CAPÍTULO 4

2005 Words
Yala Smith Después de unas horas de viaje, llego a los Estados Unidos de América, fue un viaje largo, estoy exhausta, pero no iré directamente a la mansión de mi padre, sino al hospital donde se encuentra, no pude cerrar los ojos en el avión, la angustia golpeó fuertemente en mi pecho, aunque intenté controlar la respiración para mantener la calma, no funcionó de nada. Creo que solo podré descansar cuando me asegure personalmente de que él está bien. Tan pronto como llego al aeropuerto, el conductor de mi padre, Alexander, ya me está esperando. —Es bueno verla, señora —dice tan pronto como me detengo frente a él. —Sería más feliz si las circunstancias fueran diferentes —digo tristemente. Suspira. —Si consuela en algo, su padre está bien, el médico sólo lo dejó en observación. Niego con la cabeza. —No creo que nada me tranquilice más, pero gracias —sonríe de lado, agarrando mis maletas. —Voy a llevarla a la mansión y luego... —lo interrumpo. —No, Alexander, llévame directamente a ver a mi padre, por favor. Me mira sorprendido. —Señora, el viaje fue largo y agotador, después de que usted se tome un baño y descanse estará más tranqui... Niego con la cabeza y lo interrumpo. —Lo siento, Alexander, pero solo podré estar tranquila cuando vea a mi padre en persona, antes de eso no —declaro decidida. Inhala profundamente, sabiendo que no va a poder hacerme cambiar de opinión. —Está bien, haré lo que está pidiendo —mira mi mano —Así que esta es Panny —dice refiriéndose a la caja de transporte que sigo sosteniendo, y Panny está tratando de sacar su patita. Sonrío. —Sí. Él abre una sonrisa enorme y se agacha para poder ver a Panny dentro del transporte. —¿Entonces tú eres la niña de tu abuelo? —pregunta. No resisto y acabo riendo. —Mi padre realmente la considera como nieta. —Dice que cree que no le darás nietos, así que Panny servirá de consuelo —acabo riendo a carcajadas. —Es realmente hermosa, ¿sabías que solo el veinte por ciento de los gatos naranjas son hembras? —pregunta. Arqueo la ceja sorprendida. —No. —Sí, solo el veinte por ciento, siéntete privilegiada, no todos tienen uno. —Miau —Panny maúlla ansiosa por seguir dentro del transporte. —Está inquieta, puedes llevarla directamente a la mansión, llamaré un taxi hasta el hospital. Niega con la cabeza. —No puedo dejar a la señora... —lo interrumpo. —No te preocupes, Panny necesita descansar, y llevarla contigo al hospital y luego a la mansión solo la estresará más, así que no te preocupes por mí, en este momento ella es tu prioridad —le entrego el transporte de mi niña. Suspira. —¿No podré hacerte cambiar de opinión? —pregunta torciendo los labios hacia un lado. Abro una sonrisa enorme para darle la respuesta sin necesidad de decir una palabra. Niega con la cabeza. —Yala, siendo Yala. Llamo al taxi y cuando llego al frente del hospital, voy a la recepción y pronto me dirigen a la habitación de mi padre, cuando me ve, sus ojos muestran sorpresa al verme aquí. —Hija, ¿cómo llegaste aquí? —pregunta. Me acerco a él y antes de decir cualquier cosa, le doy un abrazo apretado. —Me asustaste. Digo con la voz ya entrecortada. Él acaricia mi cabello, como solía hacer cuando era niña. —No te preocupes, Yala, estoy bien. Lo miro y niego con la cabeza. —¿Cómo es eso, papá? ¿En un hospital? ¿Alguna vez pensaste en decirme que estabas aquí? —pregunto todo de una vez, sabiendo que su respuesta sería no. Él frunce los labios y responde. —No, hija, no iba a hacer que detuvieras tu vida por una tontería. Abro mucho los ojos sorprendida. —¡Tontería, papá! Tuviste un principio de infarto, ¿cómo puede ser una tontería eso? —hablo