ir rápido, sus manos recorren mi cuerpo, y las mías, el suyo, cierro mis ojos y vuelvo a sentir un cúmulo de emociones increíbles, especiales. — Abre los ojos y córrete para mí, my lady — Su voz me estremece y el orgasmo vuelve a sorprenderme, siento su m*****o y la humedad aumentar en mi interior y vuelvo a gritar al escuchar el ronco gemido del vagabundo. Me deslizo sobre su cuerpo y siento como el brazo del vagabundo me cierra contra él. — Ahora, duerme my lady — me besa en la boca con mucha calma y hago lo que nunca he hecho en mi vida, me acurruco contra él y cierro los ojos con una sonrisa de recién follada.
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