CAPÍTULO 05 | Pensamientos inoportunos

1206 Words
Escaleras, soga, tijeras de jardín, papel periódico, linterna... ¿Qué más tendría que conseguir para robar unas flores? Lancé lejos de mí la libreta donde escribía lo necesario, no podía creer que de verdad estaba pensando en robar esas flores. Simplemente tenía que confesarle a la abuela que el dueño no quiso venderlas, estará triste por unos días, pero lo entenderá. Pero ¿¡por qué negarse en vender un simple ramos de flores!? Me froté el rostro con estrés, crucé los brazos y miré con irritación por la ventana, el muro me sonreía con satisfacción, como si se estuviera burlando de mi tonta idea de subir por él. La lluvia caía con firmeza, la tarde se había vuelto deprimente, tomé una cobija y me arropé en espera a que Sam llegase para llevarme al centro comercial. Tenía que comprar unos materiales para un trabajo de la universidad. Después de un rato me recogió, al subirme en su auto lo saludé con un beso en la boca. —¿Cómo estás preciosa? —Supongo que bien. Le sonreí. De camino al centro comercial estuve absorta en mis pensamientos, ¿Debería seguir insistiéndole a mi vecino? Quizás si hablara con el propio dueño y le explicaba mi situación, podría convencerlo. O tal vez esa persona me trataría peor de lo que me trató aquel señor maleducado. Suspiré. —¿Pasa algo? Sam se estacionó y me observó con preocupación a causa de mi dramático suspiro. —No, solo estoy un poco cansada, compraré lo que necesito rápido y volveremos. Él asintió y me dio un ligero apretón en el hombro antes de salir del coche, lo seguí. Caminábamos uno al lado del otro, cada uno controlando sus manos para no pasar la raya frente a la gente, no podíamos arriesgarnos a que alguien nos viera agarrados de manos y se lo contara a Elena, aunque conociendo a Sam, su paciencia en seguir ocultando nuestra relación se iba acabando poco a poco. —Debo comprarle un recordatorio a mi madre, olvidé comprárselo en Francia ¿crees que se dará de cuenta que lo compré aquí? Negué con la cabeza. —Creo que puedes salirte con la tuya —le guiñé un ojo mientras sonreía. —¿Me acompañas? —Será mejor que adelante en mis compras, ¿nos vemos en tu auto en una hora? —De acuerdo. —se despidió con un ligero toque en brazo. Me apresuré en comprar lo que necesitaba, antes de dirigirme a los estacionamientos me detuve en una tienda donde parecía vender lo que estaba escribiendo en mi libreta. Tragué grueso y entré antes de que cambiara de opinión. —¿En qué puedo ayudarla señorita? —un hombre mayor me recibió. —Iré de excursión a la montaña ¿Qué debería llevar? El sujeto me guio entre los pasillos, puso en mi canasta los artículos, lo cuales decidí llevar solo una linterna, guantes, cinta adhesiva, cuerda y una pequeña navaja. —¿No llevará las bengalas? Son muy importantes —mencionó una vez detrás del mostrador. —Si, mi novio se encarga de llevarlas —mentí. —Él pasamontañas es muy útil para proteger del frío —puso frente a mi uno n***o. Sonreí de boca cerrada. —Perfecto. Luego de pagar guardé las cosas dentro de otras bolsas, para evitar que Sam las viera y surgieran las preguntas. Sam me llevó al hospital, Al llegar mi abuela estaba profundamente dormida a causa de la anestesia. Le di un beso en la frente y le dejé su postre favorito, la enfermera se encargaría de dárselo. —Esta noche me reuniré con unos amigos ¿Quieres venir? —preguntó Sam al llevarme a casa, antes de que me bajara del auto. —Me gustaría, pero será mejor que descanse, gracias por ser mi chofer el día de hoy —espolvoreé su oscuro cabello y le di un beso rápido en la mejilla. —Espera —su mano apretó mi brazo, arquee la ceja —no me estás evitando ¿o sí? Puse los ojos en blanco y junté nuestros labios, quise darle un beso fugaz, pero su lengua se escabulló dentro de mi boca, apretó mi nuca para evitar que me separase de él. El beso se volvió más apasionado, feroz y exigente, como si estuviéramos en una competencia y ninguno quisiese perder. Me tomó por la cintura, como si estuviera reclamando su premio y me subió sobre su regazo. Se deshizo de mi blusa, dejando mis pechos descubiertos. Su boca abandonó la mía para recorrer mi cuello hasta llegar a mis pechos y chuparlos con delicadeza, mis gemidos era lo único que podía escuchar. El celular en mi bolsillo nos detuvo, lo saqué rápidamente para detener la vibración y contesté. —¿Sí? —cerré los ojos cuando Sam empezó a jugar con mis pezones. —Cariño, ¿Has visto a Sam hoy? —Elena preguntó tras la línea. Abrí los ojos y miré a su hijo con nerviosismo. —Eh no, no, no lo he visto. —¿Hola?, ¿Rose?, mierda, está señal está fatal, si lo logras localizar dile que llegaré tarde a casa, ¿Escuchaste cariño? —De acuerdo, hasta luego. —Guardé el celular en mi bolsillo trasero después de colgar —Era tu madre —le avisé, bajándome de su regazo. —¿Pasó algo? —No, solo quería avisarte que llegará tarde a casa. —Entonces... Se inclinó para besarme otra vez, pero lo alejé con cariño. Me coloqué la blusa nuevamente. —Entonces... Tú irás a ver a tus amigos y yo dormiré temprano —dejé un beso en la punta de su nariz y salí rápido del auto. —¡No es justo! —gritó. —¡Adiós bebe! —agité mi mano y le lancé un beso imaginario antes de entrar al edificio. Me bajé del ascensor y entré a mi apartamento con una sonrisa tonta en mi cara, la cual se borró al momento en que tiré mis compras al sofá y se cayó el pasamontaña. Iba a cometer una locura y nadie estaba a mi lado para golpearme y hacerme recapacitar. —Hola Thanos. El chihuahua solo se limitó en gruñirme y echarse en la silla frente a la ventana. Tomé una bolsa y metí en ella lo que había comprado, agregándole unas cuantas cosas más. Estoy loca, estoy loca, estoy loca. Esto era una locura. Me vestí con un pantalón oscuro y una sudadera con capucha, me coloqué los guantes y me observé en el espejo. ¿Qué demonios estoy haciendo? Me asomé por la ventana, la noche estaba fría, al menos ya había escampado. La adrenalina recorría mi cuerpo con cada hora que pasaba. No podía quedarme quieta en un solo lugar, Thanos me veía caminar de un lado a otro. Mi mente no dejaba de preguntarse: ¿Y si me atrapan? ¿Me meterían a la cárcel por robar unas flores? ¿Por qué estaba obsesionada en conseguirlas? Volví a mirar por la ventana, las calles estaban oscuras, solo la luz tenue de las lámparas alumbraba un poco la acera, eran alrededor de las dos de la mañana, si iba hacer algo, debía hacerlo en seguida.

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