— Tita, creo que Valeria tiene hambre — Me quedo observando detenidamente a Mathis, no tengo la menor idea de lo que debo hacer.
He venido a ver a los gemelos ¡Son tan hermosos! y a ayudarle un poco a mi hermana con Mathis, aunque en realidad, es él el que me ayuda y está enseñandome. Aprovechamos que Izan dejó a las niñas toda la tarde, para que yo pudiera verlas sin problemas.
— ¿Qué hace ella aquí? — Escucho la ronca voz de Izan y mi cuerpo se estremece, se supone que vendría en la noche a recuperar a las niñas, ha llegado muy temprano.
— Izan, lo siento — No logro escuchar lo que continúa diciendo Vera, mi hermana, porque al parecer se han alejado de la sala de juegos.
Los niños y yo nos dirigimos a la cocina, donde Ana me explica como preparar la merienda y me ayuda a hacerlo, esto es nuevo para mí, pero al parecer no es tan difícil.
— Pensé que era más complicado alimentarlos — le digo. 1
Ana me mira extrañada, al parecer, nunca le he hablado de una manera tan familiar. Ella también hace parte de las personas que traté mal, he empezado a recordar algunas cosas y cuando pasé un mes en esta casa, suplantando la identidad de mi hermana, no fui muy gentil con ella, ni con su hija.
— Ana, siento mucho haberme comportado contigo de la forma en la que lo hice hace algunos años — Esto de pedir disculpas se está volviendo un hábito y ya me está cansando, pero creo que en esta ocasión vale la pena.
— Creo que todos merecen una segunda oportunidad, señora Levy — Me responde y le sirve un vaso de leche a Victoria, las niñas llevan unos brazaletes con sus nombres y ropa y peinados diferentes, agradezco que eso me permite no confundirlas, aunque he empezado a identificar algunas pequeñas diferencias entre ellas.
— Puede llamarme Virginia — Le digo y limpio un poco de leche de la mejilla de Valeria — Hermosa, mira como te has puesto — Le digo con una sonrisa, porque se ha puesto un bigote de leche, la limpio y ella se ríe y lleva sus manitas pegajosas a mis mejillas
— ¡Inia! — Grita y mi corazón se salta un latido, se siente tan diferente, es como si mi corazón se quisiera salir de mi pecho, como si estas niñas fueran lo único y lo más importante y especial de mi vida, jamás me había sentido de esta manera.
— ¡Izan! — Mathis corre hacia él que acaba de entrar a la cocina, mientras las gemelas intentan bajarse de las sillas altas.
— ¡Papá! ¡Papá! — Gritan y se mueven desesperadas.1
Ana intenta calmarlas e Izan después de cargar a Mathis y dejarlo de nuevo en el suelo, se acerca a Victoria, besa su cabecita y luego hace lo mismo con Valeria. Al estar tan cerca de Valeria, siento su mirada detenerse en la mía, está serio, o mejor aún, furioso.
— ¡Nos vamos, princesas! — Acaricia el cabello de Valeria — Hola Ana, gracias por darles la merienda — Le dice mientras desabrocha el cinturón de seguridad de la silla de Vale y la ayuda a descender.
— No fui yo, señor Izan. Fue la señora Virginia — Él me mira y siento que el calor se cuela en mis mejillas.
— Gracias — habla secamente y luego se dirige a donde se encuentra Victoria moviendo sus manitas y hace lo mismo con ella y la baja de la silla — Que tenga un buen día Ana, Mathis ¿Me ayudas con las niñas? — El idiota me ha ignorado olímpicamente y comienza a salir de la cocina.
— Puedo hacerlo yo — susurro, pero sé que me ha escuchado.
— No te preocupes, nos la arreglaremos solos, como siempre — Eso ha dolido y lo peor es que no puedo culparlo, hasta ahora, venir a casa de mi hermana no supone un problema, así que quiero aprovechar estos momentos.
Salen de la cocina y me vuelvo a mirar a Ana que me observa detenidamente, da la impresión de que sintiera lástima por mí, no soporto generar ese sentimiento. Salgo de la cocina y corro detrás de Izan y los niños.
— ¡Izan! — Él se detiene, si cuerpo tenso, ¡Dios mío! ¿Cómo voy a lograr que este hombre se calme?
— ¿Qué deseas? — Me pregunta sin volverse a mirarme.
— ¿Podemos llevar la fiesta en paz? Al menos por las niñas — Espero que de verdad intentemos tener una mejor relación.
— Tú no eres relevante para sus vidas, así que la forma en la que te hable o no lo haga, no va a afectarles — Mis ojos se han humedecido y aunque él no pueda verlo, intento ocultar lo mucho que me han herido sus palabras.
— Al menos por Vera y Mathis, no quiero que ellos se sientan con la necesidad de decidir entre tú y yo, esto no es cómodo y mucho menos justo para ellos — Digo rápidamente, tengo la impresión de que va a marcharse en cualquier momento.
No me gusta sentirme de esta manera, insegura y esta situación con las niñas es mi mayor motivo de temor e inseguridad y no especialmente por Izan.
