Buen día Martín, que hora es- dice Anthon
-Bien día señor Rinaldi, son las 7 de la mañana-dice tranquilo-
-Bien, necesito salir de aquí hay trabajo que hacer en la oficina- dice tratándose de levantar-
-No sé preocupe jefe ya está todo adelantado podrá descansar hoy y mañana de su trabajo, las juntas se han programado para el lunes y martes, pero por si desea puede trabajar desde aquí, además el padre de su esposa ha atendido la oficina. El único compromiso al que debe asistir es la a la gala benéfica- dice Martín informando a su jefe-
-Bien, gracias por ser tan eficiente Martín, cambiando de tema, me pareció que fue tu amiga Camil creo... quien me atendió cuando ingresé-dice dudando de su estado de ayer-
-No se equivoca señor, ella misma lo opero, sacando las tres balas de su abdomen además de que se quedó a cuidarlo a pesar de haber terminado su turno, ya que me encontraba en la oficina ocupándome del trabajo. - dice lo más tranquilo que se puede-
-No lo sabía, me imagino que lo hizo por ti antes que por mí- dice Anthon-
-La verdad yo no sabía que se había quedado, la que me llamo fue Margot, pues habían quedado de salir de compras después del trabajo, así que me contó que Camil se quedaría pues había tenido varios episodios de fiebre alta- dice con la vista baja-
-Vaya, no sabía que le interesaba a tu amiga más de lo que demuestra- dice el con picardía-
-No sé confunda señor, ella hace eso a veces, según me contó Margot recién vino cuido a un señor que pide limosna a cambio de tocar en la calle. - dice Martín-
-Entonces lo ha hecho por caridad - dice en tono de disgusto -
-No lo sé, señor, pero creo que es más bien usted puede devolverle el favor- dice Martín inseguro-
-A ver, ¿cómo va eso Martín? - dice el aturdido-
-No sé si contarle, pero parece que el esposo de ella no vendrá a la gala, quiso retirarse de la subasta, pero ya no se podía, está un poco preocupada, no quiere asistir, pero si no lo hace la despedirán porque ella se ofreció voluntariamente, así talvez podría devolverle la ayuda - dice Martín inseguro-
-Sé que no me gusta que hagan caridad conmigo, pero no está mal devolverle el favor para que no sentir que le debo algo- dice el tranquilo-
-Está bien señor, he traído su portátil, por si desea adelantar trabajo, además de su celular, además de que su esposa ha mandado un mensaje a su celular- dice nervioso-
-Mi esposa, que diablos quiere esa mujer. - dice mientras toma su teléfono-
-Hola, caro mío. No solucionaste lo de la desquiciada que casi te mata, así que lo solucione yo, no es que te quiera, pero la última vez que nos veamos te quiero ver de pie y a los ojos. No en un cajón.
Ve la foto, es Elena flotando en la bahía desnuda con múltiples Cortes y moretones. Tira el teléfono a los pies de su cama.
No dice nada. No hay expresión e su cara que dé a entender nada de lo que piensa.
-Sabes cuándo me va a dar el alta Martín- dice Anthon-
-Depende de su médico de cabecera - dice el-
-Quien es mi médico Martín, sabes que no me gusta visitar médicos mucho menos hospitales. - dice molesto-
-La doctora Camil se hizo cargo, puedo llamarla si desea para saber cuándo le dará de alta- dice Martín-
-Vaya de que más dejaste que esa mujer se hiciera cargo Martín, tu puedes confiar en ella, pero yo apenas la conozco no sé qué quiere de mi o si es de esas cazas fortunas que van por la vida, casándose y divorciándose de todo el que le da entrada- dice molesto, pero con los ojos cerrados, por lo que no se percata que yo he llegado.
◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇◇
Son las 7 de la noche he terminado mi jornada en el restaurante y ahora me dirijo a el cuarto de hospital donde está mi querido he idiota esposo Anthon Rinaldi.
Entro y escucho la sarta de estupideces que dice de mí, trato de mantener la compostura ya que me he puesto la bata del hospital, aunque me cueste actuaré como profesional que soy.
-Buenas noches, Martín, señor Rinaldi ya se ve mucho mejor. - digo tranquilamente-
-Buenas noches doctora, señora, Camil- dice Martín conteniendo la respiración pues sabe que he escuchado todas las idioteces de mi esposo.
-¿Que ha escuchado doctora?-
Dice el con el ceño fruncido y nervioso el que se supone es marido.
