Abigail estaba abrumada por varias cosa que le sucedían en el momento. Una de ellas que si no conseguía un trabajo pronto se verían asfixiados por las deudas. Aunque tenía buenas materia prima no salía nada para hacer. En esos momentos ingreso Manuel a la oficina. -Hola mi amor- dijo él llegando de una reunión con un posible cliente. Ella al verlo sonrió esperanzada. -¿Qué cómo te fue?- le pregunto. Él suspiró cansado. -Nada. Quiere prácticamente que le regalemos el trabajo- dijo tristón. -¡Dios! – Exclamo – no sé cómo le vamos hacer. Ya se agotaron las reservas y no puedo tener el personal sin hacer nada. Ahora bien, si los despido ellos conseguirán otro trabajo y los perderé. Son muy buenos trabajadores. La joven se sentía frustrada. Estaban casi luchando con las uñas. Ambos