— ¿Qué propones? — Todavía no se ha girado y me hace sentir como una estúpida, doy un paso hacia el lado, para moverme hacia él y luego detenerme al frente.
— Puedo verlas cuando estén aquí, estará mi hermana — Mathis corre con las niñas en el vestíbulo e Izan no deja de mirarlas, tal vez no me haya escuchado.
— Dijiste que no las querías — Su comentario me ha dolido, sé que dije y por qué lo hice y a pesar de eso, escuchárselo decir suena tan frío que me estremezco.
— Tienes razón, sé lo que dije. Es solo que seguramente las encontraré aquí en alguna ocasión y...
— Y prefiero que te vayas si ellas están aquí. No privaré a mis hijas de compartir su tiempo con su tía y primo y menos por una mujer caprichosa y egoísta como tú — Al parecer hoy es el día en el que Izan va a herirme constantemente y aunque sé que lo merezco, no deja de ser algo demasiado difícil de aceptar.
— ¡Por favor! — Izan me mira, siento mi cuerpo estremecerse y soy consciente del momento en el que su mirada desciende sobre mi boca.
Escucho las risas de Mathis y las niñas a lo lejos. Mi cuerpo me grita, que me acerque a él, que lo toque y lo bese; Su mano se levanta y se acerca a mi cara, cierro los ojos y la anticipación que siento por lo que puede pasar, me sorprende.
— No te quiero cerca de mis hijas — dice lentamente, cerca de mi oído, mientras su mano se cierra sobre mi cabello.
Abro los ojos, impresionada por el comentario. En realidad, estoy impresionada por lo que ha hecho y no por lo que ha dicho
— Niñas, despídanse de Mathis y de vuestra tía ¡Nos vamos! — Levanto la mirada y observo a Vera de pie cerca de nosotros, su mirada triste hace que mis ojos se llenen de lágrimas.
— Papi, ¿Inia también es nuestra tía? — Al escuchar la dulce voz de Victoria, vuelvo a cerrar los ojos y espero la respuesta de Izan.
— No, princesa. Ella solo es alguien que se parece mucho a la tita Vera — Lo veo salir de la casa con las niñas y en ese momento, no puedo contenerme y no puedo parar de llorar.
— Lo siento mucho — Escucho la voz de mi hermana, afectada por la tristeza y al sentir sus brazos rodeandome, mi fortaleza se derrumba y lloro como no lo he hecho en años.
Siento que no puedo más y comienzo a contarle todo a mi hermana, siento que me ahogo y que nadie puede ayudarme, verlo irse con las niñas me ha partido el alma en mil pedazos ¿Tanto me odia?
— Cálmate, Virginia no logro entenderte — No he parado de llorar, me siento perdida, hubiese querido irme con los tres, ayudar a Izan con las niñas y que luego hicieramos algo él y yo juntos, hubiese querido tantas cosas.
— Despues de que Ronnie me disparó, al estar en la clínica, tuve mucho tiempo para reflexionar y decidí quedarme con las niñas — Vera se lleva la mano a la boca y luego me abraza.
—Estoy muy orgullosa de ti, porque por lo menos por un momento pensaste en quedartelas — Vera vuelve a abrazarme y tengo miedo de ponerme de nuevo a llorar, mis emociones están a flor de fiel.
— Es que no cambie de opinión Vera — Su ceño se frunce y adopta otra posición, estamos sentadas en el suelo.
— Entonces ¿Que pasó, Virginia? — Me limpio las lagrimas e intento calmarme antes de hablar.
— Ronnie me dijo que yo no podía tener hijos, así como él no podría tenerlos por mi culpa. Me pidió que abortara y como me negué amenazo con asesinarlas si me las quedaba.
— Virginia, Ronnie está en la carcel no puede hacer nada — Miro a mi hermana y suspiro.
— Ronnie me controla Vera, no importa donde esté — Me levanto del suelo y voy hasta mi bolso de donde saco un sobre de Manila y se lo entrego.
Vera comienza a mirar el contenido del sobre, y no puede evitar de arrugar la cara o fruncir el ceño.
— Pero hay fotos de Francia y no son fotos de periodistas, Virginia esto es una locura, este tipo esta obsesionado contigo — Se pone de pie y se dirige hacia la sala.
— ¿Que haces? — le pregunto
— Voy a hablar con Dante, debemos decirle y a Izan, esto debemos denunciarlo — corro hacia ella y la tomo de los brazos.
— ¡Espera! No vas a hacer nada de eso, no vas a decirle a nadie — Si tengo que ser dura con ella, lo seré, pero en este momento son más importantes mis hijas — No tengo como demostrar que es Ronnie y sería mi palabra contra la suya, no quiero un escándalo, no estoy divorcida, así que no quiero correr ningún riesgo.
— Virginia, estas loca, este tipo te ha enviado fotos durante todos estos años ¿y no quieres acusarlo?
— Lo siento Vera, tal vez no tenga tus mismos valores y no veamos las cosas de la misma manera, pero prefiero no arriesgarme y estar alejada de mis hijas a que ese hombre envie a alguien a matarlas.