-Lo suficiente como pare decir que el sentimiento es mutuo, señor Rinaldi, no confío en usted y usted tampoco en mí, pero no estoy para eso aquí. Además, este lugar no es el indicado para ese tipo de conversación. Vine a ver su progreso si me disculpa voy a revisarle la herida. - digo sin expresión-
El asiente y deja que le vea las heridas. Cambio los vendajes, para que quede todo limpio. Anoto en su cuadro clínico.
-Bien señor Rinaldi como sé que no desea estar en esa cama, puede irse, solo debe cuidar mantener el área limpia y tapada, recomiendo que permanezca por lo menos el fin de semana en reposo, como sé que asistirá a la gala, procure no hacer muchos esfuerzos, además no le recomiendo otros actos que involucren una dama en su compañía, pues no creo que esté en condiciones ya que ha perdido mucha sangre, pase por la receta a recepción. Esto todo señor Rinaldi pase buena noche. -
Martín sale detrás de mí, persiguiendo me por el pasillo.
-Que sucede Martín- digo molesta- perdone lo que pasó allí adentro Señora Camil- dice Martin-el señor Rinaldi no está acostumbrado a recibir a atenciones a cambio de nada. - dice Martín con pena- Pero ese no es mi asunto Martín, soy una profesional, pero, aunque sé que es mi esposo no debo enfurecer, pero él lo logra con tan poco-digo más molesta-lo se señora- dice Martín-
-Sabes muy bien que a pesar de todo no tengo su corazón frío. No soy de piedra, pero es posible que piense eso de todas las mujeres incluso de mí, su esposa. La niña idiota con la se casó por acuerdo de nuestros padres, la que por. desgracia lo ha querido casi desde la cuna. - digo molesta caminando hacia la recepción.
-Lo sé... que, usted no tiene nada que ver con eso, pero antes de usted el sufrió mucho con otra chica que al final solo quería su dinero. Desde entonces él se volvió frío con todo el mundo más con las mujeres que se le acercan- dice Martín- ti crees que no lo sé, yo misma estuve presente en sus arrebatos, también la conozco a ella, también sé que sigue obsesionado con ella, pero está bien Martín, no te preocupes, solo si tiene algún sangrado o fiebre llámame yo iré a atenderlo no importa la hora. - digo con resignación.
-Está bien señora. - dice con pena y se regresa al cuarto.
He salido del hospital robo a casa, no hay manera de que me sienta mejor, él es terriblemente malo con las mujeres, no sé qué piensa o que siente, pero ya me metí en esto ahora debo terminar.
-Estoy terriblemente cansada, cuando llego a casa todo lo que deseo es dormir....
Nana ha entrado y está retirando las cortinas.
-Nana porque esa maldad conmigo. - digo
-Ninguna maldad, tienes muchas cosas que hacer hoy y una de esas es ir al Spa para que te dejen oliendo a rosas y con piel de bebé. - dice nana sonriendo, ya que me ha quitado la sábana de encima.
-Hay nana, para que me meti a esto, no quiero ir- digo molesta caminando hacia el baño-
-Tu solita te metiste cuando te dije que eso no era correcto, ahora estás comprometida con los niños con cáncer, además que tan malo puede ser cenar con un tipo rico... bueno talvez si... te toca tu propio esposo... no sea tan malo. - dice nana-
-Hay nana, es un egocéntrico, que piensa que todas las mujeres caen a sus encantos, que solo deseamos estar en su cama por lo menos una noche y para rematar piensa que solo deseo su dinero, eso ya es demasiado nana, necesito tomar mi puesto en la empresa de mi padre para dejar de depender del dinero del idiota- digo molesta -
-Tú sabrás, pero el hombre que se casa tiene como deber principal darle estabilidad económica a su esposa. Además de amor y fidelidad- dice nana seria-
-Yo quiero amor, todo lo que pido es eso nana, aunque no haya dinero, quiero ser amada y tratada como si fuese la mejor joya del mundo. - digo, triste-
Entro al baño a asearme para luego buscar algo de ropa para salir al Spa. Un vestido de flores arriba de la rodilla con escote en la parte de atrás y zapatillas no estará mal para el clima de hoy.
Ya son las 11 y después de cuatro horas en el Spa me siento liberada de males, además de este hermoso aroma a flores del desierto y de un sutil pero para nada perdido toque dulce en mi piel, pero lo mejor es mi cabello, el cual han tratado con esencias naturales, se ve mucho más rojo de lo que es.
Estoy saliendo cuando suena mi celular, veo y es Martín.
