La noche cae perezosa en la ciudad y poco a poco su gran manto llena todo el lugar. En medio de ella hay lugares que apenas comienzan a tener vida y es así como en una de las discotecas más popular del sector comienza su vida nocturna.
La música es estridente como si tuviera la intención de dejar sordos a todos aquellos que están dentro disfrutando de aquella noche; las luces iluminan el lugar dando formas distorsionadas parecidas a fantasmas muy sensuales llenando de estímulo al amor, a la lujuria, al pecado.
La música que está muy alta no deja hablar a las personas, causando gritos para charlar.
Los ánimos están elevados tanto por el calor como por las bebidas que se ingiere en aquella noche caliente.
La pista es circular y domina de manera sutil aquel lugar, las mesas la rodean dando apariencia de grandes tentáculos como si quisiera atrapar a todo aquel que pasase por ahí. Las parejas bailan desenfrenadas las diferentes melodías que llenan de gozo a personas. De un momento a otro el DJ cambia la música y coloca un ritmo muy empalagos y que permite movimientos sensuales.
Una joven bailan al ritmo de una bachata que suena, la música vibra en el cuerpo de ella. Abigail, danza de manera flácida, moviendo sus caderas de un lado a otro, baja, sube, de acuerdo al ritmo musical. Ella realiza movimientos muy sensuales a la pareja que la acompaña y él la anima con sus movimientos y acompañándola con elogios. Cada movimiento que realiza la joven es una invitación el sexo pecaminoso. Ella está feliz, pues hace lo que más le gusta, bailar. No ha bebido ni una gota de licor, ella no lo necesita, solo necesita oír las notas de una melodia y su cuerpo vibra y tiene movimiento propio. La música la embriaga y es lo necesita, bailar y divertirse.
La pista, el gran círculo y alrededor de ella se encuentran las mesas que están llenas por los participantes a que ella noche de diversión, y en una de ellas se encuentra sentado Eliam. Su rostro se encuentra endurecido y a la vez triste. Su mente es un revoltillos de imágenes y pensamientos que quiere finalizar pronto. Con un gesto hace que uno de los meseros coloque una segunda botella de licor. Animosamente el mesero sirve los vasos que están sobre su mesa, mientras sus amigos con charla tratan de levantar el ánimo, para sacarlo de su tristeza y su dolor.
-Vamos brother, ánimo. Todo pasa rápido - dijo Eliécer.
Él simplemente tomo su vaso y lo bebió en silencio.
-Es cierto- aseguro José, el otro amigo que acompañaba.
Los tres hombres eran amigos desde la infancia, adolescencia y gran parte de su adultez.
Eliam está concentrado en lo que lo llevo a ese lugar. El saber que su novia le había sido infiel. Por más de siete años de relación y con planes para casarse, ella le faltó a la relación. El haber descubierto su infidelidad lo tiene con dolor, pero también siente alivio.
¿Qué tal que se hubiera casado y luego ella le hubiera salido con eso? Tal como él se conocía, ahora estaba a tiempo de cualquier error fatal.
El lugar está lleno de luces de diferentes colores que cambian a los diferentes ritmos musicales. El ánimo es muy elevado por la juventud que llena el lugar, en la mesa con Eliam están los amigos de toda la infancia, conocidos como los tres mosqueteros, siempre se ayudaban o compartían todo, eran muy unidos.
A José Pérez le parece ver desde la distancia a una joven que por mucho tiempo le ha gustado, desde que estaba en el bachillerato. Abigail.
Sus amigos miran la dirección de este al verlo tan interesado.
-¿Qué pasa?- pregunta Eliécer después de beber un trago- ¿Qué te tiene tan entretenido?
Los ojos del hombre brillan al centrar su mirada a un punto de la pista.
-Oye, ¿Esa no es Abigail?- dice emocionado. No la ve desde que compartieron aquellos cursos en la universidad y eso hace tres años atrás.
Eliam solo levanto la cabeza y frunció el ceño.
-¿Abigail? Yo no la veo- contesto de muy mala gana, aunque él muy poco le prestó atención a la joven. La conocía más por referencia de José y de Eliécer que eran los que más la trataban. A él nunca le interesó ni como amiga.
-No estoy muy seguro- dijo Eliécer. Luego bebió un trago.
-Se parece mucho a ella- dijo José y se levantó. Él no se podía quedar con la duda, fue y se perdió entre las personas que bailaban de manera frenética.