indignada. Él respira hondo. —Estoy bien. Niego con la cabeza. —No, no lo estás y lo sabes, ahora dime todo lo que está pasando, ¿qué estás ocultándome? —pregunto con el ceño fruncido. —Hija, no es n... —levanto la mano para que se calle, si hay algo en lo que mi padre es experto es en decir que no es nada importante, mientras el mundo se está incendiando. —Papá, no puedo ayudar si no me dices. Él respira hondo, sabiendo que no me rendiré hasta saber lo que está pasando. —Está bien, Yala, estamos en la quiebra —dice de una vez. Abro mucho los ojos sorprendida por la información. «¿Cómo que en la quiebra?», pienso en un estado de shock. —Papá, ¡eso es prácticamente imposible! Niega con la cabeza. —Duncan se llevó más de setecientos millones de dólares de la caja fuerte de la empresa, estaba robando desde hace tiempo y dejando de pagar algunas deudas.  Pongo la mano en el pecho sin creerlo. —¿Cómo, papá? —pregunto con la boca abierta. —Confié en él, por todos los años de amistad y él se aprovechó de eso —dice tristemente. —¡Canalla! —digo indignada —Saldremos de esta, papá, no te preocupes porque juntos encontraremos una solución. Él respira profundamente. —Hija, tuve que cerrar casi todos los hoteles de la cadena que teníamos, solo me queda una puerta abierta. Vuelvo a abrir los ojos sorprendida. —¿Cuándo ocurrió esto, papá? —pregunto, todavía sin creerlo. —Hace algunos meses, y... —¿Por qué no me lo dijiste desde el principio, papá? —lo interrumpo bruscamente. —Tú tienes tu vida, Yala, estás feliz dando clases a tus alumnos, nunca iba a quitarte eso por un error que cometí confiando en que él era mi amigo y nunca me traicionaría —siento sus palabras cargadas de culpa y eso me destroza. Niego con la cabeza. —¡No, papá! Usted no se equivocó, quien lo hizo fue Duncan, y yo habría venido enseguida a ayudar, nunca lo habría dejado solo. Él sonríe de lado. —Lo sé, por eso no te lo dije, pero ahora nada de eso importa, todo está perdido —la tristeza en su mirada destroza mi alma —Tengo que denunciarlo a las autoridades, estoy seguro de que... —No, hija, yo firmaba documentos sin siquiera leerlos, según la ley todo estaba autorizado, Duncan lo hizo todo a propósito y yo, con mi falta de inteligencia, confié demasiado en él —ni siquiera me mira a los ojos. Me siento junto a mi padre y le sostengo la mano para darle apoyo. —No te culpes, papá, confiar demasiado no es un error. Él sonríe sin humor. —Es cuando pierdo un imperio que amé, lo peor hija es que ni siquiera conseguí sacar su nombre de la puerta, todavía estoy atrapado en la amistad que construimos —dice indignado. Miro sorprendida. —Papá, entiendo que tengas un cariño muy grande por Duncan, pero hay lazos que necesitan ser cortados para seguir adelante, él tomó una decisión cuando te robó, no preservó una amistad de años, no puedes quedarte atrapado en el resentimiento o la culpa, tendrás que ser fuerte para recuperarte y con respecto a los documentos firmados, consulta a un abogado si hay alguna forma de apelar. Suspira. —Ya lo hice, todos los documentos son válidos, sólo puedo apelar si hay alguien que sea testigo o si puedo probar que actuó de mala fe, desafortunadamente no hay nadie que pueda hacer eso. Cierro los ojos e intento mantener la calma, mi deseo en este momento es matar a Duncan. —No te preocupes, papá, recuperaremos tu imperio y lo primero que haremos es quitar el nombre de Duncan de la puerta. —Hija... —ni siquiera lo dejo seguir hablando. —Papá, fuiste leal mientras estuviste a su lado, ¡ahora se acabó! No tiene sentido mantener su nombre ahí, cuando él no respetó tu amistad ni tu profesionalismo, así que basta, si