- ¡Hola Martín que tal el día!!- digo feliz de la vida-
-Pues bien, para mí, pero al señor Rinaldi no le ha ido bien, será que puede venir a revisarlo a la empresa, se ha sangrado- dice Martín con tono de preocupación -
-Vaya hombrecito, no le dije que tuviera reposo, bueno no estoy muy lejos, en 15 minutos más o menos llego- digo y cuelgo el celular-
Subo a mi deportivo, sé que en menos puedo llegar si acelero un poco. Pero no quiero arriesgar una multa.
Al llegar frente al edificio, voy al maletero para sacar mi valija y una bata. Llego a recepción.
-Buen día señorita, me esperan en presidencia, podría anunciar que la doctora Camil está aquí. - digo tranquila y seria-
La estúpida de recepción me escanea de arriba abajo, mientras llama.
-Aquí está su pase, suba al piso 56, es el último. Por favor. - dice la engreída-
Me encamino al ascensor, entro cuando está a punto de cerrar, un hombre grita que lo detenga. Hago lo que me pidió.
-Gracias señorita...- dice
-Doctora Camil Ross, a su servicio- digo seria-
- ¡Doctora eh!!!, bueno, soy Alessandro Rinaldi hermano menor del presidente y dueño de esta empresa. - dice el chico engreído, extendiendo su mano- la tomo.
Mucho gusto Señor Alessandro sigo seria no me gusta la manera que me ve.
-Eres muy joven para ser doctora, más bien no será algún fetiche de mi hermanito- dice el con picardía-
-No lo creo, señor Alessandro, pero sería bueno que se enterara que: 1- a él solo le gustan las rubias, que por cierto casi lo mata una el miércoles, además yo no entro en su lista de conquistas, 2- soy joven sí, pero fui bendecida con un alto nivel de coeficiente intelectual; 3- no me gusta la manera que me ve y si no quiere terminar con un dolor en las bolas más vale que me respete- digo seria y molesta.
-Perdón Caperucita, pensé que mi hermanito estaba variando en su dieta. Perdóneme si la ofendí "Doctora". - dice con sarcasmo-
Gracias a Dios hemos llegado, ya no soportaba estar dentro de ese ascensor con otra réplica del idiota de mi esposo. Martín está en la puerta esperando por mí.
-¡Hahn!! Señora Camil, quiero decir doctora, que bien que ya está aquí, perdone que la haya molestado, pero el señor no quiso guardar reposo. - dice el apenado y nervioso, mientras nos dirigimos a la oficina de su jefe-
-Hola Martín, en serio está mal mi hermano- dice serio el hombre caminando detrás de mí-
-Si señor Alessandro, tuvo un accidente el miércoles, si no fuera por la doctora... bueno creo que otra fuera la historia ahora- dice mirándome-
Abre la puerta, para que entre y luego se mete su lindo hermanito.
Veo al hombre sentado en su silla, pero recostado.
-Señor Rinaldi, debió quedarse en casa por lo menos hoy-digo dando la vuelta al escritorio para estar frente a el- puede ponerse de pie o necesita ayuda.
-Me duele un poco doctora, pero creo que puedo soportar estar de pie. - dice con dolor-
-Martín ven acá, ayuda al Señor a pararse, necesito que se recueste para revisar su herida- digo seria-
-Bien, hay un cuarto aquí, podemos llevarlo allí. - dice Martín-
-Está bien Martín, solo hay que hacerlo rápido, la herida sigue sangrando- digo ya preocupada-
Alessandro se mete a ayudar cuando ve la sangre en la camisa de su hermano. Lo llevan hasta la cama, Martín me señala el baño, me lavo bien las manos, me coloco guantes y procedo a cortarle la camisa con la tijera.
-Espero que no sea su favorita porque ya no le servirá- digo cortando para dejarlo descubierto de la cintura para arriba.
-De todas maneras, ya está manchada de sangre- dice el ronco ya del dolor-
-Saco un frasco de morfina para calmar el dolor, procedo a quitar las vendas, aplico un poco de anestesia superficial en las heridas antes de proceder, unos puntos se han abierto. Debo colocar anestesia local. Para poder volver a cerrar los puntos. Termino vuelvo a vendar. El solo observa o eso creo que hace.
-Señora Camil, disculpe mi indiscreción pero que bien huele hoy- dice con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa en sus labios-
-Gracias, señor Rinaldi, he estado preparándome para esta noche, más tarde llegaran a arreglarnos a casa de parte del salón-digo tranquila-
-Vaya, que bien que va a estar allí, necesitaré más de eso para este dolor infernal que tengo- dice-
-Señor Rinaldi, debió guardar reposo las heridas no son superficiales, una casi lo mata, si no operamos a tiempo hubiera atravesado su riñón y parte de su intestino. No es juego, trate de no hacer esfuerzos- trato de decirlo tranquila-
Hasta que escucho una voz chillona, atrás de mí.