Eliam podía ver a la joven con la que hablaba con su amigo. Ella era una joven conocida desde que estaban el bachillerato cuando estaban en el pueblo de San Martin. Aunque a él nunca le importo mucho su amistad, para él solo era una conocida más. Él llego a la academia tiempo después que sufrió aquel accidente que devasto su vida y él se fue antes de terminar el bachillerato. Después supo por sus amigos que ella al poco tiempo de terminar la escuela se marchó a la capital a seguir con sus estudios universitarios. Nunca más volvió a saber de ella. Siempre eran sus amigos los que se mantenían en contacto, sobre todo José.
Hasta hace más de tres años cuando se volvieron a ver pero no alcanzaron a estrechar la relación de amistad.
Eliam sale de sus pensamientos cuando ve llegar a su amigo con una enorme sonrisa en el rostro.
-¡Vieron!, les dije que era Abigail- comentó alegre José al llegar a donde sus amigos -que más tarde viene porque esta con unos amigos.
Eliam y Eliécer lo miraron con curiosidad.
-¿Todavía te gusta ella? - Eliécer lo miraba con ojos de interrogantes - ¿Cuantas veces ella te dijo que no le gustabas, y vas a seguir insistiendo? - reía y le pasaba la mano por la espalda, si con el gesto lo estuviera consolando.
José resoplo ante las palabras de su amigo.
-¿Qué vas hacer con tantas calabazas? - se burlaba Eliam, para seguir molestando al amigo.
José se tomó otro trago y les dio a sus amigos mientras meditaba las palabras de sus amigos que estaban cargadas de burla.
-Las veces que sea necesario y me diga que sí, ella hoy me dice que sí y mañana me caso con ella- reían - y con las calabazas pues me convertiré en el mejor chef de calabazas.
Todos reían de las estupideces que ellos mismos decían. Se apreciaban mucho y con el correr de los años aprendían mucho de ellos mismos.
En esos momentos llega Abigail. Es una joven de veinte seis años, con estudio de diseño de interiores, es realmente atractiva. Lleva el cabello suelto y estos caen sobre sus senos. Sus hombros descubierto por el top que llevan realzando el formidable busto, no por lo grande sino por lo bien definido, su abdomen es plano que muestra el resultado de los ejercicios. Y los ajustados pantalones en jean que dejan poco a la imaginación. El cuerpo de la joven es sexy y bien estructurado.
-¡Hola chicos! - les sonríe y con ella llega un chico que la tiene abrazada - les presento a mi socio y...
Un hombre de unos treinta años, cabello n***o. Los ojos estaban atentos a los tres varones que miraban como presa a su compañera.
-Novio, Manuel Zamudio- dijo. Rápidamente estrecho las manos a cada uno de ellos. Manuel era un poco más alto que Abigail, ella se recargaba en el pecho del hombre que la abrazaba con ternura.
Esta presentación y aquella visión de la pareja toma por sorpresa a José. Este solo sonríe tristemente al dar su nombre. Aprieta los labios para contener un improperio que se le acumulaba en su boca.
José mira a Eliam que en esos momentos lanza una risa comprimida para aguantar la burla de que "Te dieron calabazas"
-Mucho gusto, en conocerte- dijo Eliécer para cortar un poco aquel mal ambiente creado por José- por favor acompáñenos con unos tragos- invitó.
Después de saludar se sientan en la mesa con ellos, solo por un corto momentos.
-¿Cómo están? Teníamos mucho tiempo que no nos veíamos desde cuando estábamos en la escuela de danzas folclórica de nuestro colegio- recordó Eliécer.
Todos comenzaron a recordar los momentos que vivieron cuando eran bailarines, reían alegre de los momentos de antaño.
-¿Cuánto tenían que no se veían? - pregunto Manuel curioso.
-Bastante tiempo- dijo la joven nerviosa - y a ti José desde que hiciste un curso en la universidad.
-Ah, ya- dijo Eliécer al recordar aquel evento- que bueno verte de nuevo Abigail.
Durante un largo rato Abigail y Manuel, estuvieron charlando, solo Eliam intervino poco en la amena conversación, manteniéndose en silencio y observándola con detenimiento.
Veía cada movimiento de la mujer.
Esta actitud molestó a la joven poniéndola incomoda por su fría recibida.
En el momento que quedaron solos en la mesa Abigail y Eliam ella lo increpo.
- Eliam ¿Te sientes mal o es porque nosotros llegamos? Porque de ser así...
Él se la quedó mirando con el ceño fruncido.