no tienes el coraje de quitar su nombre del cartel del hotel, yo lo tengo —digo decidida. Él suspira. —Hija, el hotel no tiene remedio y... —Todo tiene solución, papá —lo interrumpo una vez más. —Empezar una empresa desde cero no es fácil, Yala, y mucho menos si el nombre está manchado, porque todos pensarán que inventé la historia y solo quería perjudicar a mi socio. «Sociedad hipócrita», pienso, pero prefiero no tocar ese tema por ahora. —Papá, no los necesitamos, no comenzaremos desde cero, sino desde la experiencia. —Tú no tienes experiencia en los negocios, Yala —me mira frunciendo el ceño. Sonrío con falsa alegría. —Papá, me gradué en administración, así que debe servir de algo. Él levanta una ceja. —Dirigir una empresa no es fácil, Yala. —Nunca me gustaron las cosas fáciles de todos modos —digo encogiéndome de hombros. Él respira profundamente. —Ya le avisé a la empresa Ricci que venderé el hotel —dice sorprendiéndome. —¿Qué? —me levanto de la cama. —Hija, el precio que pagarán es excelente y podré vivir hasta... —No vengas con eso de que el precio que pagarán es bueno, papá, sabes muy bien que ese hotel tiene un valor sentimental para ti, ningún millón de dólares cambiará eso. —Yala, eso garantizará mi estabilidad y la tuya. —No, papá, eso te matará —digo seriamente y él me mira sorprendido —Siempre amaste ese hotel, sé que puedes firmar los documentos de venta, pero eso te destrozará por dentro, así que no permitiré que eso suceda, señor Smith, en este momento tu hija está asumiendo tu imperio y lo levantará de nuevo —digo decidida, porque no estuve aquí para ayudarlo cuando todo sucedió, pero aún así sé el amor que mi padre siente por ese hotel y nunca permitiría que lo venda. Él suspira pesadamente. —Voy a hablar con Charles Ricci. Mi corazón se acelera al escuchar ese nombre. Desde que era una niña siempre conocí a la familia Ricci, y Charles es su hijo menor. Siempre ha sido un hombre distante de todos, incluso cuando tenía alguna cena siempre intentaba hablar con él, con la intención de hacer amistad, pero siempre me dejaba hablando sola, nunca le gustaba mucho conversar. Recuerdo algunos momentos en los que incluso discutí con él, pero Charles siempre se destacaba, diciendo que yo necesitaba crecer y ser una niña normal, ya que era diferente de todas las de nuestro medio social, eso cuando no me llamaba muñeca de porcelana rebelde, un tremendo idiota. Nunca hablaba mucho, pero cuando abría la boca era para llamarme muñeca de porcelana rebelde. ¡Lo odiaba! Mi padre siempre decía que Charles sería un hombre implacable, que estaba siendo criado para dirigir un imperio y que lo haría con mucha determinación, y en realidad, las empresas Ricci están dirigidas por los hermanos Ricci, Liam, Thomas y Charles. Y continúan siendo una gran potencia mundial. No creo que Charles, teniendo una empresa tan fácil en sus manos, la deje tan fácilmente, porque ni siquiera cuando éramos niños él dejaba algo. Siempre fue decidido, implacable y hermosamente arrogante. —No te preocupes papá, yo misma hablaré con Charles. Mi padre levanta una ceja. —Yala, nunca se han llevado bien —dice desconfiado. Sonrío falsamente. —No te preocupes papá, estoy segura de que mi problema con el señor arrogante no interferirá en el proceso. —¡Dios mío! —mi padre dice después de suspirar, pero yo mantengo mi sonrisa. Sigo hablando con mi padre, pensando en cómo sacar a Charles Ricci de mi camino, y también necesito buscar formas de resolver este déficit millonario que él ha sufrido, Duncan no podrá salir impune de esto, de ninguna manera. Continúa...
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