-Hay cariño, que te paso, no me digas que fui yo, perdona es que estaba muy emocionada de verte y me lancé a ti. No quería lastimarte. - Dice la dueña de la voz chillona-
-Helen, podrías dejarnos a solas, la doctora está atendiendo mi herida, mejor vete a tu casa, otro día hablamos- dice enojado mi querido esposo-
-Pero cariño, yo quería pasar un rato con tigo- dice con ojos pícaros la desgraciada-
-Señorita, perdone que intervenga, pero el señor está muy mal herido y gracias a usted creo que los ratos “agradables" que pasa con mi paciente van a tener que esperar por lo menos un mes, pues la herida se volvió a abrir, por lo que ha perdido sangre. El señor aquí presente no está para atenderte. - digo ya más enojada que nunca-
-Perdón, es que... la interrumpo.
-Es que nada, es mejor que se mentalice y si es posible colóquelo su agenda y no lo busque hasta entonces, el señor no está para atender su Harem de peli teñidas por ahora- digo más gritando que otra cosa-
-La loca se larga protestando.
Me levanto, recojo todo, para echarlo en una bolsa de desechos hospitalarios. Me quito los guantes, voy al baño para lavarme.
Salgo para escuchar el lindo comentario de mi esposo.
-Por un momento creí que te agrado, aunque sea un poco- dice con una sonrisa en su cara-
-Señor Rinaldi, a ninguna mujer usted le es indiferente, pero a diferencia de todas ellas, yo si se darme mi lugar, estoy casada y respeto al idiota que tengo por marido, aunque él ni siquiera voltee a verme. Créame señor, que me encantaría ser una mujer libre, no para andar de libertina sino para encontrar a alguien que en serio valore a la mujer que soy y sobre todo me ame- digo molesta y triste -
-Vaya, una mujer soñadora, raro de encontrar; pero el amor solo existe en los cuentos Camil, no hay nada Real, más para personas como nosotros, todos quieren el poder y el dinero que uno representa, pero nunca vienen a ti por amor. - dice el con la mirada perdida-
-A pesar de mi matrimonio por contrato y que nunca vi a mi esposo más que el día de la boda, no estoy dispuesta a renunciar al amor todavía. Me he dado 5 años para esperar que mi esposo se tome el matrimonio enserio, ya que no podemos divorciarnos, si no pasa nada pues iré a un convento para no pecar de la misma manera que él lo hace, pero, aunque no lo crea yo le quiero a pesar de todas sus estupideces- digo más triste de lo que debería-
-Piensa serle fiel, hasta la muerte a un hombre que solo vio una vez, eso es ilógico, pero ni mi esposa creo que me es fiel y usted haciendo eso por alguien que talvez ni la recuerde. - dice el con el ceño fruncido-
-No podemos juzgar sin conocer a las personas, lo he tratado con usted, pero cada vez que lo veo siempre me deja la peor impresión suya. - le digo-
Agarro mis cosas y estoy por irme. Pero doy la vuelta para dirigirme a él.
-Señor Rinaldi, descanse por lo menos esta tarde, tome dos pastillas para el dolor antes de irse a la fiesta, si va, cuídese de sus conquistas, si puede mejor avisarles que no estará disponible por lo menos hasta que se recupere. - digo ya para irme-
Gracias por todo doctora Camil, lo tendré en cuenta.
- dice cansado-
Afuera me esperan Martín y Alessandro.
-Martín, el señor debe descansar por lo menos hasta la gala, deje vendas limpias y todo lo necesario para cuando se asee. Por favor me llamas cualquier cosa. Manda a traer su traje acá pues no creo que le haga bien tanto movimiento si es que decide ir a la gala. - digo seria-
-Claro señora, no hay problema yo me encargo. - dice Martín-
-También hazme otro favor, sé que tienes por allí la agenda de todas las rubias peli teñidas con las que se acuesta, podrías avisar a recepción que no dejen pasar a ninguna, van a terminar matando a tu jefe si se le siguen lanzando como perras en celo cada vez que lo ven- digo molesta-
-Si señora voy a pedir que no dejen pasar a nadie a presidencia sin ser anunciado, además de no dejar pasar a todas las...- dice sin terminar-
-Todas las putas del idiota de allá adentro- digo molesta-
Alessandro se nos queda viendo sin comprender lo que sucede.
