Adrián da vueltas y vueltas en el balcón con su celular en la mano. Toma un trago de su botella de agua y al fin se arma de valor. Teclea algunas palabras rápidamente y da enviar al mensaje esperando una respuesta rápida. —¿Estás seguro de esto, señor? —Roberto pregunta acercándose a él. —La habitación de la señora Olivia es prácticamente un santuario para usted, ni siquiera ha dejado que se toquen sus cosas en todos estos años. No me imagino a alguien a la que acaba de conocer tocando sus preciados recuerdos. —No tengo de otra —afirma, Adrián, pero no está tan seguro de eso, él es el hombre de las mil opciones, nunca ha dejado que algo lo detenga sin tener varias opciones a la vista. Entonces, ¿Por qué dice que esta es su única solución? —Lo hago por ella y por su bebé. Por ahora solo p