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913 Words
Escuché murmullos, un grupo de chicas me miraban y sonreían para volver a murmurar, ojalá pudieran pasar un día en el internado y que la hermana Luz le diera un castigo, para que aprendieran que murmurar en presencia de otro era una falta de respeto. Agache la cabeza y me entretuve ojeando la página que el profesor me había dado. Al mirar a la puerta mi corazón se aceleró y mi instinto quería hacer algo estúpido como pararme e ir a golpear de una vez por todas su perfilada nariz, pero el ambiente ya era demasiado tenso para agregarle otro tema del que hablar a esta gente. Volví a mirar la página, no quería intercambiar palabra alguna con ese sujeto y tampoco con su rubio hermano que había entrado después de él, agradecí en mi interior que se sentaran al frente en la otra esquina, lejos de mí. Así pasó la tarde: El profesor hablando sobre las costumbres del pueblo y los temas que daríamos, Las chicas seguían murmurando cuando el profesor se distraía, Blasius mirándome cada cinco minutos y yo mirando hacia la pizarra o a la ventana para evitar la mirada de sus distinguidos ojos. —Bien, ya oscureció, vayan con cuidado a sus casas y no olviden que hasta que encontremos al pequeño Looke Simon, el pueblo no es seguro por las noches —dijo antes de recoger sus cosas. Guardé el cuaderno y salí rápidamente mezclándome con los demás, mi boca estaba seca y vi como si saliera una luz del cielo y brillara sobre una fuente de agua a unos pasos de mí, si tomaba rápido podría apresurarme y salir con los demás a los estacionamientos. Cada trago de agua hacia qué mis riñones sonrieran de Alegría. —No quisiera pensar que me estás evitando —cerré los ojos al escuchar su voz, maldición. Me enderecé para mirar sus ojos, intimidantes como siempre y sequé mi boca con mi antebrazo. —Oh, hola Blasius —saludé alargando la vocal u de su nombre —No había notado que estabas en la clase — dije sarcásticamente. El estrechó sus ojos —Sé que quieres golpearme —sonrió de lado —pero antes de que lo hagas quiero que sepas que lo hice por tu bien, te veías alterada y necesitabas descansar. —Eso no te daba derecho de dormirme a la fuerza —apreté el bolso a mi costado. —Lo sé, pero si esperas una disculpa de mi parte, no la obtendrás, ya que no estoy arrepentido de nada, además te veías muy tierna con el suéter de tu padre —fruncí el ceño ante sus palabras. — ¿Alagar personas es lo tuyo? —pregunté, Su pequeña sonrisa desapareció y su mirada se oscureció de repente. —No, lo mío es lastimar a las personas, tienes mucha suerte Hayden Ford —su voz se había vuelto seca y fría, tragué grueso — ¿Asustada? —Dicho eso pasó a mi lado golpeando mi hombro. —En este pueblo hay más cosas por las que asustarse —Él se detuvo y se volteó hacía mi —que por unas simples palabras —terminé de decir empujando su brazo al pasar, caminé con pasos rápidos hasta la salida y vi a Cris apoyado en la puerta —Cris —saludé sin mirarlo. —Hola Hayden —lo escuché decir, estaba aguantando la respiración hasta entrar al auto y cerrar la puerta, después dejé salir todo el oxígeno acumulado. Podría darme un colapso de tanta frustración. Vi cómo Los dos chicos misteriosos subían a un auto n***o, me apresuré a ir con cuidado detrás de ellos, en mi defensa no los estaba siguiendo, ellos iban a la misma dirección que yo, pero en vez de seguir recto giraron hacia una calle oscura, suponía que por allí llegarían a su casa en medio del bosque. Conduje recto y después giré a mi calle, al fondo se veía mi casa, alumbrada con un débil foco de luz amarilla en el porche. Astro se alegró de verme al entrar, su cola siempre se movía alegremente. Me tomé una larga ducha y salí del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo y otra en mi cabello, mis ojos a través del espejo se notaban cansados. Una sensación extraña me invadió, al entrar a la habitación Astro no dejaba de ladrarle a la ventana, estaba cerrada por lo que me pareció aún más extraño que le ladrara a la nada. —Tranquilo, no hay nada ahí —me acerqué a la ventana y miré por ella al apartar las cortinas. Un niño... si, era un niño parado en la vereda, justo al frente de mi verja oxidada, no se apreciaba muy bien ya que estaba oscuro y los faroles en las calles no ayudaban mucho con la iluminación, pero sabía que era un niño por tu pequeña estatura, estaba mirando hacia acá ¿Qué hacía un niño en la noche solo? ¿Acaso con una desaparición no era suficiente? Escuché a Astro gruñir y lo miré sorprendida, era la primera vez que lo escuchaba así, en general conoce prácticamente a todo el pueblo, entonces... ¿por qué? Miré nuevamente por la ventana, pero aquel niño había desaparecido, ya no estaba, se evaporó como si nunca hubiera estado allí. —Demasiadas cosas en tu cabeza Hayden... —mencioné. No quise salir del internado para llegar a un lugar peor. Eso no era lo que deseaba.
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