-Disculpen que me meta, pero suenas a esposa celosa, doctora- dice el rascándose la nuca-
-Alessandro, perdona por no presentarme como es debido, pero ya que estás aquí, soy la esposa olvidada de tu hermano. Que por cierto no sabe que lo soy- digo seria-
-En serio la niña que mando al otro lado del mundo el mismo día de la boda- dice el incrédulo-
-La misma, pero ya no soy esa niña como ves- digo quitándome la bata.
-Pues eres toda una belleza de mujer, disculpa que lo diga cuñada, pero estas hecha toda una diosa atenea- dice sorprendido-
-Gracias, lástima que tu hermano no se dio a la tarea de conocer a la mujer que tiene por esposa. - digo-
- ¿Él no sabe que eres su esposa? -dice con cara de interrogación-
-No lo sabe, no lo debe saber por ahora, ella está aquí porque quiere saber si su esposo tiene intenciones de conocerla- dice Martín-
-Eso quiere decir, que todos le están ocultando la verdad y ahora ¿también debo ocultarla? - dice Alessandro-
-Lo que quiero es que se enamore o me odie Alessandro. Yo necesito mi libertad, pero no puedo ser yo quien pida el divorcio, es el quien debe hacerlo según el trato que hicieron nuestros padres antes de casarnos. - digo tranquila-
- ¡Vaya mujer tan manipuladora que saliste eh!!- dice-
-Solo espero no enamorarme y salir perdiendo, a pesar de todo tu hermano no me es indiferente lo sabes de sobra, pero todo lo que hace y dice me desilusionó por completo. - digo viendo hacia el gran ventanal ocultando mis emociones lo más que puedo-
-Ayudaré en lo que me digas total, talvez algo bueno surja de esto- dice Alessandro-
En eso llega mauro con la comida del almuerzo.
-Hola señora, ¿qué hace acá? - dice Mauro inquieto-
-Pues curando a tu jefe, que no se está quieto, pero ya que has venido, vamos a arreglarle la bandeja de comida al señor. - digo con picardía-
-Hay señora, en este juego suyo no sé quién de los dos va a ser el que pueda salir ganando-dice Martín-
-Uno saldrá ganado Martín, o los dos, pero el problema será la que más perderé seré yo. - digo mientras me doy a la vuelta para entrar a la oficina de nuevo. Arregló todo en la bandeja y se la llevo a la cama.
-Señor Rinaldi, pase buen provecho y descanse -digo colocando la bandeja en sus piernas-
-Es una completa maravilla que la doctora sea también mi chef hoy- dice con cara de dolor por sentarse en la cama, pero con cierta picardía-
-Señor Rinaldi no fui yo quien cocino, pues me encontraba aquí, mi nana ha mandado la comida con Mauro ya que venía para la empresa. - digo con indiferencia-
Me gustaría alguna vez me tutear para no sentirme como un viejo que quiere conquistar una muchacha que además está casada- dice con diversión-
Lamento que se sienta así señor Rinaldi, pero no puedo hacerlo, respeto mucho a mi marido y como le dije antes, realmente le quiero, aunque he estado muy lejos de él se que algo de ese sentimiento que oculte por él ha surgido cuando pude verle de nuevo, aunque sea de lejos- digo con pesar-
No me diga que le tiene prohibido acercarse- dice el con asombro-
No solo acercarme, incluso tengo prohibido pisar Italia y sus alrededores, tampoco puedo ir a París, Marruecos o España. - digo molesta, el me mira asombrado y como pensando en algo o en alguien-
-Parece que su esposo es un poco idiota al no quererla ver, aunque no sea de mi gusto, no puedo negar que es hermosa, su belleza es única además de su carácter y forma de ser, perdone, no soy de los hombres que hacen halagos a las mujeres, soy de los que va directo al punto, pero si él no ha visto la mujer que es, otro será que aproveche sus encantos- dice el comiendo tranquilamente-
-Gracias por sus palabras, es la primera vez que es amable conmigo- digo con un poco de pena-
-Lo sé, pero la verdad me ha recordado a alguien que conozco desde la cuna, más ese olor en particular- dice en un susurro que por el silencio del lugar que logro escuchar.
A mí me pone nerviosa así que solo me despido y no dejo que siga con la conversación.
Me retiro, pues tengo que descansar un poco antes de que lleguen a arreglarme en la tarde. - digo y salgo casi corriendo sin despedirme de nadie.